Cuando a Karen Espíndola le informaron que el feto que llevaba en su vientre padecía de holopronscencefalia alobar, una grave anomalía en el cerebro, incompatible con la vida, acudió a los médicos que la diagnosticaron para que le interrumpieran el embarazo. Ellos no pudieron hacer nada pues el aborto terapéutico, que en Chile fue legal desde la década de 1930 hasta 1989, fue prohibido durante la dictadura de Augusto Pinochet. Ahora Osvaldo, el hijo de Karen, ha cumplido 11 meses. Su existencia está llena de obstáculos y su pronóstico es sombrío: padece tetraplejía, microcefalia, graves problemas hormonales, epilepsia y desnutrición crónica, pues no puede alimentarse por sí solo.
En Chile el aborto es ilegal y es castigado bajo cualquier circunstancia. Las mujeres que se someten a este procedimiento enfrentan penas de entre 3 a 5 años de cárcel, y quienes lo practican son privados de la libertad por 541 días a 3 años. Hoy Karen es una férrea defensora del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y aspira a que se legalice el aborto terapéutico en el país.
En una carta abierta publicada recientemente en medios masivos de comunicación, Karen señaló:“¿Es válido que niños indefensos sean mirados como instrumentos de Dios o de quien sea, para que otros “aprendan”? He pensado esto desde hace mucho tiempo y creo que la respuesta es: ¡No! No creo que nuestros niños deban sufrir para que otros aprendan de su sufrimiento, es decir, verlos como instrumentos para un fin legítimo. Francamente creo que esa visión es irracional y, porque no decirlo, inhumana”. El objetivo de esta misiva es exponer su situación para que, en sus propias palabras, “llegue al corazón de alguna autoridad y se anime a cambiar una realidad que no nos merecemos como sociedad”.
El aborto es tipificado en los artículos 342 A y 245 del Código Penal chileno, bajo el título de “Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la Moralidad Pública”. Organizaciones civiles defensoras de la despenalización del aborto confiaban en que el aborto terapéutico fuera restablecido con la llegada de la democracia a Chile en 1990. Sin embargo, hoy sigue siendo ilegal en todas sus formas.
Propuestas legales de restitución del aborto terapéutico
En 1991, Adriana Muñoz, diputada del Partido por la Democracia, presentó un proyecto de ley en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados con el fin de restituir el aborto terapéutico. A pesar de que la propuesta fue archivada, esta acción permitió visibilizar una preocupación por el tema entre diputadas feministas.
Desde el año 2000 se han presentado seis iniciativas legales de este tipo que no han logrado pasar el primer trámite constitucional, su discusión en la Cámara Baja, para ser debatidas en el Senado. La primera de ellas fue el proyecto de “Ley marco sobre derechos sexuales y reproductivos”, que buscó reconocer el derecho de las personas a tomar decisiones libres, informadas y responsables sobre la posibilidad de tener hijos, a definir el número de ellos y el intervalo entre los nacimientos.
En el año 2003, se presentó una iniciativa para modificar el artículo 119 del Código Sanitario en lo relativo al aborto terapéutico, mediante la inclusión del siguiente texto: “Sólo con fines terapéuticos se podrá interrumpir un embarazo. Para proceder a esta intervención se requerirá la opinión documentada de dos médicos cirujanos”.
Al año siguiente se buscó reformar la Constitución para agregar el artículo 19 sobre garantías constitucionales que contemplaba “el derecho a la libertad sexual y reproductiva, que corresponde especialmente a la mujer y comprende la libertad y autodeterminación para elegir los métodos científicamente más apropiados para la prevención y planificación del embarazo”. Este proyecto se presentó nuevamente en 2006 sin resultados favorables.
En diciembre de 2006 fue presentado otro proyecto de ley con el objetivo de modificar el artículo 345 del Código Penal y permitir el aborto terapéutico. La reforma propuesta contemplaba la legalidad de esta práctica en los casos en que el embarazo representara peligro para la vida de la madre, grave deterioro de su salud o cuando el feto tuviera malformaciones incompatibles con la vida. El último proyecto de ley que buscó legalizar la interrupción del embarazo para proteger la vida y salud de la mujer fue presentado en enero de 2007, tampoco llegó al Senado.
La situación de Chile respecto al aborto es paradójica, pues el país fue pionero en materia de planificación familiar y un ejemplo para otros países del continente. El aborto estuvo reglamentado desde el siglo XIX, y entre los años 1931 y 1989 se permitió como práctica terapéutica, es decir, cuando la intervención fuese realizada para salvar la vida o la salud de la mujer gestante, por indicación médica.
El Movimiento Pro Emancipación de la Mujer – MEMCH, ha sido una de las organizaciones sociales que más ha movilizado el debate público sobre la despenalización del aborto. Esta ONG revivió la experiencia de otra organización del mismo nombre que desde 1930 luchó por los derechos de las mujeres, cuyas acciones fueron decisivas para la obtención del voto de las mujeres en 1947. En entrevista con el CLAM, Rosa Ferrada, su directora —quien además es integrante de Articulación Feminista y fundadora del Foro Red de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos—, habló sobre la disposición política para iniciar el debate sobre el aborto en Chile, así como sobre la pertinencia de buscar la despenalización total de esta práctica empezando por la legalización del aborto terapéutico.
¿Cuál es el panorama de Chile en materia de despenalización del aborto?
Es bastante complicado. No hemos avanzado nada al respecto y tampoco existe la voluntad de discutir el tema. La discusión sobre la despenalización del aborto no está ni va a estar en la agenda de este nuevo gobierno. Si fue difícil iniciar este debate durante los gobiernos de la Concertación estoy segura que durante los próximos cuatro años, con un gobierno de derecha a la cabeza, no podremos pensar siquiera en discutir al respecto. Tampoco existe voluntad política para presentar proyectos de ley.
¿Cuáles fueron los obstáculos que impidieron el avance de los seis proyectos de ley que se han presentado desde el año 2000?
Como movimiento de mujeres hemos hecho diversos intentos legales para lograr avances al respecto. Nuestra conclusión es que, definitivamente, este tema no le interesa a los legisladores. No quieren abordarlo por el costo político que implica. En materia de aborto no existen políticos progresistas en Chile.
Recordemos que en 1930 el aborto terapéutico no era siquiera una ley, sólo era contemplado por un artículo del Código Sanitario. Pinochet se dio el gusto de eliminar el aborto terapéutico y, desde entonces, éste se ha convertido en un tema invisible. Hoy tenemos parlamentarios más conservadores que antes, una Iglesia Católica más poderosa e influyente, y a eso hay que sumarle un gobierno de derecha ligado al Opus Dei.
En resumen, hoy no tenemos ninguna posibilidad. Hace unos años pensábamos que era posible iniciar un debate al respecto y por eso presentamos diversas iniciativas como el Proyecto Marco de Derechos Sexuales y Reproductivos. Pero no hubo caso. Nuestros parlamentarios ni siquiera se atreven a abrir los ojos para ver lo que está sucediendo en el mundo, donde hay muchos países como España (en donde se reconoció el aborto como un derecho de la mujer y se lo despenalizó en su totalidad hasta las 14 semanas de gestación), dispuestos a abordar esta temática. Debemos reconocer que el aborto es un fenómeno que existe y no podemos ignorarlo; sin embargo, en Chile hay una barrera infranqueable para hablar sobre el tema.
¿Cuál cree que es la estrategia más apropiada para impulsar este debate en el Parlamento?
Sólo nos queda insistir, insistir e insistir. Esa es la única estrategia para generar debate, es la estrategia que hemos empleado durante todos estos años. No nos hemos ido a la casa, aún estamos presentes. Aunque como movimiento de mujeres tenemos claro que durante este gobierno no vamos a avanzar, eso no nos impide salir a la calle a defender nuestros derechos.
Tampoco desconocemos el fuerte cerco comunicacional que existe en relación con estos y otros temas más, como el llamado “conflicto mapuche” que mantiene a 34 comuneros en huelga de hambre por más de dos meses. En estos casos, el cuerpo es el último bastión de resistencia. Ahora que peligra la vida de los manifestantes comienza la preocupación del gobierno, que también se ha interesado en el tema debido a la presión internacional.
En materia de despenalización del aborto existe ese cerco. No se difunden actividades, seminarios o investigaciones sobre el tema. El acceso a los medios está restringido, pero eso no quita que recurramos a las redes sociales para difundir la información que consideramos significativa, en particular, para este 28 de septiembre. Al igual que todos los años saldremos a la calle, entregaremos material de apoyo y trataremos de generar debate y reflexión.
No somos abortistas. Nosotras defendemos la vida de las mujeres y por eso luchamos para que el aborto sea legal y seguro. Muchas personas nos ironizan diciendo que queremos el aborto hasta con un ramo de flores. Nosotras vemos la despenalización del aborto como un derecho.
Especialistas sostienen que para lograr un cambio legislativo en esta materia se debe comenzar con la despenalización del aborto por razones de salud. ¿Qué opina al respecto?
En el movimiento de mujeres hemos discutido bastante esta posibilidad. El problema con esta iniciativa es que, al final, el poder queda en los médicos y se le quita poder de decisión a las mujeres. Los médicos seguirán siendo quienes determinan cuándo se puede realizar o no un aborto. El reciente ejemplo de Karen Espíndola es muy revelador. Los médicos no le interrumpieron el embarazo y nació su niño, que ni si quiera puede hacer algo tan vital como tragar… es un destino que tiene un costo alto para ella y para su familia. Ahora, si la despenalización del aborto por razones de salud permite una apertura, el inicio de un debate, sería un buen comienzo. Pero insistimos que la decisión debe ser de las mujeres.
¿Existen en Chile estudios que den cuenta de los costos sociales de la actual legislación sobre aborto? ¿Cuál es el panorama de la investigación sobre el tema en las universidades y el mundo académico?
Hay pocos estudios. Entiendo que la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile y la Academia de Humanismo Cristiano han realizado investigaciones. De hecho, esta última lideró un estudio sobre el aborto por razones de salud que propuso argumentos médicos al respecto. Pero estas son experiencias aisladas.
Nuevamente, esto tiene que ver con lo que sucede en Chile: la mayoría de los centros académicos no se interesan en ahondar sobre esta temática. En lugar de ello, llegan jóvenes estudiantes de otros países, sobre todo de Europa, que quieren conocer qué hacemos acá y saber si existen políticas públicas sobre este tema.
¿Qué estrategias ha implementado el movimiento de mujeres para avanzar hacia la despenalización del aborto?
En estos momentos estamos preparando la actividad del 28 de septiembre y durante el año preparamos materiales de difusión. Lamentablemente no contamos con los recursos necesarios para realizar campañas de gran envergadura, pero seguiremos insistiendo y tratando de instalar este tema para que no desaparezca de la agenda pública.
Recuerdo que hace un tiempo iniciamos una campaña donde varias mujeres se reunieron y dijeron públicamente “yo aborté”. Pese a que el aborto es ilegal y sancionado con años de cárcel, no pasó nada. Las autoridades no se dieron por informados. El silencio fue aplastante, aquí te imponen una realidad en donde no pasa nada. Por eso, seguiremos en la calle. La calle es lo único que importa. Cuando dejemos la calle estaremos derrotadas.