CLAM – ES

Sexualidade adolescente como direito? A visão de formuladores de políticas públicas [2013] (¿La sexualidad adolescente como un derecho? La visión de los responsables de políticas públicas [2013])

  • Autor: Vanessa Leite
  • ISBN: 978-85-7511-276-2
  • 210p.

Texto de presentación

Adriana Vianna*

Este libro, fruto originalmente de la investigación de maestría de Vanessa Leite, se construye en torno a una pregunta que no es fácil de responder: cómo (y si) la sexualidad adolescente está siendo concebida y construida como un derecho. Partiendo de esta pregunta, ya de por sí extremadamente compleja, el autor traza un panorama inquietante, creado a partir del cruce de temas que nos son queridos por diversas razones, que van desde la naturalización de las fases o etapas de la vida, hasta nuestras utopías políticas y herramientas para transformar el mundo. El título de la obra revela, en verdad, innumerables inquietudes combinadas, mostrando que no sólo la combinación de términos nos atormenta, sino que cada uno de ellos –sexualidad, adolescencia, derechos– es en sí mismo la puerta de entrada a laberintos de incertidumbre.

Optando en ciertos momentos por una perspectiva genealógica, como aquella que busca mostrar los tortuosos y conflictivos procesos a partir de los cuales se creó la actual política de infancia y adolescencia, el autor saca a la luz profundas contradicciones en torno a quiénes serían los sujetos de derecho en la democracia brasileña. El paso de los “menores” a la posición de titulares de derechos en una situación especial no se produjo sin tensiones y profundas lagunas, en parte como resultado de la eterna disputa entre los principios de protección y autonomía, de individualidad y responsabilidad, y en parte debido a implicaciones políticas, sociales y morales más profundas, según las cuales estas personas “pertenecen” parcialmente a sus familias y unidades domésticas y no pueden ser consideradas plenamente dignas de confianza. Los antiguos “menores” siguen acosando a los actuales “adolescentes” con “derechos”.

Esta rica y necesaria atención genealógica o procedimental, presente en el libro en su conjunto, no opacó sin embargo otro plan investigativo igualmente fructífero, centrado en el trazado sincrónico dado por un órgano específico de formulación e implementación de políticas de infancia y adolescencia, los consejos de derechos. Fruto del mismo proceso de redemocratización del cual surgió el Estatuto del Niño y del Adolescente y se alineó, como la legislación, con modelos de gestión no sólo nacionales, los consejos se revelan como lugares permeados por otras tensiones, surgidas de la inserción y ubicación de los propios consejeros, pero también de la inscripción de historias de vida, trayectorias y perspectivas diversas.

Al centrar su investigación en cuestiones que rodean la sexualidad adolescente, Vanessa Leite expone y avanza todas estas contradicciones de forma ejemplar. Por una parte, indica con precisión la existencia de una forma dominante en la que la cuestión parece condenada a ser evocada: como riesgo, problema, drama. Sexualidad y adolescencia, puestas en la misma frase, parecen sonar como una misma melodía, hecha de miedos, desconfianza y necesidad de control y vigilancia o, si estos fallan, de desaliento. Sin embargo, durante su investigación, Vanessa Leite no se contentó con señalar las lagunas de este discurso. Exponiéndose en entrevistas o en presentaciones públicas que se convirtieron en parte del proceso mismo de investigación, preguntó a sus interlocutores –y aquí el término es apropiado, yendo más allá de la jerga contemporánea fácil– las mismas preguntas que se hacía a sí misma. ¿Por qué no hablar en términos de placer, elección, deseo, autonomía? Como respuesta, recibió silencio, vacilación y vergüenza. Pero también miradas curiosas y productivas, confesiones, diálogos sinceros. Capturó lo mejor de una etnografía bien hecha: el registro de un proceso compartido, en el que la autoría del investigador es clara, pero en el que quienes fueron parte de la investigación aparecen como personas reflexivas, cuestionadoras, angustiadas e inciertas.

La elección de esta forma de conducir y narrar el proceso nos permite a nosotros, los lectores, ver hasta qué punto la gestión concreta de los cuerpos y experiencias adolescentes tiene un carácter fundamentalmente moral, revelando en el trasfondo concepciones, procedimientos y prácticas no siempre explícitas por parte de quienes trabajan en la formulación de políticas y programas para estos jóvenes. Vale la pena mencionar que la autora puede hacerlo sin ningún tipo de arrogancia y con una competencia poco común precisamente porque en este proceso también se enfrenta a su propia trayectoria. Lejos de presentarse como “fuera del campo”, permite pensar a esta generación de investigadores y activistas que vivieron intentos de combatir perspectivas tutelares en relación a niños, niñas y adolescentes y que se involucraron seriamente en debates sobre desigualdades sociales y de derechos que afectaron doblemente a una parte de la población, por marcas sociales más amplias y por la condición de minoría legal. Hablando en algunos pasajes de su difícil proceso de distanciamiento relativo de este campo para poder analizarlo, nos guía a través de su pasión, su compromiso y su competencia hacia los terrenos más difíciles de esta discusión.

Hablando en algunos pasajes de su difícil proceso de distanciamiento relativo de este campo para poder analizarlo, nos guía a través de su pasión, su compromiso y su competencia hacia los terrenos más difíciles de esta discusión. Se revela así el modo en que los adolescentes se presentan como personajes impensables en términos de derechos sexuales, moviéndose entre nuestras fronteras más naturalizadas, como las que supuestamente separan la moral y la política, lo público y lo privado, la libertad adulta y la protección-control juvenil.

El libro, a pesar de la riqueza de la investigación y la densidad de los argumentos, es menos una respuesta cerrada a las preocupaciones aquí presentadas que una provocación para que nos alejemos del cómodo lugar de no discutir tales límites. Terminamos de leer esto con la incómoda y productiva conciencia de que no hay una respuesta fácil al proceso plural de establecer “derechos” y que, como parte integral de este proceso, nos corresponde a nosotros confrontar honestamente nuestras propias suposiciones y moralidades en busca de alternativas que sean política y existencialmente liberadoras.

*Adriana Vianna es historiadora y antropóloga, doctora en Antropología Social por el Museo Nacional/UFRJ, profesora del PPGAS/MN/UFRJ.

Autor: Leite, Vanessa Jorge