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Aún poco preparados

Se realizó en Chile la investigación «Sexualidad, Género y VIH/sida ¿Qué piensan los futuros docentes chilenos/as?» La encuesta estuvo dirigida a estudiantes de pedagogía y académicos de 16 universidades de seis regiones del país con el objetivo de saber cuales son los niveles de conocimiento sobre temas de sexualidad, género y VIH/sida de los futuros docentes de ese país.

Si preocupa la persistencia de creencias erróneas sobre la transmisión del Sida, es aún más inquietante que futuros docentes chilenos no tengan herramientas para transmitir informaciones sobre la epidemia. No obstante, los estudiantes de pedagogía, que se transformaran en docentes y compartirán sus conocimientos con la comunidad escolar, mostraron un positivo incremento en la aceptación de la diversidad sexual. Probablemente recibirán insumos sobre su materia y área de estudio en particular, pero, ¿estarán preparados para conversar sobre sexualidad, género y VIH/sida?

Por primera vez en Chile esta incógnita fue respondida a través de una investigación que se realizó en 16 universidades de seis regiones del país en las que se imparte pedagogía. En total, se encuestó a 1.302 estudiantes, de 1° a 5° año, además de 174 académicos cuyas respuestas fueron contrastadas con las estudiantiles.

El estudio denominado «Sexualidad, Género y VIH/sida ¿Qué piensan los futuros docentes chilenos/as?», fue desarrollado como parte del proyecto “Aceleración y profundización de la respuesta nacional, intersectorial, participativa y descentralizada a la epidemia del Sida en Chile”, que se realiza en el país desde 2003 con financiamiento del Fondo Global de Lucha Contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.

Además de su valor como investigación social en la temática de la discriminación, el estudio presenta tres particularidades: representa una alianza entre diversos actores (organismos estatales, redes de la sociedad civil, la academia y agencias internacionales); la población estudiada está formada por los futuros docentes del país; y en tercer lugar, indaga en una diversidad de temas en el marco común de la discriminación y la sexualidad humana.

Francisco Vidal, director del proyecto, sociólogo y académico de las universidades ARCIS y Metropolitana de las Ciencias de la Educación, UMCE, comenta los resultados de la investigación y reflexiona sobre sus alcances.

¿Cuál es el principal resultado de la investigación? ¿Qué piensan los futuros docentes chilenos sobre sexualidad, género y VIH/sida?

Podemos decir que son más liberales que generaciones anteriores en cuanto a temas de sexualidad y género, pero no están bien preparados para ser agentes de educación en sexualidad y afectividad en su futuro espacio laboral: la escuela chilena.

¿Cuáles son las principales nociones de los futuros docentes sobre esta materia?

Con relación a las opiniones y actitudes hacia la diversidad sexual, la investigación demostró en términos generales, una importante aceptación de la diversidad sexual, incluso mayor de lo que el equipo investigador esperaba, en base a los resultados de otros estudios realizados sobre el tema en nuestro país. En este sentido, vemos una importante tendencia de los/as jóvenes consultados/as a presentar un postura liberal frente a este ámbito de la sexualidad, legitimando la diversidad de prácticas y orientaciones. Es relevante enmarcar este fenómeno en el contexto de la explosión de las identidades sociales, sexuales y de género de los últimos diez años en Chile.

En cuanto a las opiniones y actitudes hacia la sexualidad, la muestra consultada expresa ciertas contradicciones en el establecimiento de relaciones entre afectividad y sexualidad. Por ejemplo, casi un 60% está en algún grado de acuerdo con la afirmación “me parece válido que dos personas que recién se conocen y se gustan, tengan relaciones sexuales”; un porcentaje similar expresa algún grado de acuerdo con la afirmación “sólo se deben tener relaciones sexuales cuando hay amor”. Por otro lado, en términos de la iniciación sexual, el 50,7% de los consultados expresó algún grado de acuerdo con la afirmación “la iniciación sexual no necesariamente debe producirse en un contexto de amor y compromiso”. Esto quizás se podría explicar por la brecha entre las prácticas sexuales de las personas y sus discursos en torno a esas prácticas, los cuales no necesariamente aparecen como consistentes entre sí.

Cuando nos adentramos en la temática de la sexualidad adolescente, hay una cierta contradicción entre la aceptación del derecho a la sexualidad de los/as adolescentes en contraposición a la percepción de ésta como un proceso que debe ser normado y conducido por los adultos. Así más del 80% de la muestra estuvo en algún grado de acuerdo con la afirmación “los adolescentes tienen derecho a decidir de manera autónoma e informada cuándo y cómo tener relaciones sexuales” y, por otro lado, más del 70% estuvo en algún grado de acuerdo con la afirmación “se debe enseñar a los adolescentes a controlar sus impulsos sexuales para que no sean promiscuos en el futuro”.

En el caso de la equidad de género, observamos gran apertura frente a políticas orientadas a este tema, así como actitudes positivas frente a afirmaciones que reflejaban una cultura equitativa en términos genéricos. Por otro lado, se evidencia una tendencia general a disentir con las maneras rígidas, conservadoras o hegemónicas de comprender la masculinidad.

¿Con qué conocimientos más habituales se encontró durante la investigación sobre el VIH/sida? ¿Hubo prejuicios? ¿Cuáles fueron?

Con respecto al nivel de conocimiento sobre la epidemia, los hallazgos de esta investigación indican que la falta de conocimiento en el tema de VIH/sida, prevención y vías de transmisión, está usualmente acompañada por la persistencia de creencias, mitos e información errónea sobre el VIH/sida. En la población general, esto puede traducirse en conductas de riesgo de adquisición del virus. En los/as estudiantes encuestados/as se suma, a lo anterior, que estos/as futuros profesores/as pueden comunicar este tipo de información errónea a sus alumnos.

Los datos de la encuesta COSECON realizada en Chile en 1998 indican que el 69,5% de los encuestados sexualmente activos en los últimos 5 años declaran tomar en cuenta el sida en su vida sexual. El uso consistente del condón (siempre) sólo llega al 17.3% en contexto de relaciones de pareja (cónyuge, conviviente o pareja sexual) (CONASIDA y ANRS, 2000). Estos datos indican que un importante 30% de la población no tiene en cuenta el VIH/sida a la hora de tomar decisiones respecto de su sexualidad, y de que aquellos que sí lo consideran, la mayoría parece no haber incorporado la técnica preventiva del preservativo a sus prácticas sexuales.

Al respecto, en el estudio indagamos sobre los niveles de conocimiento sobre prevención y confianza en el condón. Cuando se les consulta a los/as estudiantes sobre diversas conductas que estiman efectivas por sí solas para prevenir la adquisición del sida, se observa una mezcla de conocimientos verdaderos, mitos y creencias erróneas respecto de la prevención. En este sentido, concluimos que existe una baja confianza en el condón como tecnología preventiva e insuficientes conocimientos sobre prevención del VIH/sida.

¿Cuáles son las creencias que aún se mantienen entre los futuros docentes y que debemos derribar en Chile?

Encontramos mitos y creencias irracionales sobre vías de transmisión. Los siguientes ejemplos son una prueba de ello. El 44,5% de la muestra cree que es verdadera la afirmación “el virus del sida se puede transmitir si alguien come alimentos que han estado en contacto directo con la sangre de una persona infectada”, un 34,2% declara no saber si es verdadera o falsa la afirmación “un niño con el virus del sida puede transmitirlo a otros si sufre un accidente mientras juega”.

Sobre la base de estos mitos, aparece la idea de contagio y temor al contagio, que no son más que herramientas de los grupos hegemónicos para generar la exclusión de la diversidad. Este temor debe ser erradicado y reemplazado por conocimientos e insumos que permitan prevenir la transmisión del VIH/sida.

¿Cómo ha evolucionado la manera en que ven la sexualidad, el género y el VIH/sida los maestros chilenos?

Tanto las encuestas generales (INJUV, Instituto Nacional de la Juventud, 2003), como las específicas sobre tolerancia y no discriminación (Fundación Ideas, 2003; UNICEF, 2004) que se han desarrollado en años anteriores, muestran altos niveles de discriminación hacia lesbianas y homosexuales. Es así como, en la IV Encuesta Nacional de la Juventud, el 25,5% declara que no le gustaría tenerlos como vecinos, disminuyendo al 21% en la V Encuesta.

Por el contrario, en este estudio sí se perciben cambios en la mirada frente a la diversidad sexual. En temas de distancia social, es decir, a la disposición a compartir espacios sociales de distintos grados de proximidad con homosexuales y lesbianas, vemos una importante aceptación. El 90% concordó con las opciones de tenerlos/as como compañeros/as de trabajo, vivir en el mismo barrio y tenerlos/as como amigos/as. Los porcentajes experimentan una disminución en los ámbitos más íntimos de interacción, como compartir un departamento o vivienda, o frecuentar los lugares a que ellos/as asisten, pero estos valores nunca descienden del 50%.

En la Primera Encuesta sobre Tolerancia y No Discriminación, el 71% muestra algún grado de acuerdo con la afirmación “Los médicos deben investigar las causas de la homosexualidad para evitar que sigan naciendo más”, el porcentaje bajó a 59% en la segunda encuesta y a 51% en la tercera.

Por el contrario, al indagar en las concepciones sobre la homosexualidad, es decir, los modos de comprender la homosexualidad y el lesbianismo, los mayores porcentajes se concentraron en atributos positivos. De hecho, el 69,3% estimó que la homosexualidad y el lesbianismo son una orientación sexual tan respetable como la heterosexual, siendo que el mismo porcentaje señaló que correspondían a una expresión de la diversidad sexual presente en la sociedad. Sólo un pequeño porcentaje lo relacionó con elementos negativos como conductas “antinaturales” o “pecaminosas”.

¿Qué cambios son prioritarios para que los futuros docentes puedan contar con más y mejores herramientas para enfrentar estos temas?

Es fundamental contar con un plan nacional de educación en sexualidad y afectividad, que integre el tema de prevención y que abarque las mallas curriculares de las universidades y sus carreras de pedagogía. También es prioritario contar con la existencia de programas para todos los colegios, con bajada local o regional, e independientes del municipio. Otro cambio importante es el fin del tutelaje del arzobispado sobre los programas de educación en sexualidad y el fin de la transversalización de temas relativos al género, sexualidad, afectividad y VIH/sida, para convertirse en contenidos curriculares obligatorios en las escuelas.

¿Cuáles serían las condiciones en nuestro país para que esos cambios puedan implementarse en un futuro cercano? ¿Están dadas esas condiciones?

La existencia de grupos de poder dentro del gobierno como la democracia cristiana (DC), así como la oposición de derecha, son elementos de alta influencia y conservadurismo que hacen muy difícil el logro de los elementos planteados. Esta lucha de poderes se ha visto históricamente en Chile ya que la educación en sexualidad está situada en el ámbito de los “temas valóricos” y, por lo tanto, atravesada por un sinnúmero de temas ideológicos.

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