En una ciudad sin bares, discotecas ni circuito para los homosexuales, la comunidad gay de La Habana empieza a encontrar su espacio en algunos centros nocturnos estatales que están desbancando a las fiestas clandestinas. Aunque son pocos, esos locales han acaparado la atención del público homosexual, cuya mejor opción para reunirse antes era acudir a las fiestas y espectáculos de transformismo ilegales, pasando el aviso de boca en boca.