Marusia López Cruz pertenece a Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, una organización civil mexicana de hombres y mujeres, cuya misión es el empoderamiento juvenil a través de la defensa y promoción de los derechos sexuales y reproductivos. En esta entrevista reflexiona acerca de los avances y desafíos que entraña ampliar la base social del los Encuentros Feministas.
¿Cuál es tu balance del 10º Encuentro Feminista de América Latina y del Caribe?
En este Encuentro se debatieron temas centrales para la construcción y fortalecimiento del movimiento en el contexto actual de la región. En primer lugar considero que el énfasis del Encuentro en la radicalización de la democracia es algo que nos invita a revisar nuestra práctica cotidiana en el marco de los procesos de democratización de nuestros países.
Esto en el caso del trabajo que en Elige realizamos por la defensa y promoción de los derechos sexuales y reproductivos de las y los jóvenes significa trabajar por la ciudadanía sexual como un componente fundamental de una democracia participativa que se amplíe al conjunto de instituciones de la sociedad, como la familia y los medios de comunicación, y que permita una participación autónoma de todos los sujetos sociales en la vida pública.
¿Cómo se discutió en el Encuentro la cuestión de las pluralidades y especificidades feministas?
Me parecieron sumamente importantes muchas reflexiones que se hicieron en torno de la necesidad de fortalecer el movimiento ampliando su base social; integrando a grupos que tradicionalmente no han participado como las mujeres indígenas, las trans, los hombres, etc., y fortaleciendo las articulaciones con otros movimientos sociales. Esto en términos de estrategias significa fortalecer nuestras vinculaciones y diálogos con otros actores sociales para compartir y colocar la agenda feminista.
¿Cómo fue el debate sobre feminismo y juventud? ¿Cuál fue la importancia de discutir esa relación, cuando cerca de 30% de las participantes eran mujeres de menos de 30 anos, hecho inédito en los Encuentros? ¿Qué está indicando, en su opinión, esta significativa participación?
En este Encuentro se avanzó en el reconocimiento de los adelantos, retos y vacíos de la agenda de las mujeres jóvenes feministas. Por un lado fue palpable la necesidad de definir con claridad las perspectivas, demandas y alternativas que, desde las jóvenes feministas, se quiere colocar en el movimiento. Se ubicó que más que hablar de problemáticas diferentes a las de los otros grupos de mujeres, hablamos del impacto que esas problemáticas tienen en las mujeres jóvenes por nuestra condición etaria. Sin embargo, fue evidente que necesitamos avanzar en la construcción de argumentaciones que nos permitan ubicar esta especificidad.
Por otro lado y también en referencia a las mujeres jóvenes, si bien creo que se avanzó en la inclusión y el trabajo conjunto en la organización del Encuentro, fueron evidentes los obstáculos económicos que muchas jóvenes tuvieron para participar en el Encuentro, por lo que un tema pendiente es la democratización del acceso y uso de los recursos del movimiento entre las diferentes generaciones que lo integran.
Fue un encuentro de diferentes generaciones. ¿Cómo se dio un diálogo entre ellas?
Este encuentro permitió visibilizar un proceso de acercamiento, reconocimiento y trabajo mutuo entre jóvenes y adultas feministas en el que se viene trabajando desde tiempo atrás. Me pareció muy importante que muchas de las feministas adultas y con mayor trayectoria en el movimiento apostaran al debate con las jóvenes, a escucharnos y plantearnos sus preocupaciones respecto a nuestra participación y propuestas. Muchas adultas hayan participado en un taller que se organizó ya en el Encuentro, que consistía en compartir las historias que tanto a jóvenes como adultas nos habían llevado a participar en el movimiento y de cómo había sido nuestra participación en él. Este espacio generó un nivel de reconocimiento mutuo que creo que abonará mucho en la construcción conjunta del movimiento.
Sin embargo, creo que hace falta avanzar en (1) el reconocimiento de las articulaciones y organizaciones de mujeres jóvenes feministas, (2) la definición de estrategias de trabajo conjunto que permitan la continuidad y la renovación de nuevos y viejos liderazgos, y (3) el acceso las mujeres jóvenes a recursos políticos y económicos, entre otros temas que no considero que se hayan tratado en el Encuentro.
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