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El riesgo de no planificar

El 26 de septiembre se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes. Alberto Alvarado Durán, presidente del Centro Latinoamericano de Salud y Mujer en México y Latinoamérica (Celsam) precisó que, según el estudio Conocimiento, Prácticas y Uso de Métodos Anticonceptivos en Latinoamérica 2007 elaborado por esa institución, el 62% de las adolescentes de la región no utiliza anticonceptivos. Asimismo, 42% de quienes sí emplean un método para el control de la fertilidad han suspendido su uso al menos una vez.

El doctor Alberto Alvarado Durán que es también coordinador del Comité Académico de Biología de la Reproducción Humana de la División de Estudios de Postgrado, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que “las iniciativas educativas deben estar orientadas a derribar mitos y prejuicios sobre los anticonceptivos, así como establecer el ejercicio de una sexualidad responsable”. Para Alvarado es fundamental instrumentar campañas educativas enfocadas en la comunicación de adolescente a adolescente, orientadas a desmitificar y eliminar prejuicios, así como educar sobre la importancia de la adherencia y uso correcto de anticonceptivos.

Es un reto pendiente

Por su parte, Arie Hoekman, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en México (UNFPA), dijo que el embarazo de adolescentes es un reto pendiente de las economías emergentes, pues de los 14 millones de casos a nivel mundial, el 90% ocurre en países en vías de desarrollo.

“Los niveles más altos de embarazo en adolescentes se ubican en África, seguida por América Latina y el Caribe. Una de cada tres mujeres de esta región ya ha tenido al menos un hijo al cumplir 20 años de edad”, aseveró. “Una adolescente que ya ha tenido un embarazo no deseado es más propensa a repetir la historia. Estudios realizados en América Latina muestran que las mujeres que tuvieron un embarazo en la adolescencia tienen un número mayor de embarazos que una mujer de mayor edad”, expuso Hoekman.

Educación en sexualidad, el antídoto

A su vez, el doctor Juan Carlos Hinojosa Cruz, integrante del Comité Científico y vicepresidente del Celsam, comentó que en México el inicio de la vida sexual se da entre los 14 y 16 años de edad, cifra que “no cambia mucho en los demás países de Latinoamérica”, una región aún en vías de desarrollo. Hinojosa Cruz, también coordinador del Comité de Biología de la Reproducción Humana del Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia, afirmó que una de las aristas del embarazo no deseado es que los jóvenes latinoamericanos todavía no usan los anticonceptivos, a pesar de que saben de ellos: “el 80% dice que conoce la metodología pero finalmente no la está utilizando”.

En contraste, indicó, existen poblaciones a las que aún les resulta dificultoso conseguir anticonceptivos. Por ello es necesario que se lleven a cabo estrategias para poner la metodología anticonceptiva al alcance de todas y todos los ciudadanos, tal y como lo establecen los programas de planificación familiar que han sido prioritarios en México desde hace aproximadamente cuatro décadas.

Otra faz del problema es el retraso en la educación sexual, “si es que existe en nuestros países”; toda vez que prevalece en el imaginario colectivo el mito de que si se les proporciona información sobre sexualidad, ellos tendrán más relaciones sexuales a los niños, adolescentes y jóvenes. Sin embargo, se ha comprobado que a mayor información veraz sobre sexualidad, se posterga aún más el inicio de la vida sexual, destacó el experto.

A su vez, Hinojosa estimó que “si la educación sexual basada en información científica se imparte de forma natural desde la infancia, ya sea en casa o en la escuela, seguramente la problemática relacionada con las infecciones de transmisión sexual, el VIH/sida y los embarazos no planificados disminuirá progresivamente”.

Una mujer de 16 años de edad puede ver sus expectativas de vida truncadas por un embarazo no deseado; pero también puede comprobar que hay una extensa gama de anticonceptivos con una eficiencia de hasta el 99. 2%, ejemplificó. Otros factores que minan la salud sexual y reproductiva de las adolescentes latinoamericanas son los contextos de pobreza, marginalidad y machismo. “No es lo mismo vivir en una ciudad, que en un entorno en donde no sólo no hay acceso a la anticoncepción, sino que ni siquiera es permitido usar cualquier método. Además, todavía hay un gran número de mujeres jóvenes que no se empoderan en sus decisiones. Casi la mitad de las jóvenes mexicanas dejan que sea su pareja quien decida cuál método anticonceptivo va a utilizarse”, mencionó Hinojosa.

Por ende, es importante respetar el derecho a decidir de las mujeres. Asimismo, “los profesionales de la salud, los maestros, los padres de familia y las organizaciones no gubernamentales deben de asumir su compromiso de impartir educación sexual basada en argumentos científicos. Conforme se avance en estas acciones, las y los jóvenes cumplirán su ciclo educacional, se incorporarán sin problemas a la vida productiva y alcanzarán sus expectativas”, concluyó el doctor.

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