Hoy, a partir de las 18 horas, en el Obelisco empieza la edición argentina de la Marcha de las Putas, con réplicas simultáneas en Rosario y Mar del Plata. En muy pocos meses, la acción logró levantar la suficiente polvareda para que se multipliquen las voces de la diversidad feminista. Desde el 24 de enero, día en que un policía canadiense dijo que las mujeres teníamos que dejar de vestirnos como putas si queríamos evitar los ataques sexuales hasta hoy, miles de voces, cuerpos y sexualidades se sumaron a esta convocatoria que ya pasó por Alemania, México, Brasil, Sudáfrica, Nicaragua, Australia e Inglaterra, entre otros países. Una experiencia riquísima impulsada por jóvenes feministas y otras que desde afuera del colectivo entendieron la importancia de reapropiarse de la palabra puta para llevarla tan alto y lejos donde nadie pueda tocarla (ni tocarnos).