El caso de Romina Gamarra y María Cristina Ojeda, denunciado por este diario, deja algunas preguntas urgentes sin respuesta. En septiembre lograron escapar de una red de proxenetas que las explotó haciéndolas circular por tres provincias distintas. Hicieron la denuncia, pidieron protección. Pero un mes más tarde, Ojeda se desdijo después de haber estado 48 horas desaparecida. ¿Por qué será que el hilo de la trata se corta siempre por lo más delgado?
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