Se trata de la ablación o cercenación que se les practica a las mujeres al nacer como un rito sagrado que busca evitar el fin del mundo y garantizar la fidelidad. El tema derivó en un mano a mano entre blancos y comunidades indígenas. De paso, puso en el centro del debate a las mujeres de la comunidad emberá chamí de Risaralda y el norte del Valle que habrían sido objeto de esa ‘cirugía’.