El asunto tiene con los pelos de punta a padres de familia y sicólogos porque consideran que esos «guetos» son perjudiciales para los menores.
La razón de su preocupación, aseguran, es que los jóvenes aún no tienen definida su orientación sexual para que desde ya asuman que son gays. «Además –dicen– los ponen como carne de cañón de adultos homosexuales que están buscando jovencitos».
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