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Presentación del libro ‘Sin Derramamiento de Sangre: Un ensayo sobre la homosexualidad’

Presentación del libro
Sin Derramamiento de Sangre
Un ensayo sobre la homosexualidad
de Javier Ugarte Pérez Egales, 2005

Viernes 19 de Agosto, 19h
Facultad de Ciencias Sociales, UBA
Marcelo T. de Alvear 2230, Subsuelo
Ciudad de Buenos Aires

Invita la Carrera de Sociología y la Dirección de Cultura de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires En el caso de los homosexuales existe una diferencia entre nacionalidad y ciudadanía. Como personas que nacen en el territorio de un Estado tienen la nacionalidad de ese Estado, pero como homosexuales que no pueden hacer uso de todos sus derechos porque no tienen la plena ciudadanía. Por ejemplo, los militares norteamericanos en cuanto nacionales pueden ingresar en el ejército, pero como homosexuales no pueden permanecer en él. Se puede analizar la nacionalidad desde tres fundamentos: el pacto o contrato social; el cultural, basado en la identificación con un pueblo, su lengua, costumbres y formas de vida, y el territorial, que depende del lugar de nacimiento. En ninguno de los tres casos la nacionalidad de los homosexuales plantea problemas, ya que su integración social es plena. Sin embargo, los derechos que tienen coartados no son los políticos, como votar o ser elegido para un cargo, incluso elevado, sino los sociales, como casarse y ver reconocida su familia como un ente a proteger por el Estado. Como no existe ningún exterior en el que puedan refugiarse para encontrar asilo, otra sociedad o Estado, es tan importante la protección legal. La teoría contractualista no permite mantener la discriminación porque quien entra en sociedad firma un pacto para mejorar su situación, no para empeorarla. Por definición, nadie firma un pacto que le perjudica. El utilitarismo, por su parte, tampoco sostiene la discriminación porque produce un resultado negativo: pierden homosexuales y transexuales, pero no ganan los heterosexuales. El liberalismo tampoco lo hace, porque supone una coacción a la libertad individual para casarse y fundar una familia y ya hemos visto que resulta difícil poner cortapisas a la libertad. Por lo tanto, como ninguna tradición de pensamiento político puede sostener la discriminación, los conservadores morales se niegan a debatir el asunto o se aferran a la religión para justificar sus posturas. Pero la religión proporciona dogmas, no argumentos. Las democracias existen para proteger a los débiles y a las minorías. Las mayorías no necesitan de la democracia porque logran sus objetivos bajo muchas formas de gobierno. La superioridad moral de las democracias consiste en que las minorías, que por la fuerza de su número no obtendrían protección del Estado, la consiguen con el diálogo y la expresión pública de sus demandas. Por eso, ha de ser la mayoría de la población quien ha de conceder esos derechos y ver con simpatía las luchas homosexuales. El éxito está al alcance de la mano porque la discriminación, en estos momentos, se sostiene en el aire. Javier Ugarte Pérez

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