María Inés F. sonríe entusiasmada. Con una mano sostiene a su beba de diez días mientras que con la otra escribe en fibrón de colorado estridente “aquí nació mi hija el 4-5-12”. Lo hace en uno de los pasillos principales del Hospital Municipal de Morón, sobre una pared que se fue grafiteando durante años para dejar registrada la llegada de las criaturas al mundo.