La semana pasada una pareja homosexual presentó en Chile una demanda para ser reconocida legalmente como familia. Este pedido –histórico por tratarse del primero en Chile- es un ejemplo de las dificultades que deben enfrentar las parejas de de un mismo sexo en países donde actualmente no existen leyes que reconozcan esas uniones. Sin posibilidad de unirse legalmente, las parejas homosexuales ven comprometidos sus derechos patrimoniales, entre otros aspectos, al no contar con resguardos en materia de herencia, salud y previsión. No obstante en Chile, las parejas del mismo sexo no son las únicas familias no reconocidas por la ley. A la fecha, no existe en ese país reconocimiento legal para las uniones de hecho ni siquiera de parejas heterosexuales.
En enero de este año comenzó en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados el estudio de 16 mociones de modificación del Código Civil y la Ley de Matrimonio. El proyecto completo fue rechazado en junio por 8 votos contra 3 sin que se aprobara siquiera legislar sobre las uniones de hecho heterosexuales. La magnitud de esta omisión adquiere relevancia singular si se tiene en cuenta que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, las personas cada vez se casan menos. Entre 1996 y 2005 los matrimonios celebrados anualmente descendieron de 83.547 a 53.842. En una década, la tasa de nupcialidad bajó de 5,8 a 3,3 matrimonios por 1.000 habitantes.
Otro dato que refleja la progresiva pérdida de centralidad del matrimonio como forma tradicional de constitución familiar es la proporción de nacimientos de niños/as de madres y padres que no están casados. En 2005, 58,4% del total de niños nacidos vivos en el país corresponde a hijos de mujeres registradas como solteras; lo que no implica necesariamente que sean niños/as al margen de una relación de pareja.
Negar la posibilidad de legislar sobre la unión de hecho supone reconocer y proteger únicamente a las personas que han establecido relaciones de pareja en base al matrimonio, dejando al margen de la ley a personas unidas por otro tipo de vínculos afectivos. La normativa actual no reconoce estatuto jurídico alguno a otros tipos de parejas. Únicamente se confieren derechos a partir de la celebración del matrimonio, lo que configura una grave discriminación para el ejercicio de sus derechos, dejando fuera también a un importante número de parejas conformadas por un mismo sexo quienes ni siquiera tienen el derecho a optar por esta forma jurídica de constitución de pareja.
No es de extrañar, en ese contexto, que ninguna de las modificaciones de la ley de familia propuestas este año haga referencia a cualquiera de los tres proyectos ya ingresados en el Congreso sobre uniones entre personas del mismo sexo, que buscan la igualdad social y jurídica a estas parejas. No son considerados el proyecto de Ley Fomento de la no Discriminación y Contrato de Unión Civil entre Personas del Mismo Sexo, que data de 2003, el proyecto para modificar el Código Civil en relación al concepto de matrimonio, ni el proyecto que regula la unión civil entre personas del mismo sexo, ambos de 2008. A todas esas propuestas se suma el Pacto de Unión Civil (PUC), iniciativa que aún no ingresa al Congreso, al requerir patrocinio del Ejecutivo.
En abril, con respaldo de 7 parlamentarios encabezados por la diputada María Antonieta Saa, se presentaron diversas indicaciones para que las parejas constituidas por personas del mismo sexo sean consideradas en el proyecto de unión de hecho. En términos generales, tales indicaciones buscan regular el régimen patrimonial, previsional y de herencia, además de determinar el deber de ayuda material entre los miembros de la pareja.
Conversamos con la diputada María Antonieta Saa, principal defensora de la iniciativa de inclusión de las uniones homosexuales. En esta entrevista, la diputada analiza el proyecto en su totalidad y evaluar las mejores fórmulas para instalar el debate sobre las uniones de hecho, tanto heterosexuales como homosexuales.
La Comisión de Familia rechazó en junio pasado legislar sobre uniones de hecho. ¿A qué factores le atribuye este rechazo? ¿Cómo votaron los distintos partidos políticos?
Actualmente en la Comisión de Familia hay una mayoría “accidental” de sectores conservadores. Creo que todo esto fue una conspiración, porque durante muchos años esa comisión fue la puerta de entrada de proyectos muy progresistas. Lamentablemente ingresaron diputados muy conservadores, como José Antonio Kast (del partido Unión Demócrata Independiente, UDI), el mismo que está por promover una nueva acusación constitucional por la distribución de la píldora del día después. En los partidos de la Concertación, entró el único integrante del opus dei que tiene el partido Demócrata Cristiano (DC), y otro militante del mismo partido que también es conservador. Con eso lograr mayoría. Creo que esta conformación no fue inocente.
Pero lo más grave es que el proyecto que se presentó sólo legislaba sobre las uniones de hecho heterosexuales. Quisimos ampliarlo a las uniones homosexuales, pero ellos argumentaron que no estaba dentro de las ideas matrices del proyecto, por lo tanto no se podían presentar indicaciones en ese sentido. Creo que también faltó más decisión para oponerse a que la homosexualidad quedara fuera de las ideas matrices, a lo que me opuse totalmente.
Toda la argumentación conservadora decía que un proyecto de este tipo fomentaba las uniones de hecho, lo que debilitaría la única familia que garantizaba estabilidad, hijos buenos, es decir la familia matrimonial. De hecho, los invitados a exponer sus ideas a la comisión fueron especialistas muy reaccionarios que fundaban su análisis en el desaliento a los matrimonios que esta ley supondría siendo que las políticas de gobierno debían fortalecer las uniones matrimoniales.
¿Este rechazo se debió también a la inclusión de las parejas homosexuales dentro del proyecto?
Por cierto. Creo que hay homofobia en la Comisión. No me cabe la menor duda de que es así, claro que está encubierta y disfrazada. Si para estos grupos la única familia es la matrimonial, los homosexuales no cumplen con los criterios para ser familia. Ahora, debo aclarar que no hubo una gran discusión sobre las uniones homosexuales. La discusión se centró en las uniones de hecho heterosexuales.
Creo que la situación es más compleja porque, al quedar las uniones homosexuales fuera de las ideas matrices, la discriminación es aún peor pues con la omisión quedan excluidos. La indicación que presenté para incluir las uniones homosexuales quedó fuera de las ideas matrices y finalmente se perdió el proyecto completo.
¿Qué consecuencias tiene este rechazo en la Comisión para las parejas compuestas por personas de igual y distinto sexo? ¿Cuál es el camino para reponer la discusión?
La situación para las parejas de un mismo sexo se agudiza cuando al morir uno de los miembros el sobreviviente es despojado por la familia del fallecido de todos los bienes construidos en conjunto, lo cual agudiza el desamparo y la crisis emocional, económica y patrimonial.
Me parece que este proyecto se puede llevar a la Sala [de diputados], incluyendo las uniones homosexuales y, como la Sala es más progresista, ganaríamos. A esta altura con el tema de la píldora [anticoncepción de emergencia] recién aprobada en la Cámara de Diputados, hay un cambio en la Sala que es a nuestro favor. Estoy presionando para que se discuta ahí y se incluya la indicación del Pacto de Unión Civil con las uniones homosexuales y heterosexuales. Si se aprueba en la Sala en general la idea de legislar, se debe volver a la Comisión de Familia para su aprobación en particular. Ahí continúa el escollo ya que sus integrantes serán los mismos conservadores que rechazaron el proyecto y una vez más pondrán todo tipo de obstáculos.
Y si llegase a avanzar y pasara el escollo de esta Comisión y llegara al Senado, ¿qué pasaría ahí?
Nos pasaría lo mismo que lo que sucede con la ley antidiscriminación, que está paralizada en el Senado por el tema de orientación sexual. El Senado chileno es el principal impedimento para que todos los proyectos de este tipo avancen. Y si hay algunos proyectos que avanzaron, como lo fue la derogación de la sodomía, se debió a que se tenía votar obligatoriamente en bloque. En el proyecto ese aspecto no se pudo separar del de los delitos sexuales. Eso fue un gran triunfo.
Pero creo que en Chile se han agudizado los sectores conservadores, pese a ser una minoría. Lo que hay es un conservadurismo militante mucho mayor que antes, y eso se nota en el parlamento. La acusación constitucional por la píldora del día después es un ejemplo de ello.
Frente a esta realidad, ¿la respuesta es politizar el tema y llevarlo al debate de las candidaturas presidenciales?
Sin duda eso es fundamental. Este país es más progresista que sus parlamentarios. Hasta el candidato de la derecha, Sebastián Piñera, aceptó debatir y buscar soluciones para este tema.
Es fundamental contar con un movimiento social amplio que permita generar una opinión pública más progresista, donde los parlamentarios se sientan amenazados ya no por los sectores conservadores, sino que por los sectores progresistas. El Movilh (Movimiento de Liberación Homosexual) ha hecho una gran labor, pero debería haber un gran sector que sea más transversal, con puntos de vista que no se identifiquen sólo con las ideas políticas de izquierda.
Imagino un movimiento social mucho más abarcador, con el escritor Pablo Simonetti por ejemplo, con académicos prestigiosos que salgan del closet y que se manifiesten públicamente sobre las necesidades de la población homosexual. Antonio Bascuñan y un buen ejemplo de lo que digo. Él es un constitucionalista muy respetado, profesor universitario que ha asumido públicamente su homosexualidad.
Si tuviéramos más “Antonios Bascuñanes”, más “Simonettis”, gente del mundo de la cultura, abierta y militantes de la causa homosexual, todo sería mucho más fácil. Habría un movimiento cultural mayor. Espero que en un futuro cercano los parlamentarios le tengan más miedo a ellos que a la iglesia y a los sectores conservadores.