CLAM – ES

Donación para todos

Fábio Grotz

Bruna Mariano

 

El Ministerio de la Salud del Brasil  mantiene hasta el 2 de agosto una consulta pública sobre las nuevas reglas para donación de sangre en ese país. El nuevo Reglamento Técnico de Procedimientos Hemoterápicos  mantiene la prohibición de donar por parte de hombres que hayan mantenido relaciones sexuales con otros hombres (HSH) en los 12 meses anteriores a la donación.

 

El CLAM consultó a especialistas del área médica, activistas LGBT, personas vinculadas a la discusión sobre el SIDA, académicos y al Ministerio de la Salud, que discutieron la medida y relacionaron los supuestos que subyacen a la definición de una transfusión “segura” con la discriminación ejercida contra los varones homosexuales en ese acto. La consulta a la sociedad para recibir sugerencias se efectuará hasta el día 2 de agosto. Sin embargo, la decisión final respecto al contenido del texto será tomada por el Ministerio de la Salud.

 

El Decreto prohíbe la donación de sangre por parte de “hombres que hayan tenido relaciones sexuales, orales o anales, activas o pasivas, con otro hombre”, así como de mujeres cuyos compañeros hombres hayan mantenido relaciones sexuales con hombres en esas condiciones.

 

Esta restricción existía con anterioridad en una resolución de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), de 2004, que reglamentaba la donación de sangre en el Brasil. Dos investigaciones coordinadas por los profesores Sérgio Carrara (IMS/UERJ) y Silvia Ramos (CESeC/UCAM) evidenciaron la discriminación ejercida en el proceso de donación de sangre. El trabajo Política, Direitos, Violência e Homossexualidade – Pesquisa 9ª Parada do Orgulho GLBT – SP 2005 registró que 20,5% de los hombres homosexuales entrevistados habían sido víctimas de discriminación al momento de presentarse a donar sangre. La misma investigación, realizada en Pernambuco en el año de 2006, mostró que 13,6% de los hombres entrevistados ya habían pasado por la situación de ser discriminados a causa del mismo tipo de prejuicio.

 

La medida restrictiva contradice otra determinación del mismo Decreto, que establece que la “orientación sexual (heterosexualidad, bisexualidad, homosexualidad) no debe ser usada como criterio para la selección de donadores de sangre, por no constituir un riesgo en sí misma”.

 

El coordinador general de Sangre y Hemoderivados del Ministerio de la Salud, Guilherme Genovez, explicó que los virus de enfermedades como el Sida, la Hepatitis B y la Hepatitis C también podían ser transmitidos durante relaciones sexuales entre hombre y mujer, pero justificó la restricción. “Lo que ocurre en la identificación del grupo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH) bajo las condiciones previstas en la minuta de la norma es una mayor incidencia de VIH. Esto es porque la epidemia aún está concentrada en esa población. Investigaciones del Programa DST-Aids [de Enfermedades Transmisibles Sexualmente y Sida], divulgadas recientemente en la prensa, comprueban ese hecho”, afirmó.

 

De acuerdo con el hemoterapeuta Dr. Dante Langui Junior, director de la Asociación Brasileña de Hematología e Hemoterapia (ABHH), la prohibición está fundamentada en una situación evidenciada por la literatura médica: los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres tienen más posibilidades de infectarse con el virus del VIH.

 

Para Veriano Terto, coordinador general de la Asociación Brasileña Interdisciplinar de Sida (ABIA), la norma del Ministerio de la Salud  es “socialmente discriminatoria, por más que existan bases científicas. Ella tiene como efecto el refuerzo del estigma sobre esa población, que acaba reflejándose en la salud pública: si el propio servicio público caracteriza a esa población como riesgosa, ella termina por alejarse”.

 

Rodrigo de Souza Pinheiro, presidente del Foro de ONGs de Sida del Estado de São Paulo, afirma que el Decreto tiene un carácter discriminatorio. “A nadie se le debería prohibir donar sangre en Brasil debido a su orientación sexual”, afirma, recordando que los hemocentros adoptan una postura prejuiciosa cuando hacen preguntas para identificar la orientación sexual durante las entrevistas realizadas antes de la donación.

 

El Ministerio de la Salud  no considera que la medida sea discriminatoria y justifica la ausencia de restricciones para las personas heterosexuales. “La clasificación de donadores excluye heterosexuales que hayan pasado por situaciones que los incluya en un grupo epidemiológico de riesgo mayor para la infección por agentes contaminantes, que los haga clínicamente incompatibles con la donación de sangre, en un alto porcentaje en todo el país, lo que prevé la discriminación de orden técnica. Individuos incluidos en tales grupos que se encuentran en situaciones de riesgo incrementadas permanecen inhabilitados para la donación por el período que sea necesario para la seguridad transfusional, después del cual los mismos individuos pueden donar sangre si no continuaron con las prácticas que anteriormente los incluían en el grupo de riesgo”, explicó Guilherme Genovez.

 

El director de ABHH no quiso hacer comentarios respecto a la polémica y reiteró que se atiene a la cuestión técnica, evidenciada en la literatura médica y no a la cuestión filosófica del Decreto. Afirmó, sin embargo, que este es un punto que podría ser discutido nuevamente y eventualmente cambiado.

 

El Decreto, según Sergio Carrara (IMS/UERJ), no tiene en cuenta el grado de protección de la relación sexual. “Al no considerar el uso de preservativos como un criterio, el decreto termina incluyendo la relación sexual como factor de selección”, advierte, y agrega que la medida es un contrasentido, pues el propio Ministerio de la Salud centra su política en la cuestión de la protección.

 

Para Guilherme Genovez, el uso de preservativos es el método más eficaz para evitar la infección por agentes contaminantes durante la relación sexual. “La definición de los grupos que viven situaciones de riesgo incrementadas se hace a partir de índices epidemiológicos demostrados en investigaciones epidemiológicas, que clasifican a grupo de individuos afines según sus semejanzas, en el caso de las prácticas sexuales. Las campañas e inversión en prevención desarrolladas por el Gobierno Federal son dirigidas a estos grupos debido a la concentración de las epidemias en ellos”, dice.

 

Sérgio Carrara ve otra contradicción en la medida. “El texto no debería aplicarse sólo a hombres gay. También debería valer para otras relaciones, como las heterosexuales, por ejemplo. Porque ¿qué pasa los hombres que tienen sexo anal con mujeres? ¿Y con las mujeres que tienen relaciones con otras mujeres? Esto da a entender que el peligro está en la relación y no en la protección. Hay una evaluación moral de las prácticas en donde la relación homosexual y la promiscuidad son demonizadas. El prejuicio está presente. Es una forma de discriminación”, afirma el profesor del IMS.

 

El coordinador de Sangre y Hemoderivados del Ministerio de la Salud afirma que el Decreto se refiere “a las prácticas sexuales que exponen al individuo a situaciones de riesgo incrementado, que pueden poner al receptor de sangre en riesgo, debido a la ventana inmunológica (período transcurrido entre la infección y la posibilidad de que la contaminación sea detectada en la sangre donada, limitado por el actual estado de desarrollo tecnológico del área de laboratorio). El objetivo del parágrafo 12 es alertar al clasificador del servicio de recolección de sangre respecto a prácticas prejuiciosas en la recepción de candidatos a donación, para evitar que tales prejuicios restrinjan la donación por parte de homosexuales que no se encuentran en las situaciones de riesgo incrementado descritas en la norma, así como lesbianas o HSH que no hayan tenido alguna de las prácticas sexuales previstas en el artículo 31 durante los últimos 12 meses”.

 

Una serie de investigaciones basadas en la metodología respondent driven sampling es apuntada por el presidente de la Asociación Brasileña de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales (ABGLT), Toni Reis, como evidencia de que hay un fundamento epidemiológico cuando se afirma que gays y hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) son más vulnerables a la infección por VIH. Sin embargo, él resalta que es un error aplicar reglas fechadas en la década de 1980 a la actualidad. “En este tiempo hubo importantes cambios en la epidemia. Hoy se sabe que cualquier persona –no sólo los homosexuales– puede adquirir el virus si no se protege. Es el comportamiento sexual el que debe determinar si la persona puede donar sangre, y no su orientación sexual. No es lógico aceptar la donación de un heterosexual con varias compañeras y vetar la sangre de un gay monogámico, por ejemplo”, critica.

 

De acuerdo con el presidente del Foro de ONGs Sida, la restricción está desactualizada. “Los avances tecnológicos permiten mejorar cada vez más la seguridad en las transfusiones de sangre. El gobierno brasileño, antes de discriminar a los gays, debería, por ejemplo, buscar la incorporación del NAT (prueba de ácido nucleico), ya fabricado por el laboratorio Bio-Manguinhos [Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz)] que reduce inmensamente la llamada ‘ventana inmunológica’. Esta es una tecnología que puede acabar con la restricción, que ha sido justificada por el riesgo de que puedan entrar en los bancos de sangre muestras cuyos resultados hayan sido falsos negativos”, afirma.

 

Tanto Rodrigo de Souza Pinheiro como Veriano Terto apuntan a la necesidad de que las políticas públicas en el área de la salud sean pensadas e implementadas de modo incluyente. El coordinador general de ABIA afirma que la medida debería estar asociada a otras iniciativas, como campañas que combatan el prejuicio y servicios que faciliten el acceso a medicamentos y al diagnóstico. De ese modo, dice, esa población tendría medios para dejar de ser considerada de riesgo epidemiológicamente. “Lo que existe, por ahora, es muy vago”, critica.

 

El uso de investigaciones para formular políticas públicas debe ser más discutido entre el Gobierno, investigadores y la sociedad civil, afirma Toni Reis. De acuerdo con el presidente de ABGLT, esos trabajos son importantes, pero “es preciso dar igual consideración a las investigaciones realizadas con la población heterosexual y ver hasta qué punto la política de donación de sangre debe ser modificada para tener en cuenta los resultados de las mismas”.

 

El presidente del Foro de ONGs Sida del Estado de São Paulo admite que, en determinadas situaciones, los homosexuales son de hecho más vulnerables a la infección por el VIH. Pero resalta que, pese a ser más vulnerables, la aplastadora mayoría de los gays da resultados negativos para el virus. “Vea qué absurdo: hoy, en Brasil, hasta los homosexuales seronegativos para el VIH, con relaciones estables y monogámicas, tienen prohibido donar sangre. Esto quiere decir que la restricción para ellos es definitiva y se basa en el comportamiento individual. Ahora, los heterosexuales que tienen múltiples parejas y relaciones desprotegidas, cuya sangre estaría supuestamente más sujeta a estar infectada, no pasan por la misma restricción”, critica y concluye que éticamente la restricción ya no puede aceptarse.

 

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