LAS HISTORIAS DE Juana, Shirley y Kemberly, son una muestra de las dificultades de los homosexuales de asumir su identidad en prisión. Así es Bellavista, por dentro.
De pómulos pintorreteados y adornado con una cabellera de ángel que le llegaba hasta la cintura, Pedro Andrés Vargas Acevedo supo lo que era despedir, de un tijeretazo, la mujer que llevaba dentro.
-¡Es que usted no viene para una cárcel de locas. Usted llegó fue a una prisión de varones, de hombres de verdad!- le gritaron el día que puso el primer pie en la Cárcel de Bellavista.