Dos crímenes ocuparon las páginas de los diarios nacionales e internacionales el pasado mes de marzo. Los asesinatos de Agnes Torres, mujer transexual, en Puebla, y de Daniel Zamudio, joven gay, en Santiago de Chile, levantaron una ola de indignación y repudio, como pocas veces se ha visto, en contra de crímenes motivados por la identidad sexual y de género. Hechos que reavivaron la discusión pública sobre los crímenes de odio, concepto anglosajón que no termina por arraigar en la jurisprudencia de América Latina.