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Las latinoamericanas eligen

Por Washington Castillos (Brasil)

Colaboraron: Jimena Arias Feijoo (Argentina); Franklin Gil Hernández (Colombia); Pilar Pezoa (Chile); Fernando Mino (México); Mariella Sala (Perú). Traducción: Andrea Lacombe

 

En julio se cumplieron 40 años de la encíclica “Humanae Vitae”, considerada como un marco para la manutención de la posición irreductible del Vaticano con respecto al uso de métodos contraceptivos. Años antes de su publicación, en 1968, debido al contexto de cambios en cuestiones relacionadas con la sexualidad y la planificación familiar, el Vaticano había formado una Comisión de especialistas para estudiarlas. Esta comisión recomendó mayor abertura por parte de la Iglesia Católica a las reivindicaciones de las y los fieles, admitiendo una mayor libertad en asuntos relativos al control de la reproducción. A pesar de esto y contradiciendo la opinión de los especialistas, el Papa Pablo VI promulgó aquella encíclica, reafirmando la posición milenaria de la Iglesia Católica Romana con relación al aborto, la esterilización y la contracepción. Hasta ahora el ala conservadora de la jerarquía católica —reforzada por el actual Papa Benedicto XVI— continúa prohibiendo el uso de cualquier método artificial de planificación familiar. De todos modos, a pesar de la fuerte influencia de la religión en las diversas culturas latinoamericanas —especialmente en el plano político— investigaciones recientes muestran que existe un gran hiato entre la práctica de las personas y lo que dicta la enseñanza tradicional del magisterio católico en relación a sus decisiones reproductivas.

Un buen ejemplo es la reciente Investigación Nacional en Demografía y Salud de la Infancia y de la Mujer (PNDS 2006), financiada por el Ministerio de Salud brasileño, cuyos resultados revelan una tasa significativa de prevalencia del uso de contraceptivos —el porcentaje de mujeres casadas o sexualmente activas sin pareja estable que actualmente usan algún método contraceptivo es del 81%, por sobre el promedio mundial que es del 60%. Fueron entrevistadas cerca de 15.000 mujeres entre 15 y 49 años de edad; de ellas, prácticamente todas las que regulan la fecundidad utilizan métodos contraceptivos modernos: 29% de las mujeres actualmente en pareja están esterilizadas, 21% usan píldoras, 12% recurren al preservativo masculino, 5% tienen un compañero vasectomizado y sólo 3% usa métodos tradicionales. La investigación expone también una disminución en las tasas de fecundidad observada y la deseada, así como en la diferencia entre una tasa y otra: de 2,5 y 1,8 hijos en 1996, las tasas bajaron hasta 1,8 y 1,6 hijos en 2006, respectivamente.

Incluso entre católicas y católicos, la prevalencia contraceptiva es clara: una investigación realizada por la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) de Brasil revela que el 97% de los católicos entrevistados apoyan el uso de preservativos y su distribución por parte del gobierno, 86% está de acuerdo con la planificación familiar a través del uso de métodos anticonceptivos. En relación con la píldora del día después, 71% acepta el uso en casos de relación desprotegida y el 90% en casos de violación.

En México, la introducción en 1974 de la frase “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el numero y el espaciamiento de sus hijos” en el artículo 4 de la Constitución, marcó el inicio de una política poblacional que se mantiene hasta hoy. De la reforma derivó una ley federal de población y la creación de un Instituto Nacional en la materia, lo que permitió la expansión del acceso a métodos anticonceptivos. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2000, el porcentaje de mujeres en edad fértil que usaban algún método anticonceptivo en ese país era del 70.8%. Los resultados de esta política también fueron exitosos en términos demográficos: el promedio de hijos por mujer bajó de de 5,7 en 1976 a 2,1% en 2008.

En 2005 la anticoncepción de emergencia (píldora del día después) fue integrada al cuadro básico de medicamentos distribuidos por los servicios públicos de salud, lo que generó discusión y rechazo por parte de grupos conservadores. La pugna llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual rechazó los recursos contra la inclusión de la anticoncepción de emergencia en las políticas de población del gobierno mexicano. Esto en un país en el que, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2000, 88% de los mexicanos se declaran católicos, una cifra estable pero en descenso: en 1980, la misma encuesta mostró que el 96.2 % se declaraba católico. Es importante resaltar que los artículos 3 y 24 de la Constitución mexicana garantizan la laicidad del Estado y la libertad para el ejercicio de cualquier culto. No obstante, la investigadora Raffaela Schiavon, directora de IPAS México, afirma que “pese al marco legal, la cobertura de los servicios de salud reproductiva tiene muchas fallas que se entrelazan con la desigualdad y la pobreza, factores que se traducen en perjuicios para la salud de las mujeres mexicanas.”

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva (2003), en México 77 de cada 100 mujeres urbanas y 66 de cada 100 mujeres rurales que viven en pareja usan algún método anticonceptivo; pero si tienen entre 15 y 19 años, solo 45 de ellas lo hacen. “De cada 100 adolescentes que viven en nuestro país, ocho ya han tenido un hijo —pero sólo tres de ellas declaran que fue deseado. Si estas adolescentes pertenecen a un estrato socioeconómico muy marginado, son 16 las que ya han vivido esa experiencia, en cambio, si vienen de familias ‘acomodadas’, eso sólo sucede con 0.06 por ciento de ellas”, evalúa Schiavon.

“Si analizamos uno de los indicadores más importantes relacionados con la mortalidad materna —la atención calificada del parto— vemos que en estados como Sinaloa, Baja California, Nuevo León y la ciudad de México, prácticamente todas las mujeres son asistidas al momento del parto por un médico. En cambio en Chiapas, cuatro de cada 10 son asistidas por personal no médico, por familiares o por ella mismas”, continua la especialista. “Entre 1990 y 2004 ha muerto en México un verdadero ejército de mujeres por razones ligadas al embarazo y parto: 20.222 (sin asumir el subregistro). De estas, 1.444 murieron por aborto, entre ellas 190 niñas y adolescentes —entre los 10 y los 19 años. La gran mayoría de éstas son mujeres sin ningún tipo de seguridad social. Cuatro estados concentran el 45% de todas las muertes maternas por aborto: DF, Chiapas, Estado de México y Veracruz. En la ciudad de México, en 2005, el aborto representó la tercera causa de muerte materna”, reveló la investigadora en entrevista con Letra S, Salud, Sexualidad y Sida, en noviembre de 2006.

“La mala educación” en Chile 

Con una población estimada de aproximadamente 16 millones de habitantes (15.589.147 según el Censo de 2002), Chile —donde 70% de las personas mayores de 14 se declaran católicas— está actualmente en un impasse entre las necesidades de la sociedad y los valores morales de los grupos conservadores liderados por la jerarquía católica: en abril, el Tribunal Constitucional de ese país decidió prohibir la distribución de la píldora del día después en los consultorios públicos, casi un año luego de que dicha distribución fuera garantizada por el Estado. Para la médica Soledad Díaz, investigadora del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER), que desde hace 40 años se dedica a temas de salud reproductiva y planificación familiar, “lo más impactante son los esfuerzos sistemáticos de la jerarquía católica y sus aliados conservadores por impedir la autonomía de las y los jóvenes y de las mujeres en general, su libertad para decidir sobre su vida y sus proyectos reproductivos. Hoy en Chile, todavía no hay educación sexual adecuada en los colegios públicos y los y las adolescentes tienen escaso acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva”, afirma.

De acuerdo con los datos revelados por la IV Encuesta Nacional de Juventud (INJUV) de 2004, la edad promedio de la iniciación sexual es de 17 años. Entre las mujeres la iniciación sexual ocurre alrededor de los 18 años, mientras que entre los hombres sucede a los 16 años. Lo que más llama la atención es la alta proporción de jóvenes que tuvieron su primera relación sexual sin usar métodos anticonceptivos (64% de las y los entrevistados). Solamente 34% de estos declara haber usado preservativo, 40% píldora y 22% dispositivos intrauterinos.

Otra consecuencia de la sexualidad desprotegida se asocia a la salud, especialmente si consideramos que el mayor número de casos de SIDA diagnosticados en Chile se da entre los 25 y los 34 años. Teniendo en cuenta que el VIH tarda aproximadamente 7 años en desarrollar la enfermedad, se deduce que la infección en estos grupos se produce durante la adolescencia o juventud, revela la encuesta.

Por otro lado, a pesar del poder de la Iglesia Católica en el país y su influencia en la educación de las y los jóvenes, una encuesta del ICMER muestra que la población de usuarias de anticonceptivos bajo control en establecimientos del Sistema Nacional de Servicios de Salud (SNSS) creció notablemente: de 600.374 mujeres en 1990 a 1.141.798 en 2005, siendo este importante aumento atribuible a una mayor demanda espontánea de parte de la población. Del total de mujeres que utilizan el sector público de salud, 54% optan por un dispositivo intrauterino, 36% por anticonceptivos orales y 7% por otros métodos hormonales, mientras que el resto usa métodos anticonceptivos de barrera (diafragma o preservativo).

La encuesta Adimark, realizada en abril de 2008, muestra que el uso de métodos anticonceptivos está generalizado en el país. Ante la consulta sobre si utiliza algún método anticonceptivo, 86.1% de las mujeres y hombres entrevistados respondieron sí, y apenas el 13.9% no. De acuerdo con la encuesta, el método más utilizado es la píldora (72,5%), seguida del preservativo (48,3%), otros métodos naturales (9,7%), DIU (6%) y otros (4,1%).

El estudio también abordó la cuestión del aborto: del total de los que respondieron a la pregunta ¿Bajo qué circunstancia aprobaría un aborto?, 15.9% afirmó que cuando la mujer no quiere tener un hijo, cualquiera sea la razón; 67.5% cuando la mujer ha quedado embarazada debido a una violación; 63.8% cuando está en peligro la vida de la madre; 44.0% cuando la salud de la madre está en riesgo por el embarazo; 26.9% cuando existe la probabilidad de que el bebé nazca física o mentalmente discapacitado;11.6% marcó cuando la madre es muy joven para enfrentar la crianza de un hijo y 9.5% cuando se tiene dificultades económicas y costaría mantener un nuevo hijo. Finalmente, 7.3% lo aprobarían cuando el embarazo es fruto de una aventura amorosa. En este tipo de pregunta, las opciones de respuesta son múltiples, es decir que cada persona entrevistada puede mencionar varias circunstancias a la vez. Sólamente un 22.2% de las personas entrevistadas nunca aprobarían la realización de un aborto.

Para Teresa Valdés, del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM), el monopolio de las voces conservadoras en los medios de comunicación —que controlan además la propiedad de estos— ha creado una percepción equivocada acerca de la sociedad chilena como país de costumbres muy tradicionales, lo que no se refleja en las encuestas de opinión. “Lo que se aprecia es un avance heterogéneo, sin duda, pero un avance en los procesos de modernización cultural y de individuación. Factores relacionados con los cambios sociales y económicos propios de la modernización, que van desde las relaciones laborales a las familiares, han modificado las pautas de conducta de chilenas y chilenos, lo que se expresa fuertemente en el ámbito de la sexualidad, la identidad, las relaciones afectivas y la vida privada. Se ha producido una revolución valórica y de la conducta sexual en los últimos 20 años”, afirma Valdés.

Colombia: aumento de la esterilización femenina

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS 2005), en Colombia la esterilización femenina continua siendo el principal método de planificación familiar entre mujeres casadas o en pareja, 31%, siendo que en la encuesta del 2000 el porcentaje era del 27%. A este método le siguen el DIU, (11%) y la píldora (10%). El preservativo ocupa la cuarta posición en la preferencia de los/as colombianos/as (7%). Entre las mujeres en pareja, el uso de métodos tradicionales disminuyó en las encuestas desde el 12% en 2000 al 10% en 2005.

El uso total de métodos anticonceptivos aumentó 6% entre 1990 y 1995, mientras que en el período entre 1995 y 2000 el aumento fue de 5% y entre 2000 y 2005 solamente de 1%, lo que demuestra el estancamiento del país en términos de planificación familiar. La píldora, que por mucho tiempo fue el método preferido en el país, sufrió un descenso importante, bajando del 14% al 10 % en el mismo período de 15 años. En el mismo, a su vez, el uso de la esterilización femenina se ha incrementado en 10%, al pasar de 21 al 31%. El sector privado sigue siendo la principal fuente de suministro de métodos modernos en Colombia (57%). A pesar de que cerca del 70% de la población del país está afiliada al Sistema de Seguridad Social en Salud, este tiene una participación total de sólo 8% como fuente de suministro de métodos anticonceptivos.

La tasa global de fecundidad en el país es de 2,4 hijos por mujer —este índice pasó de 2,6 en la ENDS 2000, a 2,4 hijos por mujer en el 2005. En zonas urbanas la tasa total de fecundidad bajó de 2,3 a 2,1 hijos por mujer y en zonas rurales de 3,8 a 3,4. El grupo de edad con la mayor tasa de fecundidad, 132 nacimientos por mil mujeres, es el de 20-24 años, seguido por el de 25-29 años de edad. Con excepción del grupo de menores de 20 años, las otras mujeres, especialmente aquellas de 25 a 39 años, continúan la tendencia observada hacia la disminución de su fecundidad. Como se ha podido comprobar a través de todas las encuestas, la fecundidad ha venido disminuyendo desde mediados de los años sesenta, cuando la tasa total de fecundidad se estimó en 7 hijos por mujer. Entre 1985 y 1995 se estabilizó en 3 hijos por mujer. A su vez, las mujeres menores de 20 años vienen aumentando su tasa de fecundidad en los últimos 20 años: en 1990 se estimó alrededor de 70 por mil, mientras en 1995 subió a 89 y en el 2005 se estima en 90 por mil. Una de cada cinco mujeres de 15 a 19 años ha estado alguna vez embarazada: 16% ya son madres y 4 % está esperando su primer hijo.

Una encuesta del año 2001 realizada por El Tiempo, diario de mayor circulación del país, revela que un 81% de la población se declara católica. A su vez, los resultados de la encuesta de opinión a personas católicas sobre comportamientos y actitudes con relación a los derechos sexuales y reproductivos, Iglesia y Estado del año 2003, realizada en México, Bolivia y Colombia por Católicas por el Derecho a Decidir afirma que 9 de cada 10 entrevistados están de acuerdo con la inclusión de cursos de educación sexual en las escuelas, a la vez que 8 de cada 10 encuestados (94%) consideran que los servicios de salud públicos deben ofrecer anticonceptivos de manera gratuita.

Más datos: el 88% consideró que en los cursos de educación sexual se debe enseñar a los jóvenes a prevenir el embarazo utilizando métodos anticonceptivos; 83% está de acuerdo con que esos anticonceptivos estén disponibles para adolescentes; 96% cree que el gobierno debe proporcionar el uso de condones para combatir el virus del sida; el 82% está de acuerdo con la anticoncepción de emergencia en caso de violación y el 65% concuerda con la anticoncepción de emergencia para evitar un embarazo. Ante la pregunta de si consultarían a un sacerdote para decidir si usa o no un anticonceptivo, 7 de cada 10 encuestados respondieron que no. La mayoría de las personas desconocen las posturas de la Iglesia sobre anticoncepción; 4 de cada 10 encuestados respondieron que la Iglesia está en desacuerdo con la anticoncepción y 8 de cada 10 encuestados apoyaron la idea de que la Iglesia permita el uso de métodos anticonceptivos modernos.

Perú: los jóvenes prefieren el método del calendario

En Perú —país donde 16.60.443 personas profesan la religión católica (el equivalente a 81,3% según el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2007)— los mayores niveles en el uso de métodos anticonceptivos corresponden a mujeres residentes en áreas urbanas (74,3%) y de la región metropolitana de la capital, Lima (72,9%), de acuerdo con la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud (ENDES 2004–2005). El Centro de Ginecología Preventiva OngcoGyn reveló que siete de cada diez personas en el país planifica el número de hijos que tendrá con el uso de métodos anticonceptivos. Según información del OncoGyn, el método anticonceptivo preferido por las mujeres es el inyectable, con una aceptación que llega al 13%. «Desde 1996 a la fecha, el inyectable es el método de mayor elección en el país, porque representa una de las opciones efectivas y seguras para las mujeres que requieren de una protección reversible, es decir que les permita retornar rápidamente a la fertilidad una vez suspendido el tratamiento», manifestó el gineco-obstetra Rolly Hilario Esteban. Otros métodos de planificación familiar de mayor demanda son la píldora, los métodos naturales, dispositivos intrauterinos, ligaduras de trompas y tabletas vaginales.

Por otro lado, el 90% de los adolescentes peruanos entre los 15 y 19 años sexualmente activos y sin pareja estable no utiliza ningún método anticonceptivo y sólo el 6,4% elige métodos modernos como la píldora, inyecciones y el uso de condón, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2006, donde se precisa que el 3,2% de esta población opta por métodos tradicionales como el del calendario o del ritmo.

Un estudio realizado en 14 países de América Latina sobre Usos y Prácticas de Anticoncepción reveló que el Perú ocupa el quinto lugar entre los países con menor uso de métodos anticonceptivos: sólo el 65 por ciento de la población femenina afirmó utilizar alguno. Por el contrario, los países con mayor uso fueron Uruguay (86%), Chile (82%), Argentina (81%), Brasil (78%) y El Salvador (76%). “Los resultados de la investigación evidenciaron que una de cada tres peruanas no utiliza métodos anticonceptivos, y que las que lo hacen generalmente empiezan con el método del ritmo”, sostuvo Daniel Aspilcueta, director del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam), entidad que coordinó el desarrollo del estudio.Debido a su gran alcance en toda la región, esta encuesta internacional permitió comparar los resultados peruanos con los de otros países. Así se encontró que mientras para las peruanas los inyectables son actualmente el método más usado (25%) —seguido por el ritmo (21%), las píldoras y la ligadura (13%), los condones (12%) y el DIU (11%)—, en el resto de Latinoamérica las mujeres optan, en primer lugar, por el uso de la píldora.

Otro dato interesante arrojado por el estudio es que si bien las peruanas comienzan a tener relaciones sexuales antes de los 19 años, recién después de los 25 empiezan a utilizar métodos anticonceptivos. La encuesta desarrollada por Quilate Research en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Perú fue realizada a propósito de los 40 años de la introducción de la píldora en Latinoamérica.

Argentina: Estado, credo y contracepción

En la Argentina, donde la mayoría de la población es católica —aunque el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas no tenga ninguna pregunta que permita estimar la cantidad de personas que se identifican con algún credo religioso— hasta la reforma de la Constitución Nacional de 1994, uno de los requisitos para ser electo Presidente de la nación era ser católico. A pesar de toda la influencia de la Iglesia Católica, los resultados de la encuesta ya citada, emprendida por el Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam), muestran que ese país es uno de los que hacen mayor uso de contraceptivos en la región. Este dato es el resultante de un proceso reciente, iniciado a fines de 1983 con el retorno de la democracia al país, cuando comenzaron a desarrollarse las primeras iniciativas de política pública vinculada a temas de salud y derechos sexuales y reproductivos. En 1986 se suprimieron las restricciones al funcionamiento de servicios de planificación familiar que estaban vigentes desde mediados de la década del 70, impulsadas por la ideología pronatalista encarnada por el gobierno militar —aunque la eliminación de tales restricciones no significara cambios en la provisión de esos servicios a corto plazo.

El debate social sobre salud sexual y reproductiva dio un salto cualitativo cuando, a mediados de los años 90, diversas provincias argentinas sancionaron legislaciones sobre salud sexual y procreación responsable. Resultado del mismo proceso, en 2002 fue sancionada la ley nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley Nº 25.673). Desde su creación, este programa dependiente del Ministerio de Salud de la Nación es responsable por la compra centralizada y distribución a las provincias de métodos anticonceptivos. Sin embargo, los avances han sido conquistados lentamente. Sólo en agosto de 2006 se sancionó y promulgó la ley 26.130, que regula las intervenciones de contracepción quirúrgica, estableciendo que toda persona mayor de edad tiene derecho a acceder a la ligadura de trompas de Falopio en el caso de las mujeres y a la ligadura de conductos deferentes o vasectomía en el caso de los hombres, en los servicios del sistema público de salud.

En una encuesta de opinión pública en grandes centros urbanos sobre salud y derechos sexuales y reproductivos realizada en 2006 por CEDES-UNFPA, frente a la pregunta ¿Cuán grave es para la salud de la población de nuestro país la falta de políticas sobre anticoncepción?, el 80% de los encuestados la consideraron grave o muy grave, a la vez que más del 70% afirmó pertenecer a la religión católica.

En Argentina muchas escuelas públicas de gestión privada son sostenidas por la Iglesia Católica con subvención del Estado. Esas escuelas, donde se imparte educación religiosa a los alumnos, están nucleadas en una organización con gran incidencia pública denominada CONSUDEC (Consejo Superior de Educación Católica), organismo oficial de la Iglesia, de carácter nacional. El CONSUDEC es el gran obstáculo a la ley de educación sexual sancionada en octubre de 2006. El poder político de la Iglesia en la Argentina se expresa también de otras maneras: cuatro provincias cuentan con leyes que reconocen el “Día de los derechos del niño por nacer”, promovido por Decreto Presidencial Nº 1406 de 1998; Ley Nº 7.349 (2005) en Mendoza; Ley Nº 7.357 (2005) Salta; Ley Nº 7.593 (2005) en San Juan y Ley Nº 7.143 (2001) en Tucumán.

Nueva tendencia mundial

La tasa de fecundidad (TFT) por debajo del mínimo para la reposición de la población —de 2.1 hijos por mujer— todavía no es una característica de todos los países citados. Sin embargo, a contrapelo del “creced y multiplicaos” de la Iglesia, lo que se observa en estos días —tendencia mundial acompañada por las culturas latinoamericanas— es una propensión a tener pocos hijos (o simplemente no tenerlos). Hoy la opción de no tener hijos es uno de los temas más discutidos en los países desarrollados. El término Kid-free zone, usado para designar áreas donde los niños no son admitidos, es una expresión cada vez más común en los Estados Unidos. En Francia, el libro No Kid – Quarante raisons de ne pas avoir d’enfant , de la psicoanalista y economista Corinne Maier, ya es un best-seller que ha vendido más de 45mil ejemplares. El mismo éxito ha tenido el libro Child-Free and Loving It de la periodista británica Nicki Defago.

La maternidad también está perdiendo espacio en las naciones en desarrollo. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), entre 1995 y 2005 el porcentaje de parejas con hijos en Brasil se redujo de 63,7% a 53,3% en las Regiones del Nordeste y del Sudeste. La baja es el resultado de la reducción de la fecundidad de las mujeres en el país como un todo —la tasa promedio de Brasil es aún más baja, 1,8 hijos por mujer, comparada con 6,3 hijos en 1963. La Encuesta Nacional en Demografía y Salud de la Infancia y la Mujer (PNDS 2006), citada al comienzo de este artículo, muestra que en el país el porcentaje de mujeres casadas o sexualmente activas y solteras que usan actualmente algún método artificial moderno es de 81%, por encima de la media del 60%, en un país considerado la mayor nación católica del mundo.

Inclusive la Iglesia, sus organizaciones y personas ligadas a ella, reconocen que luchar contra esta tendencia es difícil en el mundo de hoy. En una entrevista con Zenit —agencia internacional de noticias que trata temáticas de la Iglesia Católica— en ocasión del 40ª aniversario de la encíclica “Humanae Vitae”, Thomas Hilgers, pionero de las “tecnologías naturales de procreación”, declaró que lo que la Iglesia puede hacer es aumentar el número de mujeres que usan métodos naturales de planificación familiar: “En lo que respecta al negocio del control de nacimientos, creo que no podemos retirarlo del mercado. Lo único que podemos hacer es competir con él. Tenemos elementos realmente buenos para proponer, pero es como una pared en blanco: no convencen a la industria del control de la natalidad. Individualmente podemos convencer a las personas. El mundo de Margaret Sanger tiene una filosofía opuesta en 180º a lo que hacemos y a lo que enseña la Iglesia”, señaló.

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