Para el movimiento de la diversidad sexual, el sector salud se ha vuelto una ‘alternativa tecnocrática’ a los partidos políticos. Los ministerios de Salud son la primera puerta, y a veces la única, que se abre a las poblaciones altamente estigmatizadas. Por miedo a los costos políticos, los partidos se niegan a representarlas. En contraste, la alternativa tecnocrática que ofrecen las instituciones de salud pública no solo crea cierto velo que atenúa dichos costos sino que legitima, por así decirlo, una causa que no goza de mucha popularidad.