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Entre la academia y el activismo

Del 25 al 28 de octubre, la ciudad de Villa Giardino, en Córdoba, Argentina, será la sede del III Congreso Iberoamericano de Género y las VIII Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres. El evento reunirá investigadoras e investigadores de varios países latinoamericanos que centran sus trabajos en cuestiones referentes al género, con el objetivo de albergar discusiones que abran espacios de intercambio entre la academia y los movimientos sociales.

Al respecto Alejandra Martín, presidenta del Comité Organizador y Carla Klema, Secretaria Técnica del evento, cuentan los puntos fundamentales del evento y las aristas políticas que se presentan al aunar un congreso de un corte más académico con unas jornadas de expresión activista.

¿Cuáles son los puntos fundamentales de la programación del congreso?

Alejandra Martín – El aspecto que nosotros privilegiamos es la exposición de ponencias, es decir trabajos que devienen del proceso de investigación. Tenemos unos 500 títulos a ser desarrollados en distintos ejes a lo largo del Congreso. Estos ejes van desde historia de las mujeres hasta epistemología atravesando aspectos de política y género de otras formas de clasificación social, representaciones, discursividades, experiencias de género y subjetividades. Lo que también nos llamó la atención es la cantidad de investigaciones que se están desarrollando en función de estos ejes. Creo que esta es una manera no sólo de compartir sino de poder valorar y evaluar el progreso de este tipo de estudios en el país y en América Latina, ya que viene gente no solo de Argentina sino de Brasil, México, Chile, Perú, Colombia. Nos parece que va a ser muy interesante poder debatir los trabajos y encontrar puntos en común, fundamentalmente porque las cuestiones de género están atravesadas por contextos diferentes y esto hace que también podamos saber cuales son las situaciones o cogniciones diferenciales entre los países latinoamericanos en particular.

Carla Klema – Otra cosa interesante para resaltar son los diferentes niveles de formación en la gente que participa, desde estudiantes que están haciendo su tesis y presentan un avance hasta gente que trabaja en género hace años. Esto posibilita un buen intercambio.

¿Cómo estructuran el carácter interdisciplinario que aparece tan fuertemente en las distintas ponencias del Congreso?

A. M. – El congreso no fue pensado desde las disciplinas y sí desde áreas temáticas que las trascienden. En general cada eje y cada trabajo está construido desde una mirada interdisciplinaria, algo característico de los estudios de género. A su vez, esta interdisciplinariedad está presente en el mismo comité organizador, ya que en él participan desde especialistas en comunicación, del área de salud, antropología, filosofía, literatura, psicología, ciencias políticas, historia, ya que para asomarte a los estudios de género es importante la interdisciplinariedad. De este modo tanto el congreso como el comité organizador dan cuenta de ella.

¿Cómo se da la integración de otros colectivos, además del de mujeres, dentro del congreso?

A. M. – No fue fácil, creo que también es un progreso. Es interesante ver justamente como conviven unas Jornadas de mujeres con un Congreso de género lo que demuestra un tránsito y una construcción a lo largo del tiempo desde pensar sólo en las mujeres hasta entender que hoy no podemos seguir pensando sólo en las mujeres, sino que es necesario ser concientes de que a partir del siglo XX se ha abierto esta mirada hacia otros colectivos, que si bien no están completamente integrados, dan lugar a la apertura para que habitemos estos espacios y detonemos el debate a partir de su inclusión. El estudio de las diversidades en general y de las masculinidades en particular tiene una interesante presencia en número de ponencias. Creo que esto demuestra que el congreso ha abierto las puertas que nos permitirán habitar esos nuevos espacios, desde los propios lugares de trabajo, desde las propias posturas políticas y desde posturas teóricas diversas.

¿El hecho de hacer coincidir las jornadas de mujeres con un congreso de género sería un modo de poner en comunión el movimiento de mujeres con los estudios de género?

A. M. – El movimiento de mujeres como espacio político ha adoptado los estudios de género para poder pensarse desde otro lugar. La teoría y las prácticas van de la mano con ciertas dificultades muchas veces. Sin embargo, particularmente en Córdoba, el movimiento de mujeres está integrando la perspectiva de género. La ha hecho suya, pretendiendo también generar cambios desde esa mirada.

Por otro lado creo que también tiene que ver con las historias de construcción de estos movimientos. Las teorías se articulan con las prácticas en la medida en que hay un acercamiento y esta es una construcción que está en progreso: acercar la academia al movimiento y el movimiento a la academia y no sentirlos como espacios separados sino diferentes de un hacer, que están mancomunados en un objetivo, teniendo claro las diferencias de alcance de uno y otro espacio. La articulación del espacio académico con el movimiento de mujeres ha sido un incentivo y ha tenido mucho que ver con este congreso. La mayoría de las asistentes del congreso son de los movimientos locales de córdoba.

Además, no hay manera de pensar la tarea académica sin pensar en sus repercusiones políticas. Este es el espacio de encuentro. Muchas de las mujeres que pertenecen a la academia también están en el movimiento; por este motivo no se pueden pensar ambos por separado porque lo que se hace en la academia tiene un claro impacto político. Sería como pensar que el conocimiento científico no deviene en acciones políticas. El hacer científico en ese sentido está planteando la necesaria transformación de la sociedad y de las relaciones concretas. Se puede pensar en distintos tipos de militancia, distintos espacios en los que se hace y se piensa, pero las personas que habitan esos espacios no son necesariamente diferentes.

¿Cuáles son las expectativas del comité organizador con relación al Congreso?

A. M. – La mayor expectativa es reforzar los espacios específicos de reflexión. Creo que ya es un logro, pero las expectativas están orientadas a que esto se dé en un clima de cordialidad y de intercambios transformadores, no sólo a través de los trabajos sino en la vida de las personas que habitemos estos espacios. El devenir de los estudios de género tiene que ver con planteos que van más allá de las mujeres, las masculinidades, las diversidades de opciones sexuales y genéricas Este nos ubica también en un marco crítico y reflexivo del contexto político social y económico en el cual están insertas estas relaciones. Por esta razón, una de las mayores expectativas del comité organizador está centrada en la contextualización de los trabajos que se presentarán, en la diversidad contextual y en su procedencia. Si pensamos que viene gente de diferentes provincias argentinas o de otros países, podemos conjeturar que el congreso no solo estará signado por las relaciones de género sino por la contextualización en las cuales estas relaciones se dan y se estudian.

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