BDSM es um acrónimo para bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y sadomasoquismo. Aunque la medicina los ha clasificado como disturbios sexuales, tales actividades sexuales son regidas por un conjunto de “herramientas de seguridad y argumentación”, incluyendo la llamada safe Word, el respeto al consentimiento del par con el que se ejecuta la práctica y el concepto resumido en la sigla SSC (sano, seguro y consentido), las cuales fueron creadas y definidas por sus practicantes para legitimar sus actividades y desvincularlas del rótulo de la perversión y la patología. Internet se convirtió en el principal espacio donde los practicantes de BDSM se comunican para intercambiar experiencias y organizarse políticamente para combatir el estigma y el prejuicio que los persigue, como afirma el investigador Bruno DallaCort Zilli en el artículo “BDSM de A a Z: a despatologização através do consentimento nos ‘manuais’ da Internet”, resultado de su tesis de maestría del Instituto de Medicina Social (IMS/UERJ), en el año 2007.
En su investigación, hecha en Internet, Zilli analiza el flujo de información contenida en la web, específicamente en los canales que permiten que los practicantes de BDSM entren en contacto los unos con los otros, a los cuales el autor llamó de “manuales”.
Autor de uno de los 20 artículos que componen la compilación “Prazeres Dissidentes”, que será lanzada por el CLAM y la Editora Garamond el 21 de octubre en São Paulo y el 10 de noviembre en Rio de Janeiro, Bruno Zilli explica en esta entrevista las maneras como se construyen subjetividades e identidades colectivas a partir de la práctica BDSM e interpreta los discursos que sus practicantes utilizan para legitimarla.
¿Es posible explicar o conceptuar el BDSM más allá del acrónimo usado para definirlo?
El propio acrónimo ya indica el esfuerzo que los seguidores emprenden para legitimar y resignificar la práctica. Las personas que no lo practican generalmente definen esas actividades como sadomasoquismo, o más comúnmente, como perversiones sexuales. En mi estudio yo las consideré como un conjunto de actividades sexuales que forman una identidad sexual. Sus adeptos se identifican como practicantes de BDSM y algunos dicen “Yo soy BDSMista”.
¿Cuál es el papel y la importancia del consentimiento en la práctica del BDSM?
El sentido común considera el BDSM como una cosa patológica o criminal. No obstante, hay un esfuerzo entre sus practicantes de legitimación, para convertir la práctica en “políticamente correcta”, que se da a través de “herramientas argumentativas” como el concepto de SSC. Ninguna de las actividades debe ser practicada sin que todos los individuos concuerden con lo que acontece en la escena, tiene que haber consentimiento. El diálogo es muy importante entre sus practicantes.
Ese diálogo se da en el sentido de negociar…
Si, es necesario que se sepa todo lo que va a acontecer para que las personas manifiesten si lo permiten. Las personas llegan a acuerdos sobre lo que las excita y lo que no, lo que esperan de la pareja y lo que no desean, lo que consideran o no placentero. En ese sentido podemos decir que el BDSM es un “juego erótico” practicado para estimular el placer, aunque algunas veces sea a través del dolor. No necesariamente es un dolor físico, el placer se puede dar a través del dolor emocional, mediante la simulación de una humillación, por ejemplo. Dolor y humillación son esos los elementos que dan el sentido erótico a esas actividades.
Todas esas “herramientas de seguridad” y la simulación nos dan una idea de que se trata de un juego escénico. ¿Pero esto no acabaría descaracterizando un poco la práctica teniendo en cuenta que la violencia, en este caso, es la fuente de lo erótico?
De hecho, algunos practicantes de BDSM consideran que hay un elemento de actuación. Hay debates dentro de la comunidad BDSM sobre lo que es el “BDSM real”, y sobre cuáles son los límites del consentimiento y la negociación. Sin embargo, existe el estímulo basado en el dolor y este es real y es considerado placentero. Pero hay también una clara idea sobre cuidado y seguridad. Por ejemplo, los practicantes afirman que es necesario saber cómo se amarra a una persona sin obstruir su circulación sanguínea. También enseñan que no se debe golpear en la región del torso porque allí están los órganos vitales. Algunos practicantes hablan sobre cuanto esa negociación es erótica en sí misma. La práctica no deja de tener un carácter erótico sólo por el hecho de estar siendo escenificada.
Se puede percibir que lo que se busca es una sexualidad legítima y por eso todos los elementos ilegítimos son expurgados del BDSM, como la violencia real. La violencia es el principal elemento del BDSM, pero también es lo que necesita ser apaciguado. En ese sentido, es posible pensar en una “domesticación” de la violencia que es elaborada a través del consentimiento para convertirse en algo legítimo y aceptable, justamente porque es consentida.
Cuál es la relación del esfuerzo de los argumentos de legitimación del BDSM y la medicina?
Los practicantes están desarrollando todo ese conjunto de argumentación para alejar la práctica BDSM de la criminalidad y la patología. Las perversiones son definidas a finales del siglo XIX ya con ese nombres que conocemos: sadismo, masoquismo, fetichismo y la homosexualidad (la cual salió de ese rol en la década de los setenta gracias a los esfuerzos del movimiento gay estadounidense) y se mantuvieron estables dentro de las concepciones siquiátricas. Dentro de la medicina y especialmente en la psiquiatría, ellas son consideradas un comportamiento patológico. Según las definiciones médicas, el masoquista sólo consigue placer a través del dolor, el sádico sólo lo consigue causando dolor y el fetichista solamente se excita con algunas partes del cuerpo, los pies por ejemplo, o con objetos específicos como el cuero. Esta exclusividad de sólo conseguir el placer al causar o recibir dolor es una de las características del diagnóstico psiquiátrico para esos trastornos mentales. Se entiende que estos trastornos son realizados contra personas que no consienten el ser blanco de deseos. Pero los practicantes de BDSM afirman que siempre es consentido lo que hacen y nunca actúan contra la voluntad de alguien. Así, ellos desasocian sus prácticas de las patologías sexuales que no son consentidas. Además, los practicantes reconocen que no dependen exclusivamente del BDSM para obtener placer, a diferencia de la exclusividad que es descrita como patológica en los manuales psiquiátricos.
Su investigación analiza los “manuales” de BDSM en Internet, o sea, en espacios virtuales donde circulan informaciones y argumentaciones sobre la práctica y organizados por los adeptos. ¿En qué medida esos espacios son usados para legitimar esas actividades?
Hay un conjunto de reglas y definiciones que circulan en ambientes virtuales que yo llamo de manuales y que pueden ser páginas, listas de discusión por email y foros, las cuales no tienen un formato único, pese a que el contenido es siempre muy parecido. En esos espacios de la Internet el BDSM – sus conceptos, actividades y definiciones – son debatidos y refinados por sus adeptos. El SSC, por ejemplo, tiene una definición cerrada, pero existen diferencias y desacuerdos que van siendo negociados a los pocos para llegar a una mayor sintonía. Los propios practicantes reconocen en estos espacios que el que el consentimiento tiene fronteras y límites inclusive siendo una herramienta de legitimación y seguridad. Ellos debaten esos límites siempre buscando desarrollar una guía de prácticas que sean más seguras y legítimas posibles. Ellos entienden que es necesario tener conocimiento para poder practicar BDSM. La asimilación de esas reglas es parte esencial de la práctica BDSM, como el saber usar la safe word para negociar el consentimiento, por ejemplo.
¿Qué es exactamente la safe word?
Es una palabra o gesto, algún tipo de señal previamente acordada entre las partes, que cuando es dicha o hecha en medio de una actividad BDSM, hace que las personas salgan de sus papeles y personajes porque significa que alguna cosa no está bien: alguien no está confortable con lo que está pasando o algún límite fue ultrapasado. La safe word hace que la actividad se detenga. Por ese motivo, nunca son utilizadas palabras como “No” o “Pare”. La safe word tiene que ser uma palabra que no remita al contexto erótico y a lo que está siendo practicado, puede ser una palabra neutra, que describa un color , como “amarillo”.
¿Entonces ella es pactada previamente?
Si. Siempre se acuerda una safe word para que en caso de que acontezca algo que un participante no guste pero que acabe siendo hecho por sus parejas de escena, la persona tenga una manera clara y directa de comunicar su incomodidad. Las prácticas están asociadas al gusto de las personas. La persona a la cual le gusta dominar o golpear es conocida como top, y a la que le gusta recibir los golpes o ser sumisa es definida como bottom. Hay personas a las que les gusta desempeñar los dos papeles dependiendo de con quién estén interactuando. Aquellos que ejercen los dos roles son conocidos como switchers. Las mujeres pueden ser tops, no es necesario tener pene, pues dominación y sadismo no están necesariamente vinculadas a la penetración o al estímulo genital. Aunque en el vocabulario gay norteamericano bottom se refiere a quie es penetrado en la relación sexual, en el BDSM el bottom puede actuar como penetrador. Su papel aún es de sumisión, pues él penetra porque la otra persona lo está “obligando” a hacer eso dentro del contexto de la “actuación” de la dominación y sumisión. Los practicantes de BDSM entienden que es importante conocer todas esas definiciones y nombres.
¿Ese sería el papel de lo que usted llama de “manuales” en su trabajo?
Exactamente. El primer papel de los manuales es el de informar y quien no conoce pasa a tener la oportunidad de conocer. El segundo es ayudar a la persona que practica BDSM a hablar de esa actividad en el camino por legitimarla, explicar que existen reglas y guías de actividades de cómo seguir la práctica con seguridad.
¿Cuál es la importancia de Internet para los practicantes de BDSM?
Además de ofrecer la posibilidad de tener acceso a ese material, Internet brinda anonimato y permite que las personas interesadas entren en contacto con otros sujetos que tienen gustos semejantes. También permite que las personas debatan y divulguen los conceptos y definiciones del BDSM. Al hacer la investigación percibí que había una gran cantidad de material online de fácil acceso, y su contenido es muy importante para entender el ser BDSM.
La preferencia y el gusto por el BDSM son algunas veces explicados, en los discursos patologizantes, como resultado de algún tipo de trauma que la persona que lo practica tuvo en su infancia. Cómo ese tipo de discurso es recibido en el circuito que usted investigó?
Los practicantes se alejan de esas afirmaciones. Dicen que es una práctica saludable y no identifican e sí mismos traumas ni abusos en su infancia. Uno de los esfuerzos principales del BDSM y que aparece también en los manuales y argumentos alrededor del consentimiento, es escapar de la idea de que estas actividades son patológicas y abusivas. Los practicantes dicen que no es posible explicar el placer por el dolor de la misma manera que no se explica la orientación sexual de una persona. Definen sus prácticas como un derecho de ejercer su sexualidad sin olvidar que poseen deberes, que tienen la responsabilidad de respetar el consentimiento ajeno en participar o no de esas actividades.