Cambiar las subjetividades y conductas de hombres y mujeres si hablamos de sexualidad, no es tarea fácil que se logre de un día para otro. Cuesta años y dedicación, no solo de las personas implicadas, la comunidad, sino también precisa del apoyo incondicional del Estado, como reflejo de una política social que no discrimine o prejuicie lo más íntimo del comportamiento humano .Esta fue la premisa que guió la política cubana en torno a la sexualidad, desde que surgieran los primeros programas y proyectos, algunas veces dispersos, pero que luego fueron confluyendo en un mismo eje, donde se ponderó por encima del tradicional enfoque biologicista conductista, una estrategia de orientación y educación sexual.