En algunos países son delincuentes. En muchos, pecadores. En todos, víctimas de la intolerancia. La homosexualidad se ha despenalizado en amplias zonas de América del Sur, pero aún hay lugares en los que salir del armario es entrar en la cárcel, la herejía o la marginación social.
El Caribe, sobre todo, donde abundan códigos penales escritos con tinta de otro siglo que aún se cuidan de castigar la sodomía como una aberración. Que en Barbados se paga hasta con cadena perpetua. En Trinidad y Tobago, con 25 años en prisión. Y en Belice, Granada o Jamaica, con una década en la cárcel que incluso puede aderezarse con trabajos forzados. O con una estancia en un sanatorio psquiátrico «para su tratamiento» y «si el tribunal lo estima oportuno», como en el caso de Dominica.