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Equidad y género en salud

“Los temas de salud que hemos planteado van a estar en la agenda”

El observatorio pasa a ser un instrumento de la sociedad civil, en la medida que es un vínculo participativo que también aporta insumos a la gestión pública en torno a distintos temas, dijo Marisa Matamala en entrevista con el CLAM.

En Marzo de 2006 se dio a conocer en Santiago el informe 2005 del Observatorio de Equidad e Género en Salud, iniciativa promovida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) que consolidó una alianza entre organizaciones sociales, redes y entidades académicas. En el informe se analiza el proceso de reforma de la salud en Chile y se revisan las temáticas abordadas por el observatorio en 2005: participación ciudadana en salud; cuidado no remunerado de la salud; violencia de género; género, trabajo y salud; salud sexual y reproductiva.

Para conocer cómo se gestó y desarrolló esta iniciativa, el equipo del CLAM entrevistó a la doctora Marisa Matamala, encargada de género y salud de la representación en Chile de la OPS/OMS, responsable del equipo que apoyó el Observatorio de Equidad de Género en Salud.

¿Cómo se gestó la relación entre la OPS y las organizaciones civiles para echar a andar el Observatorio de Salud?

Se da en el marco del proyecto regional Género, Equidad y Reforma de la salud, que desde el 2001 se inicia como una búsqueda de respuestas participativas al proceso de reforma de la salud. La idea es construir esas respuestas desde la participación de la sociedad civil, respaldada por la cooperación técnica de OPS. La iniciativa se enmarca en un contexto mayor en tanto OPS se hace eco de las Naciones Unidas en cuanto a que sus agencias no solamente brinden cooperación técnica a los gobiernos sino que busquen la intersectorialidad y la inclusión de la sociedad civil. En este sentido, el Observatorio es una suerte de “piloto” o prueba de cómo nos va resultando una verdadera participación de la sociedad civil. Más que una convocatoria para escuchar lo que OPS va a hacer, se les convoca a encarar juntos con OPS un proceso.

Entonces en el 2001, para construir la Agenda de Género de la Reforma de Salud, se inicia a nivel de las distintas regiones del país y también de la Región Metropolitana, un proceso de convocatoria a las organizaciones, fundamentalmente de las organizaciones del movimiento de mujeres y a los sectores de la universidad que están trabajando género y salud.

¿Cómo llega la OPS a las organizaciones sociales?

Este proceso fue extraordinariamente bueno porque contamos con el apoyo del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) y del Ministerio de Salud (Minsal) a nivel de las Secretarías Regionales Ministeriales, lo que permitió hacer una convocatoria muy amplia y de alguna manera pudimos confrontar opiniones a nivel también regional. Fue además muy enriquecedor por el diálogo que se generó entre el MINSAL y el SERNAM.

¿Cómo establecieron los temas de la Agenda?

La construcción de la Agenda se hizo a partir de la constatación de los vacíos de información existentes. A partir de esos vacíos de información general, se definieron las necesidades de estudios a realizar. La idea fue convocar a desarrollar esos estudios. Así, el segundo año estuvo dedicado a eso y pudimos tener un panorama de lo que debía ser la agenda.

Estamos hablando de los primeros años del gobierno de Lagos, con la Dra. Bachelet como Ministra de Salud.

Exacto. Y también fue paralelo con las Mesas de la Reforma de Salud. Había una mesa ciudadana. Con la salida de la Dra. Bachelet del Ministerio y la llegada del Dr. Artaza, esas mesas se acabaron y todo lo que habíamos avanzado desde una perspectiva de género, haber podido poner género como un determinante de la salud, y la consecuente necesidad de transversalización, quedó en nada. Es así como en ninguno de los documentos de la reforma de la salud estaba el género como determinante de la salud ni tampoco se incorporó en los proyectos de ley. Fue un retroceso y por eso fue muy importante poder seguir en el proceso de construcción de la Agenda y definir cuáles eran los elementos claves que no estaban en la reforma.

Es en este debate que surge la necesidad de la vigilancia ciudadana. Este concepto si bien era parte del discurso, no iba más allá de la denuncia y de datos de algunos casos, y lo que se pretendía era una vigilancia ciudadana que tuviera consistencia y que significara una participación efectiva de las organizaciones sociales y una devolución de la información construida por los equipos más técnicos al conjunto de las organizaciones, para que la abogacía fuera desarrollada por ellas desde sus especificidades. Cuando surgió esta idea y lo negociamos en la OPS, era algo nuevo. De las experiencias revisadas, la más semejante era el Observatorio de la Escuela de Salud Pública en España.

¿Cuál fue el proceso una vez aprobado el proyecto Observatorio?

Una primera cuestión es que nos interesaba un observatorio que observara las políticas y analizara el impacto de éstas desde la perspectiva de equidad de género. El proceso de construcción del observatorio se hizo a partir de la participación de las organizaciones, las cuales definieron objetivos, los campos de observación y los indicadores, estableciendo un compromiso de continuar con el proceso más allá del año 2005, fecha en la que finaliza el apoyo técnico y financiero de OPS. El apoyo técnico de OPS significaba que el equipo revisara las propuestas de indicadores, apoyara la construcción de la base de datos y la articulara con la web.

Este fue un proceso muy empoderador para todas las organizaciones, las cuales fueron visualizando cada vez más fuertemente la tremenda importancia de contar con estos datos. Otro tema surgido a partir del Observatorio Nacional fue constatar que los datos nacionales no siempre tienen toda la riqueza del dato regional. Es necesario mejorar los sistemas de información regionales, incorporando lo comunal. Esto llevó a que, una vez entregado el informe nacional, se diera inicio al mismo proceso en una región. De este modo, en el 2006, la OPS está apoyando el proceso en la 9º Región, proceso que permitirá cruzar variables que creemos que no están suficientemente estudiadas, fundamentalmente etnia. Es interesante porque implica relacionar organizaciones que nunca habían trabajado juntas, lo que no fue un proceso fácil.

¿Cuáles fueron las dificultades en el proceso nacional?

Fue sorprendente la falta de dificultades. Ni siquiera el momento de la presentación de la propuesta de continuidad del proyecto sin el apoyo de la OPS fue difícil. Las organizaciones han comenzado esta nueva etapa de manera muy positiva. Tal vez la única dificultad es el tiempo que tienen las comisiones para reunirse, o el de las personas que dirigen estas comisiones. Respecto al financiamiento, no es tanto una dificultad, se están viendo las posibilidades de espacios no pagados para realizar las reuniones en 2006.

¿Cómo ves el cambio de autoridades? Estoy pensando en el Programa de Mejoramiento de la Gestión (PMG) de género.

Creo que hay que cautelar el PMG de género sí o sí. Representa lo más avanzado en la región; constituye una presión institucional hacia una verdadera transversalización de género no burocrática, aun cuando tenga todavía algunos elementos que lo hacen más discursivo que real. Yo creo que eso desde el Sernam se va a cautelar. Hay conciencia en los distintos sectores de que el PMG ha sido fundamental. Sin ir más lejos todo lo que se está avanzando en términos de violencia institucional en el Ministerio de Salud y en el Fondo Nacional de Salud (Fonasa) ha sido a partir de los PMG de género. En este sentido el observatorio ha servido como instrumento de diálogo permanente con la institucionalidad, al revés de lo que se pensaba –que podía ser elemento de confrontación–. Y la sensibilidad de género en la institucionalidad es en gran medida gracias al PMG de género.

¿Cómo se ve el Observatorio a partir del 2006?

El observatorio pasa a ser un instrumento de la sociedad civil, en la medida que es un vínculo participativo que también aporta insumos a la gestión pública en torno a distintos temas. Los indicadores podrán irse modificando y los temas prioritarios se definirán después de la observación de todos los indicadores. Estos se actualizarán este año y sobre esa base se discutirá cuáles son los temas más importantes. Algunos se repetirán y otros no. Es posible que entren en discusión los temas de salud reproductiva, así como el proyecto de clonación y el aborto terapéutico. La reforma provisional también traerá temas como el de la salud de los adultos mayores y de los discapacitados. Estos son temas que pueden emerger, todavía no sabemos. Se requiere además un acopio de datos para ver cómo se aumenta la transparencia de la información del Estado, de modo que no sea necesaria la intervención de la OPS.

En este contexto y pensando en necesidades de investigación, ¿cuáles serían los temas que consideras prioritarios en salud sexual y reproductiva?

Además de la investigación de VIH/SIDA, falta mucho en la actualización sobre el impacto de los abortos inseguros. No se tiene ni siquiera la magnitud. No podemos seguir hablando del Informe Guttmacher del año 1994, es necesario mostrar cuál es la realidad actual, lo cual abre una amplia gama de investigaciones no solamente en el tema de la mortalidad, sino también sobre las secuelas de morbilidad y sobre el cambio cultural de la comunidad que no necesariamente se expresa en lo que plantean las políticas públicas. Falta un estudio grande que permita decir lo que está planteando la población.

Desde el punto de vista de otros temas que plantea el observatorio, tenemos las encuestas de uso del tiempo, que brindan información adecuada de las cuentas de salud de los hogares y del cuidado de la salud en el sistema de contabilidad, es decir, de cómo contar este aporte a la producción de salud desde el espacio no remunerado. Estos estudios se han hecho solamente en México, Ecuador y en Cuba, país este último en que ya van por la tercera encuesta. En estos lugares se ha trabajado no solamente con ONGs de género, se ha logrado transversalizar a nivel de la OPS. Trabajamos con sistemas y servicios, con la gente que trabaja en la economía de salud, y se ha avanzado en las cuentas satélite que permiten estimar el valor monetario de la producción doméstica a modo de visibilización del trabajo de las mujeres en la economía. Todo esto es un aporte a la economía de la salud. Además la comprensión del aporte económico de las mujeres, que lleva a un un reposicionamiento de éstas y de las masculinidades, implica un impacto cultural enorme que va más allá de lo estrictamente económico. Entonces, todas estas investigaciones son claves y exceden lo que podríamos definir como igualdad de oportunidades, apuntando a cambios más estructurales.

¿Cuáles son las expectativas frente al nuevo gobierno de la concertación?

Ya el nombramiento de la Dra. María Soledad Barría como Ministra de Salud es una garantía de que todo lo que hemos planteado va a estar en la agenda. Es muy difícil que todo se concrete en estos cuatro años, pero al menos va a quedar instalado como tema de agenda. Estoy absolutamente optimista porque la garantía que nos dan la Ministra, el director de Fonasa y la Superintendencia de Salud es que se va a seguir avanzando y todos ellos, de una manera u otra, han incorporado género en su trabajo cotidiano. En suma, hay cambios que hoy tienen más posibilidades de desplegarse desde la institucionalidad.

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