Se realizó en Chile el Seminario Internacional “Violencia Masculina contra las Mujeres” que contó con la participación de expertos nacionales y de países como Perú, Canadá y España. La conmemoración del Día Internacional de No Más violencia contra la Mujer permitió discutir sobre cómo involucrar a los hombres agresores en las acciones destinadas a detener esa violencia.
Según datos del Servicio Nacional de la Mujer, SERNAM, entre enero de 2008 y octubre del 2009 en Chile fueron asesinadas más de 100 mujeres. La mayoría de ellas a manos de hombres con quienes tenían o habían tenido relaciones de intimidad y confianza, y un número significativo a manos de desconocidos que las abusaron, violaron y asesinaron. Estudios anteriores indican que el 50,3% de las mujeres encuestadas declara haber sido víctima de violencia, que el 40% de mujeres de estrato social alto han sido agredidas, que el 70% de éstas sufre de enfermedades mentales tras estos actos, y que casi la mitad de las mujeres violentadas han intentado suicidarse.
Estas cifras – que se han hecho habituales – fueron discutidas y comentadas en el Seminario Internacional y Coaching en el Modelo Duluth “Hombres y Violencia contra las Mujeres”, al que asistieron más de 180 personas. Organizado por la Corporación Domos, el Colectivo Manos, la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y el Domestic Abuse Intervention Program, el seminario buscó intercambiar conocimientos y debatir en torno a experiencias de trabajo con hombres que ejercen violencia contra su pareja, y sobre los desafíos que esta problemática acarrea para las políticas públicas sobre violencia intrafamiliar en Chile.
Los expositores internacionales Rafael Soto (España), Miguel Ramos (Perú), Clara Castillo y Luis Aravena (chilenos radicados en Canadá) explicaron cómo en sus respectivos países la violencia de género se combate mejor cuando se busca cambiar la conducta de los agresores. Tanto el programa de Toronto (Canadá), como el de Málaga (España) utilizan una técnica patentada por Duluth, un pueblo del Estado de Minnesota (Estados Unidos). Con ese norte, 65 profesionales fueron capacitados en este método durante dos días.
A transformar la masculinidad hegemónica
Chile, a diferencia de países como El Salvador, Australia y Estados Unidos, está muy atrasado en lo que respecta al trabajo a nivel gubernamental con hombres que ejercen violencia contra las mujeres. Existen 12 experiencias municipales de trabajo con hombres agresores, siendo que cada una se concentra en su propio programa sin que existan conexiones entre ellas. Por otra parte, existe un conjunto de organizaciones en Chile que vienen trabajando sobre lo que denominan “nuevas masculinidades”, pero falta la coordinación de los organismos públicos y el esfuerzo de la sociedad civil para que sea posible avanzar ante este problema.
Así lo corroboró Carolina Peyrín, Directora Ejecutiva de DOMOS, institución con más de 20 años de experiencia de trabajo con mujeres en el ámbito de la violencia. Peyrín explicó que el problema de fondo en la violencia intrafamiliar es el machismo y la concepción de una “masculinidad hegemónica” opresiva que no permite ni entiende la igualdad de género como un elemento sustancial en la constitución de la pareja y de la familia.
“Si no cambiamos a los hombres, si no desinstalamos la violencia como parte de la identidad masculina, no vamos a poder mejorar la vida de las mujeres. Este es un problema de todas y todos, pero es importante entender que hablamos de relaciones de poder que se construyen desde lo más básico de la vida humana, relaciones que no son igualitarias. Por eso tenemos que, del total de denuncias de Violencia Intrafamiliar, el 90% corresponde a violencia de hombres contra mujeres”, afirmó.
La experta reveló que Chile tiene una de las tasas más altas de violencia en Latinoamérica. “Mientras que en los indicadores económicos vamos bastante bien, sacamos pésima nota en los rankings internacionales de equidad de género. No se entiende que el factor de riesgo aquí es ser mujer”, agregó.
Omar Ruz, director de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y coorganizador del Seminario, comentó que las políticas públicas chilenashan ignorado, en todas y cada una de sus acciones, el papel del agresor. Para él, “es necesario trabajar con los hombres que ejercen violencia contra las mujeres, porque es precisamente ahí donde está la causa. Sólo así es posible mejorar la eficiencia y eficacia de la acción pública y privada en el campo de la violencia doméstica”.
Una medida concreta para reducir el atraso en esta cuestión consiste en la rápida apertura de centros para atender a hombres que ejercen violencia. Esta iniciativa, liderada por el Ministerio de Justicia y el SERNAM, proyecta en un futuro cercano conformar una red a lo largo del país, de la misma forma que existe actualmente para mujeres víctimas.
“Estos centros permitirán crear una red piloto y mostrarnos cómo funciona en nuestro país el tema de tratamiento a hombres agresores. Por otro lado es una deuda pendiente, porque la Ley de Violencia Intrafamiliar contempla el tratamiento de los hombres agresores”, explicó Omar Ruz.
La ministra directora del SERNAM, Carmen Andrade, quien inauguró el Seminario, manifestó sus altas expectativas ante la inauguración y gestión de estos nuevos centros. Sostuvo la necesidad de que, al enfrentar o trabajar con hombres que ejercen violencia contra las mujeres, no se parta de la premisa de que son personas enfermas. “Es un problema social-educacional, allí está en juego el cambio de conducta”, indicó.
El trabajo con hombres: hacia una nueva conducta
En lo que coinciden las expertas y expertos es que este problema se relaciona con nuestra manera de interpretar las relaciones entre hombres y mujeres. Para Luis Aravena, especialista en el método Dulhut con más de 12 años de trabajo con hombres maltratadores alrededor del mundo, hay una serie de factores que promueven conductas agresivas en algunos hombres, mientras en otros no. Lo relevante es que “está naturalizado en la cultura que la violencia es una herramienta válida para ejercer dominio sobre las mujeres. Por ello, el hombre agresor debe ser legalmente responsable de sus actos de violencia. Es un delito y debe haber una pena y una responsabilidad impuesta por la sociedad a los hombres abusivos.”, señaló. Los hombres deben saber que existen consecuencias para sus actos de agresión.
Según el experto, el programa permite que los hombres exploren de dónde vienen las creencias acerca de la dominación masculina y que aprendan nuevos comportamientos. “¿Qué les hace pensar que tienen el derecho de decirle a sus esposas: con esa falda no voy a salir contigo, pareces prostituta, empujarlas y tirarles el pelo porque no les sirvieron la comida, o escupirlas y tantas cosas que hacen? Ahí empieza la búsqueda. En mi experiencia puedo afirmar que no hay ningún abusador que sea feliz de abusar”, afirmó.
El primer paso es identificar de dónde viene este aprendizaje. Puede ser de la casa, de la formación que recibieron en el colegio o de la sociabilidad con los amigos. “El hombre agresor debe identificar que hay en él un aprendizaje de violencia como respuesta y solución”, recalcó el profesional, aclarando además que la violencia no es un problema psicológico, sino un problema de poder y autoridad.
«La violencia es aprendida, y como tal, se puede aprender a no ser violento», complementó Clara Castillo, trabajadora social chilena y directora de una de las doce agencias de Toronto que ayudan a las mujeres víctimas de violencia doméstica y rehabilitan a sus agresores.
Para Rafael Soto, terapeuta de hombres violentos en Málaga, trabajar en la rehabilitación no es una tarea fácil. “Decirles que cambien su conducta es decirle que rompan con lo que les enseñaron sus padres, sus abuelos, y lo que les dicen sus amigos del bar. Para ellos es un duelo”, concluyó.