Marlene Wayar nació en la provincia de Córdoba y partió de joven para Buenos Aires, “con el título de profesora de cerámica bajo el brazo”, cuenta. Fue asesora del Diputado Nacional José Roselli (Izquierda Unida) y actualmente estudia Psicología Social en la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, es la Coordinadora General de la organización Futuro Transgenérico y co-fundadora de la Red Trans de Latinoamérica y el Caribe ‘Silvia Rivera’.
Dirige la revista ‘El Teje’ desde su creación, en 2007. Se trata de una iniciativa surgida a partir de un proyecto de capacitación en periodismo para personas travestis y transexuales del área Tecnologías del Género del Centro Cultural Ricardo Rojas, Universidad de Buenos Aires. El Teje ya sacó tres números a la calle, se distribuye en forma gratuita y se agota. En esta entrevista Marlene cuenta hacia donde marchan.
¿Cómo se armó el trabajo trans en el Área Tecnologías del Género del Rojas?
Fue un comienzo paulatino. Paula Viturro, su directora, nos invitó a dar algunas charlas dentro de los ciclos que organizaba. Con ella articulábamos, teníamos buen diálogo; también aprendimos mucho con “Ají de pollo”, su organización fuera del Rojas. De esa articulación surgió la iniciativa de hacer una clínica de lenguajes expresivos, porque veíamos que era una propuesta buena para llamar a las chicas a integrarse a una institución y empezar a tener una cierta formalidad de formación. Entonces pensamos en hacer clínicas de expresión, dictar clases de danza, teatro y charlas que tuvieran que ver con la identidad y la cuestión política, sobretodo del por qué organizarse. Para ello, buscamos un grupo de docentes que no sólo fueran buenas en su tarea pedagógica, sino que tuvieran contacto con temas de género para no tener que trabajar previamente con los docentes. Las participantes de las clínicas empezaron a ganar premios; muchas de ellas se fueron a Europa con sus diferentes proyectos, personales o institucionales y el proyecto quedo vació. Entonces lo siguiente que propuso el Área de Tecnologías del Género fue hacer una clínica de crónicas periodísticas, proyecto en el que se involucró a María Moreno, del Área de Comunicaciones del Centro Cultural y así surgió esta nueva etapa. Nuevamente nos pusimos en marcha sobre esta idea, que nos costó mucho también porque no estaba instalado en el imaginario de las propias chicas.
¿El Teje surge de las clínicas de crónicas periodísticas?
La historia era cómo convocar a las chicas de un modo que fuera atractivo. Nos pareció que lo mejor era una cuestión material concreta que ellas pudieran ver y analizar, donde apareciera realmente valorizado todo el trabajo que estaban realizando. Sin lugar a dudas es enriquecedor y aumenta la autoestima tener este espacio de diálogo interno de crecimiento, de aprendizaje. Sabíamos que no iban a ser muchas las beneficiarias, las que se animaran, las que vinieran, las que pudieran sostener el espacio; entonces queríamos que quiénes no se animaran vieran lo que había sucedido en el Rojas a través de la revista y participaran, haciendo una lectura crítica, no negativa sino una crítica positiva, constructiva. De este modo a lo mejor se animarían a acercarse y aportar desde su historia de vida, como lo ha venido haciendo la mayoría, o sumarse con algo concreto.
Al principio éramos muy pocas. Lo más difícil en ese entonces fue convencer a las chicas de que ellas tenían algo interesante para contar; trabajando de manera tal que esta oralidad que tenemos nosotras, que sabemos contar historias, que a cualquier hecho, por minúsculo que sea, le ponemos flores y surge una gran historia, apareciera como un capital interesante. Las travestis no tenemos la cultura de la lectura, hay que llamarlas a que lean el material y es por eso que tiene que ser muy atractivo, corto, conciso. Cosas demasiado abstractas, separadas de la realidad no llegan. Tiene que resultar atractivo; esto no es sólo un problema de las trans, esta vinculado a la cultura del mensajito de texto, de Internet, de los blogs.
¿Qué significa ‘El Teje’?
El teje hace alusión a nuestra jerga travesti y no difiere tanto del tejemaneje popular; tiene que ver con esto de urdir, de eso que vos y yo sabemos y no queremos que otra se entere. Nosotras queríamos trabajar y poner el acento en la palabra escrita, la palabra oral que ahora se transforma en escrita; empezamos a adueñarnos de nuestra propia historia, de un relato propio que no decimos que es único, que no es paradigmático, pero podemos usarlo como un modelo. Queríamos contar historias; la que se puso siliconas y terminaron cortándole las piernas. Aprendamos de eso, llamemos a un médico, aprendamos de nosotras, de nuestros errores. Nuestra virtud de contar una historia también se nos vuelve en contra cuando las chicas no se atreven a contar sus propios fracasos; me fui a Europa, vine estupenda, Paris todo el glamour. La verdad ninguna sabe ni está preparada para decidir irse a Europa. Europa es estar en un bosque alejadísima del mundo, muerta de frío, expuesta a un barrio latino donde se vive en las peores condiciones, mucho más violentada, con mucho machismo corriéndote por todos lados.
El Teje llama la atención por su propuesta visual. ¿Quiénes la hacen?
El formato está en constante discusión; esta revista super enorme, travesti, es indisimulable, no se puede esconder, no se puede disimular, es un poco como un objeto de arte. Hoy en la revista escriben compañeras como Naty Menstrual y Julia Amore, que traían sus herramientas, y otras que crecieron con los talleres. Este año vamos a trabajar en docencia, específicamente sobre escritura, con una modalidad de trabajo diferente, asociada a un espacio de construcción de diálogo. Antes cada una trabajaba su nota y no nos habíamos enchastrado entre nosotras. La idea es crecer juntas, vamos a tener un espacio para discutir la redacción de las notas. Hay que compartir las riquezas colectivas a través del diálogo. Está abierta a todas las chicas, seguimos tratando de ver la manera de acercar nuevas participantes. Estamos en el intento por no hegemonizar la palabra, de que El Teje sea realmente un vehículo democrático que nos permita dialogar entre las provincias y por supuesto entre las diferentes regiones de Latinoamérica, de otro modo estaríamos pecando de pretender nosotras tener la verdad. Si alguna certeza tenemos es que no hay una sola verdad y hay que construirse permanentemente. Todo es provisorio.
¿La revista fue pensada para algún público específico o para lectoras y lectores en sentido amplio?
El primer objetivo, la primera lectora que buscamos, es la población trans masculina y femenina. Por que necesitábamos que la revista también fuera un medio de divulgación de lo que hay, de lo que no hay, cómo evitar errores y cómo crecer definitivamente. Pero no queremos limitarnos a esto; pensamos que la sociedad en general tiene mucho que aprender. Nosotras hemos hecho uso de las tecnologías disponibles para el género y para la construcción de la subjetividad de manera casi criminal; hemos probado sobre nuestros propios cuerpos muchas cosas por no tener acceso a la información, por ingenuidad y por desesperación. Creemos que esto aporta a cualquier hombre o mujer para que se informe, para que de la misma manera traten de adueñarse del contenido de la revista y de tener una visión crítica sobre lo que dice la principalmente medicina y lo que dice en general la academia y tratar de evaluar los riesgos que quiere correr o no.
¿Cómo hacen circular la revista?
La tirada es de dos mil ejemplares y con respecto a la frecuencia vamos mutando. La idea original fue publicar una revista trimestral que en realidad se hizo cuatrimestral, y este año va a ser semestral: un número para mayo o junio y otro para fin de 2009. Hay cuestiones económicas concretas que tiene el Centro Cultural y la revista es un producto caro. La universidad, a través del Centro Cultural Ricardo Rojas, nos aporta el espacio de trabajo, la docencia y la edición de la revista, el pago a las chicas por las notas, la fotografía y el diseño. Además el Rojas tiene que ser democrático en la administración de fondos entre todas sus actividades. Lo que se nos da no es poco y alcanza. La cuestión es que tenemos el primer registro escrito más o menos cotidiano de nosotras y queremos que salga por el mundo, que se traduzca al inglés, son sueños pero son sueños posibles.
Por suerte, a partir del segundo número contamos con el apoyo del Centro Cultural de la Cooperación de España en Buenos Aires, que nos facilitó ir a un encuentro en São Paulo y pudimos distribuirla entre las compañeras. Como se agota, es importante enviarla a nuestros contactos que sabemos que la distribuyen y promover que las chicas la lean a través de la página web. Nuestro desafío es que llegue a Latinoamérica; por ahora sólo llegamos a São Paulo y Lima. El año pasado hubo un encuentro latinoamericano de travestis y trans que organizó la Asociación Travestis Transexuales Transgénero Argentinas, ATTTA, y la distribuimos entre todas las chicas que vinieron, que son líderes de organizaciones civiles en sus países. Íbamos a llevarla al Encuentro de Mujeres en México, pero la compañera no pudo viajar por problemas de documentación.
El proyecto del Teje sigue teniendo la esperanza de ser un laboratorio que pueda ponerse en práctica, que salga a los kioscos, tenga un precio de tapa, convirtiéndose en un emprendimiento que garantice un ingreso económico mayor de quienes lo integramos. No estaría mal que algunas chicas o las organizaciones lo distribuyan.
¿Y qué repercusión ha tenido en el país y en la región?
La revista trascendió al público travesti; hay un público que la busca, que realmente está interesado y no viene con esa cosa de ayudar. La leen y hacen una devolución, hacen críticas y señalan lo que les gustó. Quisiéramos que surjan otros proyectos para articular; hay discusiones muy fuertes que podríamos tener de manera más asidua, sobretodo con las travestis y trans del primer mundo que tienen otro perfil, mucho más mujeristas que nosotras, no en el sentido de articular con el feminismo, cosa que nosotras ya hacemos y aparte agradecemos. Digo mujeristas en el sentido que ellas quieren como invisibilizarse en la identidad mujer y nosotras seguimos sosteniendo que si hay algo potable y revolucionario en nuestra praxis es precisamente el considerarnos una subjetividad, una identidad totalmente diferente, tratando de romper el binarismo hombre-mujer. Hemos aprendido mucho del feminismo; ya sea las por las compañeras feministas que nos apoyaron o por las que se pusieron en contra y nos obligaron a tomar herramientas, a discutir y a pararnos en una posición. De todas hemos aprendido.
¿Cómo definirías lo trans?
El cuerpo travesti no se puede ocultar. Estamos expuestas y hay que saber manejarlo para que no se oculte, para que no pase desapercibido. Nosotras nos apartamos de la definición de “hombre”; no sabemos cuantas definiciones posibles hay sobre lo que somos, pero tenemos la certeza de la desidentifcación de “lo hombre”. En lo cotidiano vemos cómo los mismos varones se están desidentificando. Aparecen nuevas masculinidades más queribles, entrañables, se acercan a un plano de lo humano. Las travestis no tenemos closet, salimos de frente y eso nos hace contrastar con la sociedad a pleno. Nuestro closet es inverso al de los gays y las lesbianas, nosotras no estamos en el closet y salimos, sino que queremos entrar cuando surge ese discurso transexual demasiado extremo, de ser mujer y no hay otra cosa. Esa invisibilización es nuestro closet. Seguimos reivindicando que somos una identidad específica más y que tenemos que tender cada vez más a esto, a aceptar que la diversidad va a ser cada vez mayor. Esperamos que algún día las criaturas puedan construir su subjetividad de acuerdo al propio deseo y que esto no interrumpa sus estudios, no dificulte pedir un empleo sino que sean analizadas en cuanto a sus capacidades y no en cuanto a su forma de presentarse al mundo. Es un camino largo y nos lo imaginamos sinuoso.
¿Cuáles son las perspectivas para el futuro?
Estamos en un sistema que nos tiene asidas y asidos por completo, hay que construir pequeños refugios, sistemas alternativos donde podamos dejar de declamar para poder accionar. No creemos que sea fácil luchar contra el paradigma de la prostitución, pero hay chicas que quieren capacitarse. Esto era impensable hace no muchos años. Las chicas nacían y morían en la prostitución. Hay muchas chicas pensando en la capacitación en cosas en que la imagen no esté tan expuesta. Hoy ponemos la esperanza en esta preparación, en que el futuro sea ese.