Este año, por primera vez, se reunieron activistas intersex de los cinco continentes. El primer acuerdo al que llegaron es un llamado a detener las mutilaciones genitales infantiles en nombre de la “normalización” de esos cuerpos que no pueden ser leídos ni como hombres ni como mujeres al momento de nacer. Sin embargo, son muchas las preguntas que se abren una vez suscripto el primer acuerdo: ¿cómo se incorpora la I de intersexual en esa sigla que intenta glosar el arco político de la diversidad sexual? ¿Hay algo más que corrección política en ese gesto? ¿Cómo se enfrenta a la medicalización de los cuerpos intersex cuando éstos parecen definirse desde el diagnóstico? ¿Las personas intersex son la oportunidad para cuestionar el sistema que divide al mundo entre hombres y mujeres? Las respuestas están abiertas y también escritas en los cuerpos de quienes ahora, en conjunto, dicen basta.