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ENTRE EL VATICANO Y LA SANTA SEDE

En medio de protestas protagonizadas por diversos actores sociales culminó el pasado 28 de marzo la gira de Joseph Ratzinger por América Latina. La visita, que inició en México y tuvo como destino final Cuba, suscitó críticas inclusive dentro de sectores adscritos al catolicismo que se preguntaron si ésta era de carácter pastoral o político.

La llegada de Ratzinger a México se dio en un contexto de debate previo al inicio de las campañas presidenciales y a la discusión en el Senado de la reforma del artículo 24 de la Constitución política, relativo a la libertad de credos. La reforma, que fue aprobada dos días después, permite la participación individual y colectiva en ceremonias religiosas celebradas en espacios públicos, algo que antes estaba restringido a los domicilios particulares y en el ámbito público sólo a los templos.

Para el Grupo Interdisciplinario Feminista, que protestó junto a otras organizaciones en el Monumento a la Independencia, esta coyuntura evidencia la “utilización del credo religioso como mecanismo de control por parte de la Iglesia y las élites gubernamentales para mantener sus privilegios y dominio a costa del bienestar del pueblo”, según reportó la agencia mexicana NotieSe.

Sobre la reforma constitucional, académicos (como la antropóloga Marta Lamas y el ex rector de la UNAM Jorge Carpizo), políticos, activistas y organizaciones sociales (entre ellas Católicas por el Derecho a Decidir y la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual de Sacerdotes) afirmaron en un comunicado de prensa que “la jerarquía católica está interesada en recuperar privilegios que le reportarían beneficios inmensos en los campos de la educación pública, y la posesión y control de los medios masivos de comunicación”. Al respecto coincidieron laicos y evangélicos a lo largo del país, al señalar que el artículo reformado era un “regalo” de la clase política al Papa.

En opinión del presidente de la Academia de Derecho Procesal Constitucional, Luis Gutiérrez Apodaca, esta reforma atenta contra el carácter laico del Estado ya que le otorga derecho de reunión y libertad irrestricta de expresión a los ministros de culto, facultades que sólo se le reconocen a la sociedad civil para protestar y debatir, pero que, en su opinión, le permitirán a la Iglesia “extender esos derechos a las aulas escolares, para dar instrucción religiosa en las escuelas públicas”.

Cuestiones como el uso de recursos públicos para costear la visita papal, la respuesta de la Iglesia ante las denuncias de pederastia y su oposición a las leyes que reconocen derechos a parejas del mismo sexo y despenalizan el aborto también fueron discutidas tanto en espacios públicos como en redes sociales y páginas de Internet.

La Coalición de Jóvenes por la Educación y Salud Sexual (COJESS) de ese país cuestionó a través de un comunicado que el gobierno destinara cerca de 100 millones de pesos mexicanos (aproximadamente 8 millones de dólares) para la realización de ceremonias religiosas, gastos logísticos y regalos al Papa, en lugar de emplearlos en acciones orientadas al combate del VIH/Sida y a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La Coalición criticó además que la visita de Ratzinger se diera en calidad de jefe de Estado y no de líder religioso, como lo reconoció el gobierno mexicano en un comunicado, considerando que en reuniones de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) el Vaticano se ha manifestado en contra del uso de preservativos. Al respecto señaló COJESS: “nos preocupa de manera importante [que la visita del Papa contribuya a] reforzar ideas que no coadyuvan a la erradicación de las Infecciones de Transmisión Sexual y el VIH, homofobia, transfobia, bifobia y lesbofobia, y una educación integral en sexualidad, laica y científica desde nivel básico”.

Por otra parte, el encubrimiento de los casos de abuso sexual en el seno de la Iglesia fue abordado en la presentación del libro La voluntad de no saber: lo que sí se conocía sobre Maciel en los archivos secretos del Vaticano desde 1944, llevada a cabo en Guanajuato durante el segundo día de la visita papal a esa ciudad. El libro de Alberto Athié, Fernando González y José Barba, examina 212 documentos archivos vaticanos –que fueron publicados por los autores en el sitio web del libro– y determina no sólo que el Vaticano conocía los casos de pederastia perpetrados por el fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, desde hace aproximadamente 70 años, sino también la presunta responsabilidad del actual Papa en el ocultamiento de los mismos. Los autores relatan que en 1981, cuando Ratzinger asumió la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe –sucesora de la Inquisición–, dos arzobispos presentaron la denuncia formal de los casos ante el órgano del Vaticano sin que obtuvieran respuesta por parte de la cúpula eclesial. 17 años más tarde, ex integrantes de la orden religiosa formularon una nueva denuncia, pero esta corrió la misma suerte de la anterior. El evento, además de presentar los hallazgos de los autores en la materia, sirvió como un espacio para dar visibilidad a la voz de víctimas de pederastia cometidas por sacerdotes católicos a quienes la jerarquía eclesial de ese país negó la solicitud de trámite de una reunión con el Papa. Barba, ex integrante de la orden religiosa y víctima de abuso sexual, expresó que “la idea [del libro] es demostrar que el Vaticano, el cardenal Ratzinger y la Iglesia sabían sobradamente del caso, pero que el hecho se manejó más políticamente que con el espíritu que los fieles hubiéramos esperado” y concluyó señalando que “queremos que esto se sepa para que nunca se vuelva a repetir”.

Asimismo, Católicas por el Derecho a Decidir – México (CDD/M) estimuló el debate respecto a estos y otros temas, como la exclusión de las mujeres del sacerdocio, el rechazo del Vaticano al uso de métodos anticonceptivos, la expulsión de las mujeres que abortan de la Iglesia y la participación de los sacerdotes en política, a través de la serie animada Catolicadas. La campaña, que hasta ahora cuenta con 5 episodios, “pretende contribuir al debate público en torno al papel de la Iglesia Católica en la sociedad mexicana, específicamente en el contexto del proceso electoral”, afirma la organización en su sitio web. CDD/M señala que la campaña, que en tres semanas alcanzó 150 mil visitas, “quiere también evidenciar que la falta de compromiso de la jerarquía católica con la defensa de derechos humanos fundamentales es incongruente con las enseñanzas del Evangelio y la tradición católica, así como difundir las opiniones a favor de los derechos humanos de mujeres y jóvenes de la inmensa mayoría de los creyentes de esta Iglesia”.

Nueva evangelización

Los reclamos formulados en México contra la Iglesia y su relación con el gobierno no son nuevos. En noviembre de 2010, el paso del Papa por Barcelona y Santiago de Compostela generó reacciones de miles de manifestantes, que cuestionaron la intervención del “jefe del único Estado no democrático de Europa” en la política del país ibérico. Dos meses antes, cuando Ratzinger visitó Inglaterra, 20.000 personas se congregaron en Londres en torno a la campaña Protest the Pope. Las críticas se centraron en el gasto de 31 millones de dólares por parte del gobierno para la visita, pero, sobre todo, en las declaraciones de Ratzinger respecto a los casos de pederastia en el seno de la Iglesia, que de evadir el tema sobre el encubrimiento de los mismos pasaron a responsabilizar a los obispos locales de un problema que se extiende a varios países. Finalmente, durante su discurso en la catedral de Westminster, Ratzinger reconoció que este era un asunto que le concernía a toda la Iglesia y señaló que los casos debían ser tratados no sólo como pecados sino también como delitos.

En este contexto es significativa la aparición de la carta apostólica en forma de “motu proprio” –es decir, como bula pontificia– Ubicumque et Semper, que puede traducirse como “En donde sea y siempre”. En el documento publicado dos días después de la visita a Inglaterra, el Papa señala que en las últimas décadas la humanidad ha presenciado grandes transformaciones sociales que han “modificado profundamente la percepción de nuestro mundo”. Estas derivan de “causas complejas” que, si bien han reportado beneficios a la humanidad, también han impactado de forma preocupante “la dimensión religiosa de la vida del hombre”, entre las cuales se encuentran “la ampliación de las posibilidades de vida y de los espacios de libertad individual” y “el proceso de mezcla de etnias y culturas causado por fenómenos migratorios de masas”.

Ante el creciente panorama de “descristianización” que vive el mundo, y recogiendo las preocupaciones manifestadas por sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, Benedicto XVI decreta la puesta en marcha de una “nueva evangelización”, que se desarrollará de forma diferenciada en tres regiones del mundo, aunque no especifica cuáles, en donde la situación del cristianismo es disímil, ya sea porque continúa arraigado a pesar del proceso de secularización, porque se evidencia un distanciamiento mayor de la sociedad frente a la fe cristiana o porque su presencia es débil en zonas que “parecen particularmente refractarias a muchos aspectos del mensaje cristiano”. Para tal fin crea el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización.

Del documento llama la atención el papel atribuido por el Papa a las libertades individuales y a la “mezcla de etnias y culturas” como amenazas al cristianismo y suscita preguntas sobre el sentido de la “nueva evangelización”. La primera amenaza se relaciona con la preocupación de la Iglesia frente a las demandas de ciudadanas y ciudadanos respecto a la autonomía sobre sus propios cuerpos, que tiene su correlato en el rechazo de la Institución a la despenalización del aborto y el uso de métodos anticonceptivos. Por su parte, la mezcla étnica y cultural derivada de los fenómenos migratorios sugiere un asunto bastante polémico relacionado con la segregación de inmigrantes principalmente en Europa. Al respecto, basta recordar las polémicas declaraciones del Papa en las que calificó al Islam y a sus seguidores de “violentos” e “irracionales”. También cabe destacar que el jerarca considere como una amenaza al cristianismo, justamente aquello que favoreció su implantación en el mundo americano.

Las declaraciones de Ratzinger sobre la evangelización de América tampoco han estado exentas de controversia. En su visita a Brasil en mayo de 2007 señaló que los pueblos indígenas anhelaban el cristianismo traído por los colonizadores, justificando así la violencia perpetrada por ellos.

Una pista sobre el sentido actual de este proceso a la luz del “episodio 1492”, como lo denomina el filósofo argentino Enrique Dussel, lo encontramos en uno de sus textos, en el que señala que la evangelización debe entenderse no sólo como la expansión del cristianismo como religión sino como sistema político, económico y cultural. Esta observación es válida en el momento presente, en el que, como muestran las giras de Ratzinger, la recristianización parece indisociable de la repolitización del mundo desde la perspectiva del Vaticano. En este sentido, es conveniente evaluar las implicaciones que la “nueva evangelización” decretada por Ratzinger tendrá en los países latinoamericanos, en lo que respecta al carácter laico de los Estados, en asuntos de derechos sexuales, derechos reproductivos y en lo atinente a la autonomía de las ciudadanas y ciudadanos sobre su cuerpo.

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