Mientras se suceden los fallos a favor de la identidad de género de personas trans –el último fue en Santiago del Estero y tuvo la particularidad de haber reconocido la identidad masculina de quien lo demandaba sin necesidad de dar parte a ningún otro organismo del Estado–, en las escuelas se sigue exigiendo que los nenes y las nenas se comporten como si fueran tribus antagónicas. El texto de Valeria Licciardi que sigue da cuenta de qué arduo se hace el camino cuando hay que desaprender todo lo aprendido.