Editorial
Esta serie temática aborda los “fundamentalismos” en su intersección con la sexualidad y los Derechos Humanos. Ante la ausencia, por el momento, de un término más sofisticado que, como categoría de análisis, capture un fenómeno tan vasto y complejo, las cuestiones que pretendemos desarrollar se refieren a la actual vigencia de perspectivas no pluralistas en esferas donde la regulación de la sexualidad es foco de conflictos y compromisos políticos y morales.
Aunque no sea propiamente un tema nuevo para el CLAM, para el campo de los estudios sobre sexualidad o para el activismo de los derechos sexuales, nos parece urgente profundizar el conocimiento y el análisis del renovado protagonismo, en la política de Estado, de actores identificados como “religiosos”, cuyos mandatos llaman a la imposición de un orden único, basado en ideales conservadores y dogmáticos. En los países de América Latina actualmente –con antecedentes, analogías y otros matices en movimientos como la Mayoría Moral norteamericana, el Integrismo Islámico y también en la Derecha Hinduista–, esos actores se organizan contra la “amenaza” traída, entre otros “desvíos”, por la conquista de derechos para las mujeres y las minorías sexuales, por el abordaje de la diversidad sexual en las escuelas y en la prevención de ITS/SIDA, y por el acceso a la contracepción y al aborto legal. A través de alianzas con otros sectores conservadores –de cuño político o económico– y del regateo con actores democráticos para quienes la agenda de la equidad de género y los derechos de las minorías son reducidos a moneda de cambio en su programa político, ese activismo llamado “fundamentalista”, de gran apoyo popular para determinados segmentos, viene consiguiendo imponer su perspectiva y, en alguna medida, construir hegemonía.
En su acepción más corriente, en debates contemporáneos, el llamado “fundamentalismo” es definido como la disposición de base teológica para establecer una verdad revelada como único fundamento válido para la conducta humana, el conocimiento del mundo y la organización de la sociedad. No se trata siempre de una categoría autoatribuida, ni de uso consensual: ciertos actores evangélicos pentecostales, por ejemplo, que por su actuación pública llamamos “fundamentalistas”, en el campo religioso no serían reconocidos como “verdaderos fundamentalistas” por otras sectas que se atribuyen sólo a sí mismas la capacidad de hacer una fiel interpretación literal del texto bíblico. Su valor público más difundido es, para ser más precisos, como categoría de acusación, que vino a dar nombre a un fenómeno político de vasto alcance en el mundo actual.
Con todo, como llama la atención Luiz Fernando Dias Duarte, así como por un lado la historia del secularismo occidental moderno tiene sus raíces en el propio seno del cristianismo, por otro lado tales disposiciones antipluralistas, aparentemente oriundas del campo religioso, son fruto de una génesis socio histórica y política mucho más compleja y sus matices son variados.
Ante la constatación de que, aliada a otras formas de conservadurismo político, económico y moral, la subordinación de los asuntos de Estado a los dictámenes de la fe religiosa constituye hoy uno de los principales obstáculos para políticas que promuevan la equidad de género y el ejercicio de la sexualidad como derecho humano, nuestro propósito en esta serie es interrogar algunos supuestos detrás de la caracterización de ese proceso comprendido (apenas) en términos de oposición o separación Iglesia/Estado o Religión y Política. Por un lado, nos interesa expandir la discusión para explorar contextos de formación de dogmatismos no sólo religiosos, sino también científicos y políticos. Diferentes formas de determinismo científico, por ejemplo, no son extrañas a los discursos tanto a favor como en contra del derecho de la persona a su identidad sexual, así como las “terapias de conversión” (la llamada “cura gay”) articulan frecuentemente creencias religiosas con nociones (pseudo)científicas acerca de la orientación sexual. En temas como la regulación de la prostitución y de la pornografía, el llamado feminismo radical realiza un análisis reduccionista que justifica emprendimientos salvacionistas y una opción por la vía de la criminalización que tiene todo sentido en un contexto nacional securitizado.
Por otro lado, nos interesa cualificar el alcance tanto empírico como conceptual de –y tal vez criticar– la dicotomía fundamentalismo/pluralismo, para abordar, en contrapunto, las porosas fronteras, oposiciones y alianzas entre esfuerzos seculares y religiosas en la regulación de la sexualidad hoy en América Latina. Existen actualmente, especialmente en América Latina, notables y expresivas experiencias políticas y comunitarias de actores religiosos íntimamente comprometidos con la afirmación de la diversidad sexual, con la equidad de género y con los Derechos Sexuales y Reproductivos. Es el caso del movimiento de las Iglesias Inclusivas y de las Católicas por el Derecho a Decidir. Existe también un significativo acervo de estudios socioantropológicos sobre dichas experiencias.
Los textos publicados expresan el abanico de cuestiones que atraviesan esa discusión ampliada. Roger Raupp Rios, Juez Federal brasileño, colaborador permanente del CLAM, trae a colación el estatuto cardinal del principio de la laicidad en el orden democrático consagrado por el derecho constitucional de las naciones latinoamericanas. Siempre en riesgo, por la hegemonía social y política de actores eclesiásticos, la separación Iglesia/Estado hoy se encuentra amenazada por la disposición proselitista de actores evangélicos cuyo proyecto político contempla la subordinación del orden estatal a la revelación divina. El jurista aboga por la defensa de la libertad religiosa (también amenazada por la violación del principio de la laicidad) y por el refuerzo del debate libre y democrático, del derecho a la igual dignidad para todos los seres humanos y del pluralismo, ideal contrapuesto al poder unificado que la amenaza fundamentalista representaría.
En artículo, Manuel Rodríguez Rondón, antropólogo colombiano miembro del equipo de comunicación del CLAM, discute los efectos concretos de las políticas anti-trata en la vida de las personas vinculadas al comercio sexual en México –temática que viene siendo abordada por los Destacados del CLAM en otros países (ver vínculos abajo). La figura de la mujer que requiere ser salvada se encuentra ampliamente diseminada en políticas que enarbolan la protección de la vida y bienestar de las mujeres como su propósito, pero que simultáneamente relegan su voz, su autonomía y sus derechos. Dichas políticas frecuentemente exponen a las mujeres a distintas formas de violencia y la supuesta búsqueda de la equidad de género se encuentra atravesada por intereses variados, como legitimar la intervención militar en otros países, combatir el crimen organizado o garantizar la seguridad nacional. Pese a que dichas consecuencias han sido ampliamente denunciadas por activistas e investigadoras, más que suscitar sospechas, la retórica de la salvación goza de gran popularidad, lo que hace necesaria una crítica que exponga sus efectos de poder.
El equipo brasileño de comunicación del CLAM entrevistó especialistas con relación al Proyecto de Ley 8099/2014, que cursa en el Congreso brasileño, cuyo objetivo es incluir contenidos sobre creacionismo (perspectiva cristiana que en general niega la evolución de las especies y atribuye la existencia del universo y de la vida a la creación divina) en el currículo de las redes pública y privada de enseñanza. El proyecto reivindica para el creacionismo la misma condición del evolucionismo –también citado como “cientificismo”. Como señala el jurista Roger Raupp Rios acerca de la laicidad, que no obstaculiza, sino sirve como garantía de libertad religiosa, Emerson Giumbelli apunta en este texto que el campo de estudios abierto por el evolucionismo a partir de la obra de Charles Darwin no debe entrar en conflicto con creencias religiosas. La presencia fundamental de la Ciencia en el ámbito de la Educación no va en el sentido de establecer teorías verdaderas, sino como procedimiento que permite la discusión de una pluralidad de teorías y la exploración de evidencias que se actualizan constantemente, sin que sea necesario caer en simplificaciones que reduzcan dichos aspectos complejos a disputas entre “fe” y “razón”.
En otro artículo, Manuel Rodríguez Rondón presenta una perspectiva crítica sobre el activismo global contra la llamada “mutilación genital femenina”, a partir de las voces de la Red Asesora para la Política Pública sobre Cirugías Genitales Femeninas en África. La cartografía trazada en el artículo acerca de cómo los cortes genitales femeninos pasaron a ser clasificados por feministas, medios de comunicación y organizaciones internacionales occidentales como formas de “violencia” contra las mujeres sólo cuando estos son producidos en contextos rituales tradicionales, mientras que el daño ocasionado por otro tipo de cortes –sea con fines cosméticos, sea médicos, como en el caso de menores intersex – no es cuestionado, llama la atención sobre cierta selectividad en el uso de la categoría fundamentalismo y sobre las polarizaciones maniqueas operadas por proyectos salvacionistas originados en contextos y visiones de mundo metropolitanas occidentales, incapaces de percibir las formas de dominación que ellos mismos reproducen. Las voces de activistas y académicos escuchados en el reportaje ayudan a desmontar supuestos que amarran principios ético-políticos como libertad, autonomía y consentimiento a visiones dicotómicas acerca de la relación oriente/occidente, tradición/modernidad, ciencia/religión –movimiento que es caro al proyecto que engloba esta serie temática.
Finalmente, el artículo de los antropólogos peruanos Angélica Motta, colaboradora del CLAM de vieja data, y Arón Núñez-Curto, trata de un tema también caro a esta discusión: la sexualidad en las fronteras del Estado. El texto explora conexiones activas entre la corrupción política y cotidiana en el Perú y la (im)posibilidad del derecho al libre ejercicio de la sexualidad y aborda lo que la antropóloga india Veena Das denomina “(i)legibilidad” de Estado. El poder de Estado ejercido cotidianamente por policías, jueces, promotores, trabajadores sociales e incluso por políticos oscila permanentemente entre un modo “racional” y otro “mágico” de operación, que hace que su espectro flote de manera particularmente amenazadora sobre las “vidas menos valiosas” de los disidentes sexuales. Ese modo de operación permite un fluir incontestado de relaciones carnales entre Estado e Iglesia católica, favorable a abusos y a la manutención de una moral sexual pública férreamente conservadora.
En fin, la serie explora un espectro temático tan amplio como esta pequeña muestra anuncia. Los textos hacen parte del proyecto de investigación y extensión “Fundamentalismos, Sexualidad y Derechos Humanos”, con sede en el Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos, del Instituto de Medicina Social, Universidad del Estado de Río de Janeiro, desarrollado a partir del segundo semestre de 2014 con apoyo del Centro de Estudios e Investigación en Salud Colectiva (CEPESC), de la Fundación Ford, de la Fundación Carlos Chagas Filho de Amparo a la Investigación del Estado de Río de Janeiro (FAPERJ) y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil.
Horacio Sívori
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