El no reconocimiento de la identidad de género es causal de toda clase de violaciones a los derechos humanos de las personas que viven una identidad distinta de la asignada al nacer o al ser inscriptas como ciudadanas en partidas o documentos: expulsión del sistema educativo y de la atención a la salud, falta de oportunidades laborales o de acceso a la vivienda social, entre otras violencias como la estigmatización o la represión policial basada en edictos y códigos. A lo largo del debate sobre la ley de matrimonio fueron muchas las voces que enunciaron la necesidad de una ley de identidad de género como paso siguiente. Ese futuro ya llegó.