Adecuar el cuerpo al género en el que cada quien se reconoce puede ser un deseo que sabe saltar obstáculos, miedos, mitos. En este país, las operaciones de cambio de sexo se realizan en el sistema de salud pública, siempre y cuando se logre atravesar el laberinto de la autorización judicial —necesaria según la legislación vigente, dictada por el gobierno de facto de Onganía— y los protocolos médicos que convierten en “casos” a quienes reclaman por el íntimo y personalísimo derecho a la identidad.