Gina Yañez de la Borda es directora del Movimiento Manuela Ramos, una de las más importantes organizaciones feministas del Perú, que este año cumple 30 años de actividad ininterrumpida. Con tres décadas de trabajo por los derechos de las mujeres, Yañez ha sido protagonista en el logro de leyes para la eliminación de la violencia contra la mujer y, junto con CLADEM (Comité Latinoamericano por los Derechos de las Mujeres), continúa bregando por la despenalización del aborto.
¿Qué desafíos se imponen a la mujer en lo que respecta a sus derechos sexuales y reproductivos –principalmente en materia de la despenalización del aborto– frente a un 8 de marzo más? ¿En su país, qué avances fueron alcanzados en esta discusión?
Remitiéndonos a las pruebas, podemos decir que a la actual gestión del Presidente García parece importarle poco o nada tanto el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos como el día a día y la vida de las mujeres, sobre todo de las más pobres.
Es preocupante que las autoridades gubernamentales no entiendan que los derechos sexuales y derechos reproductivos también están comprendidos en los derechos humanos y por lo tanto deben ejercerse como parte de la ciudadanía. Parece obvio para este siglo decir esto, pero aún entablamos una ardua lucha para que las mujeres podamos ser realmente dueñas y soberanas de nuestro cuerpo. Si ni de eso somos dueñas, ¿entonces de qué lo somos?
En el Perú se estima que cada ocho horas muere una mujer por complicaciones derivadas del embarazo, de las cuales el aborto es una de las principales causas. Sin embargo, a pesar de que el aborto terapéutico se encuentre despenalizado, no se puede aplicar porque no se cuenta con instrumentos administrativos tales como un protocolo de atención que oriente al personal médico en su quehacer institucional. Tampoco debemos ser ingenuas: en estos últimos años los grupos conservadores y la jerarquía de la Iglesia Católica han fortalecido sus relaciones y presencia política, impactando en los avances normativos para la equidad y los derechos de las mujeres.
Para el ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos es necesario que las mujeres cuenten con información, educación, programas y servicios accesibles, sostenibles en el tiempo y sustentados presupuestariamente, esto con una perspectiva nacional dentro del marco de la descentralización. Sin embargo, acá también se impone una línea conservadora que, desconociendo nuestra condición de Estado Laico, nos limita ese derecho.
Este año la Iglesia Católica ha lanzado en Brasil la Campaña de la Fraternidad, cuyo lema es «Elige, entonces, la vida», una apelación clara a su oposición a la despenalización del aborto. ¿En su país, cómo se enfrentan las tentativas de influencia de la Iglesia en las decisiones del Estado, en lo que respecta a esta temática?
Lamentablemente en el Perú, la Iglesia Católica y los grupos conservadores tienen en la práctica mucha influencia en las decisiones estatales relacionadas con la vida y el cuerpo de las mujeres. Desde las organizaciones de mujeres se vienen impulsando acciones diversas que, por ejemplo en caso del aborto terapéutico, tienen como fin lograr su aplicabilidad para que, como viene sucediendo, la falta de un protocolo o norma técnica no funcione como excusa para que las mujeres deban recurrir a abortos inseguros. A su vez, estas acciones también buscan que el personal de salud esté informado y capacitado sobre los derechos de las mujeres; los servicios proporcionen métodos anticonceptivos y la AOE (anticoncepción oral de emergencia) y que se escuche las voces de las mujeres.
Sabemos que estamos frente a grupos organizados y con poder económico,orientados a influenciar en las políticas, para los cuales la vida de la mujeres no es prioridad. Los gobernantes olvidan que el Perú es un Estado Laico, donde ni la religión ni las opiniones deben primar sobre los derechos fundamentales de las mujeres.
Las mujeres cada vez conquistan más espacio en el campo del trabajo y en las esferas del poder, a pesar de ser todavía minoría y recibir salarios menores en relación con los hombres. Según su análisis, ¿qué es necesario hacer para alcanzar la igualdad en esos campos y cuáles son los motivos por los que aún se mantiene esa desigualdad?
La cuota sin duda ha permitido mayor presencia de mujeres en cargos formales a nivel local, regional y nacional. Esto ha tenido un impacto efectivo, pero aún hay grandes tareas que enfrentar.
Las mujeres siguen siendo discriminadas y subvaloradas no solo en ámbito público sino en la propia familia. Las tareas domésticas y el cuidado de los hijos/as aún son actividades atendidas esencialmente por nosotras, con la consecuencia de tener dobles y triples jornadas. Por otro lado, se vive la resistencia de algunos políticos que se sienten invadidos. Además, las mujeres debemos dejar de tener miedo.
Entre las tareas pendientes están las de promover leyes, políticas públicas y programas que estimulen la participación de las mujeres, fomentando el ejercicio y reconocimiento social y político de las mujeres. Debemos seguir en las acciones que desarrollen sus capacidades y liderazgo, en las acciones de sensibilización y sobre todo, a pesar de las dificultades, entrar a la vida política de manera creativa, motivando un clima de subjetividad que estimule la participación con nuestras agendas y nuestros sueños.