En el marco del incremento tenaz de las desigualdades económicas presenciamos también con frecuencia el fortalecimiento del falso dilema entre la agenda para combatir la pobreza y la agenda por la autodeterminación sexual de las mujeres, entendiendo desde luego la primera como «lo realmente importante» y la otra como «subsidiaria», en el mejor de los casos, o como una preocupación descaradamente frívola «frente a la situación extrema de injusticia económica».
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