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Bioética y feminismo

Tanto en América Latina como en otras regiones del mundo, la bioética se ha convertido en la arena de debate por excelencia de cuestiones relacionadas con la vida, la sexualidad y la reproducción. Como señala la socióloga chilena Claudia Dides, si bien estos aspectos remiten a cuestiones relacionadas aparentemente con el ámbito privado, se vuelven no sólo públicas sino también políticas en el momento en que son objeto de leyes y regulaciones. Es así como instituciones que articulan relaciones de poder y movilizan representaciones sociales salen a ratificar su control sobre tales dominios cuando actores sociales discuten temas como la interrupción voluntaria del embarazo, el uso de métodos artificiales de reproducción y de contracepción o la eutanasia.

Aunque actores religiosos conservadores hayan buscado recientemente legitimar sus agendas en este ámbito mediante argumentos científicos, sería temerario concluir la identificación de la bioética con estos grupos. La bioética define un escenario complejo, donde confluyen cuestiones de orden moral, jurídica y biomédica. En él participan diversos actores, cuyo horizonte puede ser el de la profundización de la democracia o el de la restrincción de libertades y derechos de los individuos.

Al respecto María Teresa López de la Vieja, catedrática de Filosofía Moral de la Universidad de Salamanca, afirma que si bien en sus inicios la bioética no hizo eco de los reclamos de las mujeres, este ha sido un campo “multidisciplinar, interdisciplinario y plural”. En tanto reúne temas que tensionan aspectos clave para las agendas feministas como la autonomía de las mujeres sobre su propio cuerpo, con el tiempo la bioética se ha consolidado como un importante terreno de lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres.

En entrevista con el CLAM, López de la Vieja, autora de La mitad del mundo. Ética y crítica feminista (2004) y editora de Ensayos sobre bioética (2009), habla sobre el lugar del feminismo en la consolidación de esta disciplina y sobre los aspectos más polémicos de esta relación. Se refiere al abordaje de cuestiones como el aborto y la fecundación in vitro en este contexto.

¿Qué lugar han ocupado el género como categoría analítica, los derechos de las mujeres y las discusiones sobre concepción/contracepción en los debates bioéticos?

Género es, en efecto, una categoría para analizar las relaciones sociales y políticas. No se trata de biología ni de sexo sino de división de papeles; esta produce relaciones de poder, desigualdades y, en fin, un mundo escindido. Las teorías feministas –en Historia, en Ciencias Sociales, en Psicología, en Literatura, en Bioética, en todas las aéreas– rechazan el dominio sobre las mujeres y su falta de autonomía en la esfera pública y en la esfera privada. La Bioética feminista –en plural, con teorías y métodos distintos– ha contribuido a la crítica de prejuicios y estereotipos en temas de salud, también en lo que concierne a la salud reproductiva. En la búsqueda de la igualdad para mujeres y hombres y en las críticas al sistema patriarcal, ha quedado en evidencia el modelo convencional de la maternidad. En ese contexto habría que situar las discusiones sobre concepción/contracepción. Por ejemplo, la analogía empleada por J.J.Thomson, el “violinista enfermo” ayudaría a comprender el drama de los embarazos no deseados. [Al respecto de esta analogía ver Derechos relativos, derechos absolutos.]

¿Cómo ha sido la relación entre feminismo y bioética? ¿Cuáles son los puntos neurálgicos?

La Bioética como disciplina surge a comienzo de los años setenta, pero hasta finales de los ochenta no se hace eco de la experiencia de las mujeres. Por ejemplo, en su edición de 1978, la Enciclopedia de Bioética recogía un artículo sobre Biomedicina y mujeres. En esos mismos años, el trabajo de C.Gilligan sobre el cuidado y la “otra voz” sobre la moral no tuvo impacto en la Bioética, a pesar de que las actividades de cuidado son fundamentales para la salud y la calidad de vida. En los años noventa, el trabajo de la Red Internacional de Bioética Feminista (International Network on Feminists Approaches to Bioethics – FAB) contribuyó al creciente interés por la perspectiva de género en este campo; las publicaciones de S.Sherwin, H.Holmes, L.Purdy, A. Donchin. M.Mahowald, S.Wolf, R.Tong, F.Luna, M. Lugones, M.Little, H. Pauer-Studer y otras muchas autoras han consolidado luego el “giro de género”. El Feminismo lleva a la Bioética temas de interés general, más allá de la salud sexual y reproductiva. De hecho, la división de roles tiene consecuencias múltiples para la práctica clínica y para la investigación, desde las expectativas sobre uso de los recursos sanitarios, la asignación de responsabilidades en la atención hospitalaria a domicilio, la atención a personas dependientes, la donación de órganos para trasplantes, la participación en ensayos y en investigación, hasta los denominados “costes invisibles” (A.Duran) de los sistemas de salud.

¿Considera que la bioética se ha convertido en el moderno baluarte de los llamados grupos "pro vida"?

La Bioética se ocupa de temas que afectan a la salud y a la calidad de vida y, por ello, suscitan reacciones distintas. Por la misma razón, son susceptibles de lecturas ideológicas, con versiones conservadoras. En especial, los temas relativos a la salud sexual y reproductiva han sido motivo de debate, siendo quizás más visibles las manifestaciones de aquellos grupos “pro vida” que han contado con foros y medios de comunicación, dispuesto a difundir estas posiciones militantes. Sin embargo, la divulgación y las opiniones que llegan a los medios de comunicación presentan tan sólo una parte de los debates. Un recuento completo de publicaciones especializadas, revistas con índices de calidad, congresos y actividades científicas en torno al tema demuestra que, como en sus comienzos, la Bioética es multidisciplinar, interdisciplinar y muy plural. Las bases de datos y repertorios ponen a disposición de cualquier persona elementos suficientes para distinguir qué es activismo y qué análisis bioético.

En diciembre del año pasado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado costarricense por prohibir la fecundación in vitro y lo obligó a levantar dicha restricción. Esto suscitó un debate en el que intervinieron actores religiosos, civiles y gubernamentales, que tuvo como escenario privilegiado la bioética. ¿Podría hablar un poco sobre abordajes bioéticos de cuestiones como ésta y como el aborto que tengan en cuenta los derechos de las mujeres?

El debate jurídico, ideológico y moral en torno a la fecundación in vitro ha sido especialmente intenso en Costa Rica. Desde 1987, la Iglesia Católica ha definido la posición contraria a aquellas técnicas que puedan implicar la destrucción de embriones humanos y, además, ha marcado una línea de argumentación no gradualista sobre la vida humana. Los argumentos gradualistas sobre el desarrollo humano han permitido, en cambio, aceptar y aplicar estas técnicas, siempre que se cumplan ciertos requisitos. Por ejemplo, la legislación española (Ley14/2007) rechaza la creación de embriones con fines de experimentación. La perspectiva de género incide en otros aspectos: los costes desiguales para mujeres y hombres del uso de técnicas de reproducción asistida y la vigencia de los modelos convencionales de maternidad y paternidad. En cuanto a la interrupción voluntaria del embarazo, éste sigue siendo un tema controvertido en la mayoría de los países, también en aquellos que la han regulado. Está muy presente en la agenda política e incluso en las campañas electorales, confirmando que “lo personal es político”, tal como han señalado las teorías feministas. El análisis bioético feminista permite ir más allá, hacia un enfoque más amplio y radical, pues no se trata solo de interrupción voluntaria del embarazo. Están las graves carencias en la educación y en las políticas sobre salud sexual y reproductiva; por ello, el Informe del Parlamento Europeo, del año 2002, hacía un llamamiento a los Estados de la Unión para que ofrezcan servicios sanitarios y recomendaba la legalización del aborto, a fin de eliminar las prácticas ilegales.

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