El Vaticano anunció el endurecimiento de las normas que castigan los “delitos graves” cometidos por sacerdotes, como el abuso sexual y la adquisición, portación o divulgación de imágenes pornográficas que involucren a menores de edad. Además, extendió el plazo de 10 a 20 años para denunciar a un clérigo pederasta, después de que la víctima cumpla 18 años de edad.