Hacia 1983, después de retirada la dictadura militar en la Argentina, la transición democrática necesitó probar lo nuevo bajo las secuelas dejadas por el terrorismo de Estado. Entre otras tantas cosas, significó la salida al ruedo de las primeras agrupaciones y referentes homosexuales. La voluntad política de su adalid, Carlos Jáuregui, primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), en 1984, permitió que el destape de su comunidad no quedase vinculado al sida, que en esos años irrumpía en la prensa internacional y aumentaba la condena.