El encuentro con Roberto Santome tiene lugar en una casa del jirón Colón, una estrecha y movida calle del Callao. A los 54 años él encabeza una iglesia que se llama «Jesús, el Refugio» y en ella realiza una labor que incluye, además del apoyo espiritual a drogadictos y pandilleros, la ‘restauración’ de homosexuales.