Durante el III Coloquio Internacional sobre Varones y Masculinidades, realizado en Medellín del 3 al 5 de diciembre, las profesoras Maria Luiza Heilborn, Mónica Petracci y Mara Viveros presentaron tres ponencias en las que expusieron avances de la investigación “Heterosexualidades, contracepción y aborto”. El estudio fue desarrollado por el CLAM en las ciudades de Río de Janeiro, Buenos Aires y Bogotá. Aunque la investigación tiene diversos objetivos e involucra entrevistas con hombres y mujeres con experiencias sobre aborto, el eje de las presentaciones se centró en la comprensión que los hombres tienen del aborto y las posiciones que asumen frente al hecho.
Maria Luiza Heilborn presentó la ponencia “A perspectiva masculina face ao aborto: um estudo socioantropológico no Rio de Janeiro, Brasil”, elaborada con Elaine Reis Brandão, y Cristiane S. Cabral. Partiendo de un panorama de los estudios de género en Brasil y la emergencia de los estudios sobre masculinidad en ese campo presentó un análisis de la experiencia diferenciada de jóvenes de clase media y de clase popular en relación con la anticoncepción. El eje del análisis se centró en los procesos de toma de decisión y la experiencia del aborto en la que se destacan actitudes de silencio, distanciamiento, incertidumbre y externalidad.
Según la autora, si analizamos la experiencia de participación de los hombres en la decisión del aborto, esta “varía desde una total exclusión, en la que la compañera se limita a comunicar posteriormente el hecho, hasta un involucramiento que supone una discusión en la pareja sobre lo que sería la mejor decisión en ese momento. Esto incluye a veces una participación de él para conseguir los medios con los que su compañera se realizará el aborto. En todo caso, dos elementos llaman la atención: la mayoría de ellos declaran estar en contra del aborto, incluso en los casos en los que no fueron consultados; segundo, la ausencia física del hombre, sea en el momento en que la compañera toma el medicamento para inducir el proceso, en el que ella va al hospital para completar el proceso de aborto, o en los casos en que se recurrió a una clínica clandestina”.
En relación con la posición contraria al aborto entre jóvenes de clases populares, Heilborn exhortó a entender contextualmente esa posición, teniendo en cuenta “la densidad semántica que, para las clases populares, significa ‘asumir lo que hizo’. En ese sentido, ‘estar en contra’ del aborto está relacionado con ‘asumir’ [una responsabilidad], elemento subyacente a la lógica de construcción de la identidad masculina expresado en el ‘asumir la paternidad’, hecho ya demostrado en otros trabajos etnográficos con jóvenes en sectores populares”.
Bajo el título de “< Según la ponente, se dan tres situaciones, que no guardan correlación con variables generacionales ni socioeconómicas. La más común es la del aborto en parejas “estables, prolongadas, importantes”. Luego tenemos dos situaciones “minoritarias”; una de ellas es “cuando el aborto ocurre al inicio de la vida sexual y/o de pareja (adolescencia y juventud)”. La otra situación minoritaria es lo que los autores del trabajo denominan “otras situaciones” (parejas ocasionales desconocidas e incluso muy casuales, amantes, encuentros con ex parejas, otras no mencionadas en la línea de la trayectoria). En este último caso no aparece ningún joven de sector socioeconómico alto. Las actividades y las ocupaciones tienen peso significativo en algunos casos; en otros emerge como cuestión significativa el patrón de uso o no-uso de métodos anticonceptivos. Los autores plantean cuatro dimensiones para analizar la participación del varón en la decisión de interrumpir un embarazo y la temporalidad de esa experiencia: la noticia, es decir cómo se enfrenta la posibilidad real de interrumpir un embarazo; la decisión, en la que parece ser relevante el momento de la vida sexual y afectiva y las perspectivas de futuro; los motivos, entendidos como la elaboración argumentativa para tomar la decisión; y, finalmente, los circuitos y las modalidades de intervención, es decir, los procesos y recorridos para efectuar el aborto como tal. Mara Viveros presentó el texto “< En los casos de “decisión solamente femenina” se argumenta que los hombres no tienen posibilidad de decisión con respecto al aborto por considera que se trata de algo que ocurre en el cuerpo de la mujer. Con respecto a “los que desean ser padres y no lo expresan” cuando es mayor el inconveniente que el deseo de paternidad, los hombres indagan acerca de la voluntad de la mujer y “se acogen a decisión sin manifestar su deseo de paternidad”. Lo mismo sucede cuando desean ser padres pero eso es censurado por sus parejas. En otros casos los varones ejercen “presión indirecta, cuando no desean continuar con el embarazo, pero dejan la decisión final en manos de las mujeres. A veces expresan abiertamente su voluntad de interrumpirlo y hacen una listado de las consecuencias negativas que acarrearía continuar con el embarazo y les dejan a ellas la responsabilidad de la decisión”. Ejercen “presión directa” cuando obligan a su pareja a interrumpir el embarazo, presionándola “incluso cuando ella ha expresado su deseo de continuarlo”. Hay casos de decisión conjunta, cuando “ambos expresan dudas, lo discuten, evalúan y finalmente deciden interrumpir el embarazo”. Puede no haber dudas pues, “la discusión se ha dado antes de que ocurra el embarazo, como parte de los arreglos de pareja”. Están, finalmente, los que no son consultados. “En este caso los hombres se enteran de los abortos después de que estos han ocurrido, ya que sus parejas los excluyen de la toma de decisión. Al respecto –señalan las investigadoras- muchas veces la decisión femenina de no consultar no obedece a la autonomía sobre sus decisiones reproductivas sino a una interiorización de la condición femenina de la reproducción o a la intuición de la respuesta negativa por parte de sus compañeros. Lo negativo puede ser también entendido como una respuesta contraria a sus deseos.” Pensar el deseo desde las ciencias sociales Durante la discusión de la mesa surgieron algunas inquietudes referidas a cómo pensar el deseo y el sexo desde las ciencias sociales, teniendo en cuenta que muchas veces se mueven en registros muy diversos, cuya comprensión no es lineal. Frente a la cuestión de cómo esos registros pueden ser abordados con las metodologías de las ciencias sociales, que muchas veces privilegian la racionalidad, Heilborn insistió en que los deseos pueden pensarse socialmente porque están socialmente determinados, pero en este campo no hay lógicas universales que operen uniformemente. A propósito, trajo a colación la manera en que se piensa la sexualidad y el embarazo adolescente en Francia, en comparación con el Brasil. El embarazo adolescente en Francia es bajísimo, lo que supone, según los investigadores, un consenso sobre no tener relaciones sexuales sin protección, es decir, una fuerte cultura de reflexividad sobre la sexualidad que está incluso muy presente en las escuelas, en la educación sexual, y en la disponibilidad de métodos anticonceptivos y preservativos para los jóvenes. A su vez, quienes han investigado en Brasil sobre sexualidad se refieren a una cultura de la espontaneidad en relación con el sexo: el deseo es urgente y es concebido como una fuerza incontrolable, lo que lleva a no pensar tanto en protección. Teniendo en cuenta la existencia de matices dentro de estos modelos, en ambos casos se trata de hábitos arraigados, que influyen en la constitución de las subjetividades en relación con el placer y con el sexo. Petracci señaló en que es importante aclarar los modelos utilizados para describir la sexualidad y el deseo. El trabajo de campo de la investigación del CLAM sobre heterosexualidades, contracepción y aborto ofrece resultados interesantes para saber qué modelos usan los propios sujetos. Una de las manifestaciones principales del deseo es el lenguaje y, para el caso de la investigación llevada a cabo en Buenos Aires, esta experiencia se explicita en los tropiezos, lo inconsciente y los lapsus. Viveros, insistió en que el análisis debe llevar en consideración que los seres humanos, además de seres pensantes, son seres deseantes. “Son dos niveles diferentes de análisis de esa realidad que podemos llamar deseo,” manifestó la investigadora colombiana. Incluso en los niveles que podríamos llamar inconscientes también inciden los efectos sociales, históricos y culturales, pero eso no supone que puedan gobernar así tan sencillamente”. Sobre las comparaciones entre culturas locales, Viveros argumentó que, en relación con la cuestión de la espontaneidad planteada por Heilborn, en Francia son tan deseantes como en México o en Colombia, la diferencia radica en los diferentes modelos de gobierno de los cuerpos y de las sexualidades. En ese sentido, sería útil pensar esa comparación en términos de dispositivos sexuales y de gobiernos de los cuerpos diferenciados según tipos de prácticas estatales. Para Viveros, esa manera de describir la sexualidad en Brasil es una representación relacional que tiene que ver también con una representación sexualizada de lo brasileño y racionalizada de lo francés. A su vez, ese modo de concebir la anticoncepción está relacionado con posibilidades de movilidad social lo que genera diferencias bastante fuertes de cómo se concibe el deseo y de cómo se asume protección o planificación en las relaciones sexuales. Mayor declaración de aborto por parte de los hombres Frente a los hallazgos de la investigación HEXCA (Heterosexualidades, contracepción y aborto en Argentina, Brasil y Colombia), entre el auditorio surgió la inquietud acerca de la mayor declaración de experiencias de aborto por parte de los hombres y la manera en que ellos enfrentan socialmente esa experiencia en comparación con las mujeres. Heilborn hizo referencia a encuestas realizadas en Brasil cuyos resultados señalan que los hombres declaran hasta tres veces más abortos que las mujeres. La investigadora explicó que esa declaración se debe a la mayor facilidad de los hombres para hablar del aborto, ya que no pueden ser acusados de un crimen y están socialmente menos restringidos que las mujeres en relación con esa experiencia. En Argentina, según planteó Petracci, los datos son similares. Sin embargo, a partir del trabajo de campo de esta investigación, Petracci enfatizó que la dificultad no se da tanto para hablar del tema (tanto por parte de los hombres como de las mujeres), sino para localizar personas disponibles para hablar de sus experiencias. También citó algunas encuestas de opinión sobre el aborto en Argentina en las cuales no aparecen diferencias significativas entre hombres y mujeres en lo que respecta a las opiniones de acuerdo o desacuerdo sobre el asunto. Hombres, embarazo y aborto Otra línea de preguntas del público hizo referencia al embarazo como una experiencia exclusiva de las mujeres y al embarazo adolescente como cuestión de las mujeres adolescentes. Las mujeres son las que se embarazan por lo que las experiencias de los hombres sobre los eventos reproductivos quedan invisibilizadas no sólo en las representaciones sociales y en los programas públicos, sino también en las investigaciones. Esta línea argumental presume pensar el aborto como un problema exclusivamente de las mujeres. Frente a esta inquietud, Viveros explicó que hay ciertas emociones y experiencias sobre la paternidad excluidas del repertorio masculino, pero no por ello podemos dejar de ver la paternidad como una experiencia fundamental para los proyectos de vida de los hombres. Los estudios sobre el asunto en América Latina presentan la paternidad como algo importante en el proyecto de vida de muchos hombres; en sectores populares, inclusive, la paternidad aparece como un modo de tornarse adulto y un miembro respetable de la comunidad. Por su parte, Heilborn mencionó el caso de un movimiento de parejas embarazadas en Brasil. Este proyecto de vida hacía que los hombres se involucrasen fuertemente con el embarazo, al punto de autodenominarse hombres embarazados. La investigadora aclaró que si bien era un fenómeno relacionado básicamente con clases medias, han surgido programas que pretenden fortalecer esta práctica de la participación de los hombres en el embarazo con la intención de cambiar paulatinamente la idea del embarazo relacionado sólo con la mujer. Petracci señaló que la decisión del aborto es un punto de tensión entre hombres y mujeres, aunque también existen decisiones de común acuerdo. A nivel político es un debate muy complejo, ya que como la reproducción se da en el cuerpo de la mujer, el nivel de decisión de hombres y mujeres no puede ser equiparado. Asimismo, Heilborn señaló que otro punto que complejiza el análisis es el modo en que el movimiento feminista reivindica el aborto, como una afirmación de la autonomía del cuerpo de las mujeres frente a los hombres y frente al Estado. Promover, a través de políticas públicas, la participación de los hombres en esas decisiones puede poner en riesgo esa autonomía. La importancia social y política de la investigación sobre aborto Tanto Petracci como Viveros identificaron el aporte de estos estudios a los procesos de despenalización del aborto en la región. Viveros añadió que hablar del aborto, mantenerlo en el debate público y promoverlo como objeto de estudio, ya es un aporte fundamental. Señaló también que la reflexión sobre el asunto debe ser más amplia, ya que forma parte de una discusión que se enmarca en el debate mayor sobre sexualidad y género. En este sentido, es importante unir el tema del aborto a la maternidad. La planificación ha sido impuesta para ciertas mujeres a las que no se les permite ser madres, censurándoles socialmente esta posibilidad. Para algunas el aborto puede significar liberación y para otras imposición. Finalmente, Heilborn, citando el caso en el que cerca de dos mil mujeres procesadas por práctica de aborto en la capital del estado de Mato Grosso do Sul, señaló que el manejo y la socialización de los resultados que va arrojando este estudio desarrollado por el CLAM ha sido todo un reto en el caso brasileño, ya que hay un fuerte ambiente de penalización y de persecución que hace que cómo manejar esta información, qué tipo de análisis hacer y qué datos publicar en ese contexto sea una gran responsabilidad para los investigadores.