Se autodefinen como mujeres jóvenes de izquierda, dispuestas a promover y articular una nueva generación de chilenas para cambiar los comportamientos sociales que establecen una división entre superiores y subordinados, especialmente cuando se trata de relaciones de género.
Son la Coordinadora de Feministas Jóvenes (CFJ) y se ven a sí mismas como un espacio abierto en el que confluyen formas de vivir el feminismo, donde han decidido “caminar juntas y revueltas, esforzándonos por encontrar puntos en común, sin despreciar el conflicto cómo ingrediente necesario de toda organización política”.
Tienen dos años de trayectoria y se destacan por realizar intervenciones tales como mesas callejeras de discusión en sexualidad, entrega de postales a estudiantes secundarias con información sobre género, lesbianismo, masturbación, solidaridad femenina y aborto, además de ponencias sobre juventud y feminismo en distintos foros ciudadanos.
También han participado en el Encuentro Feminista de Olmué, Chile (2005), en el Décimo Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, Serra Negra, Brasil (2005), en el Foro Social Chileno (2005), y en el Encuentro Movimientos sociales y Dinero, México (2006).
Fieles a su orgánica horizontal en las relaciones y en la discusión, decidieron responder como Colectivo a esta entrevista del CLAM.
¿Cómo nació el Colectivo? ¿Cuáles fueron sus principales motivaciones para transformarse en lo que son actualmente?
Coincidimos por primera vez en la preparación del encuentro Feminista de Olmué 2005, donde llegamos por separado, esperando encontrar un espacio que acogiera nuestras inquietudes. Al divisar la soledad de nuestras militancias, decidimos aunarlas y constituir un grupo de siete mujeres jóvenes.
Después de dos años de trabajo somos una organización de número variable, entre 15 y 30 activistas -de 16 a 32 años- con distintos niveles de compromiso, pues adecuamos la intervención feminista acorde a nuestras etapas de vida. Esta estrategia genera, para nosotras, mejores resultados que imponer una militancia.
Ahora bien, según nuestros intereses y momentos políticos, se han formado diversos grupos de interés al interior de la CFJ: son GENERANDO (Universidad de Chile), las LILITH (Universidad Diego Portales), Feministas Tramando (Periodistas), y las Curá de Espanto, cuatro colectivos que alimentan las distintas actividades que realizamos como CFJ.
Ustedes ganaron el “Fondo Alquimia”. ¿En qué consiste ese reconocimiento y qué hicieron con los recursos obtenidos?
Es un incentivo económico que entrega la Fundación Alquimia a grupos organizados de mujeres, para financiar actividades afines al fortalecimiento del movimiento feminista y de mujeres.
A mediados de 2005, y con sólo seis meses de trabajo, decidimos concursar. En ese entonces, advertimos que el problema del movimiento feminista en Chile es que no tiene un recambio generacional. Quisimos como mujeres jóvenes realizar intervenciones artístico-políticas dirigidas a también mujeres jóvenes, especialmente estudiantes secundarias.
A la par de financiar nuestro portal web, también permitió la confección de flyers y postales con mensajes sobre los temas de aborto, masturbación y placer, solidaridad femenina, lesbianismo, autocuidado en las prácticas sexuales e IVE –interrupción voluntaria del embarazo–, diversidad erótica y sexual, género como construcción social y solidaridad entre mujeres. Estas postales fueron distribuidas en colegios del país y en diversas actividades.
Durante ese trabajo estudiantil hubo directivos de colegios que reaccionaron negativamente. ¿Cómo fue esa situación?
Fuimos amenazadas por la fuerza policial en compañía de apoderados y directores y directoras de los establecimientos, que estaban completamente fuera de sí. Nosotras siempre tuvimos claro que repartir postales en la calle no es delito, pero de todos modos nos amedrentaron con preguntas y amenazas. Finalmente, como no les resultó, optaron por quitarles las postales a todas las niñas que las habían recibido a la entrada de clases.
El argumento que esgrimieron las funcionarias del colegio fue que nosotras estábamos promoviendo el lesbianismo y la masturbación y que eso no se podía permitir.
¿Por qué creen que se produjo esa reacción tan desmedida?
Creemos que hay un tremendo miedo a constituir un potencial de autonomía para las niñas. El control del cuerpo de las mujeres y el derecho al placer, desligando la actividad sexual de la reproductiva, es algo que –pese a ser aceptado en la institucionalidad internacional como parte de los derechos sexuales– en Chile no llega a la ciudadanía y menos a las escolares durante su proceso de formación.
Es escandaloso que reacciones de este tipo sucedan en colegios fiscales y laicos. Estamos seguras que si se tratara de ofrecer una misa en el colegio, otra habría sido la respuesta.
Es indispensable abrir espacios de información y discusión, junto con los estudiantes, para crear conciencia de la necesidad de introducir materias sobre sexualidad en los currículos obligatorios y que éstas sean abordadas sin anteponer el “verbo” amor -como dicen los cristianos–, pues no se condice con la situación actual, en que el sexo llega a muy temprana edad, con más curiosidad que amor. Se hace indispensable la existencia de una educación sexual con enfoque de género, que gire en torno a la anticoncepción, al placer, y a la autoexploración, con el fin de crear respeto por nuestro cuerpo y nuestra salud sexual. Esto también pasa por la autovaloración y el autoconocimiento. ¿Qué otras actividades han realizado? Implementamos mesas de conversación ciudadana en la calle con la colaboración del Foro Red de Salud de Derechos Sexuales y Reproductivos por la campaña de la despenalización del aborto. Hicimos un taller con niñas de un hogar de menores donde abordamos los temas delimitados por las postales. Este es un grupo humano muy dañado y violentado por la sociedad. Pudimos trasmitirles, a través de un discurso muy simplificado, procesos de cuestionamiento y liberación que dieron origen a nuevas maneras de mirar la vida y de mirarse, mucho más sanas y menos sometidas. También participamos en el Foro Social Chileno, en el Encuentro Feminista de Olmué y en el X Encuentro Feminista Latinoamericano en Serra Negra. Todas fueron muy importantes, porque permitieron afianzarnos como grupo para desarrollar intervenciones callejeras, producciones artísticas, además de la elaboración de un discurso académico respecto a temas de feminismo. ¿Cómo ven a la sociedad chilena en relación con temas sexuales? Es una sociedad aún muy machista, pero que va más adelante que sus autoridades políticas en temas que se relacionan con sus derechos sexuales y reproductivos. Por ejemplo, el uso del condón es una discusión “valórica” sólo en los medios de comunicación, donde la iglesia siempre cuenta con un lugar destacado y con políticos conservadores dispuestos a apoyar su discurso. Sin embargo, es muy, muy difícil encontrar a un ciudadano o ciudadana común y corriente que se oponga al uso del condón porque éste atente contra la familia y promueva el libertinaje, como proclama la iglesia. El condón es poco utilizado porque aún muchas parejas, hombres principalmente, mantienen el discurso de que el condón entorpece o dificulta la relación sexual, pero no por un tema “valórico”. ¿Qué piensan sobre las normas para regular la fertilidad que impulsa hoy el ministerio de Salud? Sin duda son un gran avance en materia de derechos sexuales y reproductivos, no sólo porque se autoriza la distribución de la PAE (píldora del día después) a cualquier mujer mayor de 14 años que la solicite en un consultorio público y porque habla explícitamente de la vasectomía como una opción más barata y más fácil que la esterilización de la mujer, sino porque también considera un enfoque de género y derechos que reconoce a las mujeres como dueñas de sus cuerpos y decisiones. ¿Cuáles son sus proyectos para el 2007? Queremos trabajar en dos grandes lineamientos. El primero, elaborado en conjunto con Red Chilena contra la violencia doméstica y sexual, y financiado por la Corporación Humanas, se relaciona con la ejecución del Proyecto “Aborto y violencia contra las mujeres: conexiones necesarias para el fortalecimiento del debate público y la construcción de alianzas con sectores estratégicos para el movimiento de mujeres y feministas». Para ello, ejecutaremos distintas actividades entre las que se destacan la entrega de postales (cartillas informativas con diseños creativos), foros ciudadanos en universidades e intervenciones artístico-callejeras, entre otras. El segundo lineamiento tiene como objetivo fortalecer redes con otros grupos y movimientos sociales, sosteniendo una relación con estudiantes secundarias, además de coordinar acciones comunicacionales, con el fin de conocer y aunar discursos.