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La terapia de la culpa

Por Christian Rea Tizcareño *

El primer fin de semana de mayo la organización llamada Renacer organizó en la ciudad de México el congreso “Comprendiendo la homosexualidad”, con el fin de promover el “tratamiento” de la homosexualidad, denominada por ese grupo “atracción al mismo sexo” (para la cual crearon la sigla AMS).

Al evento, que se llevó a cabo en el hotel Sheraton Centro Histórico, uno de los más lujosos del centro de la ciudad, no fueron invitados los medios de comunicación. Sólo fue permitida la cobertura por parte de agencias de prensa ligadas a la Iglesia Católica. Fueron convocados psicólogos, psiquiatras, médicos, sexólogos, investigadores, filósofos, pedagogos, estudiantes y pasantes de las ramas de conocimiento mencionadas, así como consejeros, padres de familia, lideres religiosos, activistas y público en general, todos ligados a la teoría de la “reorientación” de las personas homosexuales.

Los ponentes, tanto latinoamericanos como provenientes de los Estados Unidos, están fuertemente ligados a grupos, asociaciones e iglesias cristianas y comparten el pensamiento de la organización privada estadounidense National Association for Research and Therapy of Homosexuality (NARTH), la cual sostiene que se puede “reorientar” a las personas con el “problema” de la “AMS” mediante terapia.

De acuerdo con el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México, “entre los asistentes al congreso reinaba un ambiente de apertura a los conocimientos que los conferencistas impartían a través de sus diversas ponencias, cada uno de ellos se reunieron en el lugar por diferentes causas, unos para conocer la innovadora perspectiva, otros porque su orientación sexual no es deseada y tienen el deseo de modificar su conducta sexual; los terapeutas, por su parte, enfrentaron teorías y terapias con el fin de encontrar una perspectiva diferente a la que se plantea en el relativismo actual de la sociedad: la aceptación de su orientación sexual al contrario de la reorientación”.

“Curar” gays carece de sustento científico

La Sociedad Interamericana de Psicología manifiesta a través de un reciente comunicado que la propuesta de la NARTH “atenta contra los derechos de las personas al considerar a la homosexualidad como un trastorno sobre el cual podrían ejercerse acciones correctivas. Fomentar e implementar abordajes terapéuticos sin ningún sustento científico atenta abiertamente contra todos los referentes éticos que afirman la práctica profesional de la psicología”.

En entrevista, Juan Luis Álvarez Gayou, director del Instituto Mexicano de Sexología, dice que el “tratamiento” contra la “AMS” está totalmente descalificado por la Asociación Psicológica Americana y por la Asociación Psiquiátrica Americana, pues sus “fundamentos terapéuticos” están supeditados al adoctrinamiento religioso y a la ideología de ultraderecha. “Hace que las personas se sientan culpables de sus deseos y prácticas homosexuales”.

Según el doctor Álvarez Gayou, los principios científicos de la psiquiatría y la psicología en relación a permitir “que la gente se sienta mejor” se ven contrariados con este tipo de terapias, ya que se emplean las culpas de las personas para hacerlas sentir que ya están sanadas. Comenta que el tratamiento para “curar” la homosexualidad se ha puesto en marcha con sacerdotes y fieles de las iglesias; sin embargo, existen testimonios de que los resultados han sido desfavorables. “Tengo un cliente que es miembro de una congregación religiosa católica, un hombre muy liberal que me ha platicado que a algunos miembros de su comunidad los han mandado y, por supuesto, regresan igual”. Sospecha que se trata de una forma de enriquecerse a costa de la ignorancia de la gente. “Se trata de un negocio multimillonario”.

Guiados por la homofobia

A su vez, David Barrios, ex presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, señala que el congreso “Comprendiendo la Homosexualidad” responde a una visión retrógrada que parte no sólo de un sesgo conservador, sino de un ángulo opuesto a los avances de la ciencia. “Las diferentes orientaciones sexuales son condiciones humanas inherentes a las personas, y ninguna de ellas debe ser catalogada como padecimiento orgánico o emocional. Estos grupos retardatarios promueven ideas erróneas y violatorias de los derechos humanos”.

Lo que sí hay, argumenta, es homofobia en muchos sectores de la sociedad. Ante el contexto adverso, hay quienes viven su orientación sexual como algo “insuficientemente aclarado e indeseable, pues desarrollan su propia homofobia internalizada como un mecanismo de defensa ante la homofobia social”. Si hubiera una cultura de respeto a los derechos humanos de la diversidad sexual, las personas vivirían no sólo con aceptación, sino “con mucho goce” su orientación erótico-afectiva, sea ésta homosexual, bisexual o heterosexual.

La cara siniestra del mundo

Para Eusebio Rubio Arioles, presidente de la Asociación Mundial de Sexología, la orientación homosexual sería análoga a condiciones como la zurdera (la mayor destreza motriz en el lado izquierdo del cuerpo), pues ambas son características inamovibles que se presentan en una minoría social, no se eligen y no son patologías, pues “están enraizadas en la naturaleza de las personas” y en modo alguno comprometen el desarrollo pleno de las capacidades de las personas.

“A principios del siglo XX, a los zurdos aún se les amarraba las manos para volverlos derechos; pero las terapias para hacerlos diestros dejaron de tener eco en el momento en el que la sociedad avanzó a reconocer que se trata de una expresión de la diversidad humana. La zurdera comparte con la homosexualidad la suposición de que algo anda mal o que podría componerse”, dice Rubio Arioles.

De acuerdo al especialista, la oferta de la NARTH no es legítima. “Es como si alguien, a estas alturas, viniera a decirnos que el mundo es plano y que tiene esa certidumbre porque cuando camina nunca siente la curvatura del mundo. Tiene todo el derecho a decirlo, pero los demás también tenemos todo el derecho a decirle ‘qué barbaridad, por qué no te pones a estudiar un poquito más’”.

Al pretender cambiar la orientación sexual de una persona lo único que se consigue es frustración, pues en ello se consume la energía necesaria para construir una vida enteramente saludable, concluye.

“Homosexualidad no deseada”

Tras acariciar las cuentas de su rosario, Óscar Rivas se levanta de su asiento para ofrecer un cordial saludo: “Dios te bendiga”. De nuevo deja caer su cuerpo sobre la silla y regala una sonrisa. Después sorber un trago de jugo de toronja, asegura a su interlocutor que quienes “sufren por una AMS” pueden renunciar al estilo de vida homosexual si se dejan moldear por el Espíritu Santo y las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica.

Óscar es fundador y coordinador general de Courage Latino México, un “apostolado” validado por el Vaticano e importado de Estados Unidos en 2005, cuya misión es la de enseñar el “camino a la castidad” a los fieles que desean revertir sus “pecaminosas” conductas homosexuales. “Es una manera espiritual y ordenada de relacionarnos con Dios”, asegura.

Courage Latino México, junto con otro ministerio evangélico afín denominado “Exodus”, recientemente fue invitado a compartir su testimonio sobre la llamada “AMS” en el congreso “Comprendiendo la homosexualidad”. Óscar dice que el evento, inédito en México y el primero de otros que se realizarán anualmente, no fue ni religioso, ni ideológico, ni político, sino académico. “El tema principal es el de la homosexualidad no deseada”.

Según justifica, no se permitió la entrada de la prensa por confidencialidad de los participantes y porque se trató de un movimiento libre y privado que no desea difundirse masivamente por el momento.

Ante la pregunta de si se consideran homofóbicos de ultraderecha, Rivas responde:

Seguimos las enseñanzas de la Iglesia Católica. Este país está cansado de las radicalidades. Somos un grupo espiritual que no seríamos un pie para condenar a nadie. Nosotros no consideramos que la homosexualidad sea una enfermedad porque oficialmente no lo es. Adonde Courage da una conferencia, acoge al jovencito que es homosexual. Él se merece un trato digno y respetuoso porque es hijo de Dios. La mayoría llega con traumas de la niñez, profundas adicciones sexuales, enfermedades de transmisión sexual y con la necesidad de un despertar espiritual.

Courage Latino, remata Óscar Rivas, no pretende discriminar a nadie que desee seguir el “estilo de vida homosexual; pero, de la misma forma, se pide que respeten la decisión de un jovencito o una mujer que simplemente no desea vivir ahí”.

La fe mueve montañas

Uno de los asistentes al congreso “Comprendiendo la homosexualidad” fue Napoleón Glockner Corte, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien relata que los “supuestos especialistas en AMS” reiteradamente hicieron alusión a la fe en Jesucristo como el elemento terapéutico central para lograr la “curación” de las personas homosexuales. En caso de que éstas sean ateas, por ejemplo, “no se garantiza nada”.

El investigador recuerda que los organizadores mencionaron el apoyo de ciertos “patrocinadores”, que nunca identificaron por sus nombres. Asimismo, los integrantes de la estadounidense NARTH, de Renacer y de la Asociación Mexicana de Educación Sexual Integral jamás se adjudicaron un domicilio fiscal o un número telefónico, sólo un correo electrónico, pues, según explicaron, están en “un proceso de consolidación”.

Ante unas 300 personas, los líderes de la NARTH señalaron que buscan “contrarrestar” la lucha de los activistas pro derechos humanos de la diversidad sexual. La tesis que plantearon —contraria a la postura de la Organización Mundial de la Salud y más afín a la teoría degeneracionista completamente abandonada a principios del Siglo XX— es que todos los seres humanos nacen heterosexuales, que las condiciones del medio ambiente son las causantes de la “AMS” y que los principales culpables son los padres.

Los asistentes casi no se dirigían la palabra. En un descanso, Glockner Corte platicó con un muchacho de Courage Latino Guadalajara, quien después lo eludió en varias ocasiones. No obstante, la razón de su evasión fue explicada horas más tarde: “discúlpame pero es que el jefe del grupo ya me regañó por platicar contigo y me preguntó si me estabas acosando”. El académico se ríe de la anécdota.

Los gays son “basura”

Para la NARTH, cita Glockner, el homosexual es por excelencia promiscuo, fuma más que el resto de la población, es propenso al suicidio, a la debilidad, a la “masturbación compulsiva”, a la “morbosidad”, a la infidelidad, al auto-castigo, a la violencia, a “actuar contra el diseño de su cuerpo”, a la pederastia y a ser maníaco depresivo. “La vida gay no es alegre, sino un infierno”. En contraparte, “el heterosexual es masculino, seguro, creativo, protector y divertido”.

El judío ortodoxo Arthur Goldberg, secretario ejecutivo de la NARTH, calificó de “basura” a los “homosexuales que no se quieren curar”, así como a los luchadores sociales que los respaldan. Además, representó un falo con su dedo medio y lo introdujo, a manera de seña, en un aro formado por el índice y el gordo para explicar que el coito entre hombre y mujer es el único acto sexual avalado por la naturaleza.

No hubo rezos u oraciones pero, en un momento dado, se les pidió a los participantes que respondieran un cántico y levantaran la mano derecha. “Se sintió un escalofrío porque fue una especie de saludo hitleriano”, detalla el profesor universitario.

Al final del congreso, los asistentes acordaron generar planes de educación; crear una red de psicoterapeutas para capacitarlos; diseñar un directorio de los casos resueltos de “AMS”; recaudar fondos, y llevar la “luz al clóset” de las personas que están a punto de salir de él.

“La homosexualidad no existe pero se cura”

Un día antes del evento, se desarrolló el “Programa de Entrenamiento” para terapeutas de personas con “AMS no deseada”, que formaba parte del programa del congreso, mediante el pago de un costo extra de inscripción. Ahí se llegó a la contradictoria conclusión de que “la homosexualidad no existe, pero se cura”, comenta al CLAM María Isabel Saro, sexóloga de la Clínica de Diversidad Sexual de la UNAM.

Saro, quien participó en el curso, precisa que el tratamiento contra la “AMS” cuesta por sesión entre 50 y 150 dólares en Estados Unidos, “según el sapo, la pedrada”. Aunque se ostenta como una organización sin fines de lucro, la NARTH no usa la palabra paciente, sino “cliente”, quien recibe la recomendación de acudir a “terapia reparativa” por lo menos dos veces a la semana durante un lapso temporal no mayor al año y medio. Los padres también deben someterse al “tratamiento”.

Para la homosexualidad masculina, el antídoto es un “viaje a la hombría”, es decir, que el padre de familia invite los fines de semana a su hijo a practicar actividades rudas como el fútbol americano, la cacería, el box o el karate, y se le exige a la madre que se aleje, pues “lo está afeminando”. En el caso de la lesbiandad, la mamá tiene que explotar el lado débil, tierno, amoroso y maternal de su retoño mediante apapachos, mimos y “moños rosas”, describe Saro.

De acuerdo a la NARTH, “los bisexuales están peor que los gays y las lesbianas, más enfermos, pues no tienen para dónde jalar”. La transexualidad es más fácil de prevenir. Si, por ejemplo, un niño se identifica como niña, inmediatamente se le tiene que esconder todo lo relacionado con la feminidad, para después comprarle carritos, autopistas, soldados y pistolas.

Toda la bibliografía sugerida, que además estuvo a la venta en el espacio del congreso, hace referencia a temas religiosos. Al final de todas las actividades, las conferencias videograbadas del congreso fueron vendidas a los asistentes que quisieran adquirirlas.

“El ‘certificado’ que nos dieron no dice en absoluto que te lo otorgaron en la ciudad de México, sino en la Universidad de Utah, con el aval de la NARTH. Tontos no son. Están violando la soberanía del país. Es una manipulación de las conciencias, una vacilada, un teatro fantástico con paleros. Dicen ‘curar’ a una persona en media hora”, comenta la sexóloga.

Bajo la promesa de la “santidad”, los “terapeutas” que se ofrecen curar la homosexualidad cargan de culpas a los consultantes, les niegan todo derecho a disfrutar del placer y, consecuentemente, les provocan mucha más ansiedad, tristeza y confusión, advierte la especialista.

* Licenciado en periodismo por la UNAM. Reportero de la Agencia de Noticias NotieSe de Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, AC, punto focal del CLAM en México.

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