CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Sexualidade na RAM

Durante la VIII Reunión de Antropología del Mercosur, llevada a cabo en Buenos Aires del 29 de septiembre al 2 de octubre, las sexualidades disidentes, la salud colectiva, los derechos y el envejecimiento de la población LGBT, así como el papel de las emociones fueron ejes importantes de discusión y reflexión en los varios Grupos de Trabajo (GT) que convocaron investigaciones sobre sexualidad y género en la intersección con la constitución de las subjetividades.

La variedad de objetos de estudio y perspectivas que se dieron cita en el espacio de diálogo entre la antropología, la salud colectiva y los derechos humanos habilitado por la convocatoria del GT 19, sobre sexualidades, salud y justicia, demostró que este continúa siendo un campo prolífico para las investigaciones sobre sexualidad y derechos. El GT, fruto de una prologada colaboración argentino-brasileña promovida por el CLAM y el Grupo de Estudios de Sexualidades, del Instituto Gino Germani, fue coordinado por Horacio Sívori (IMS/UERJ) y Mario Pecheny (UBA/CONICET). Los 28 trabajos presentados, organizados en torno de cuatro ejes temáticos –“socialidades”, interdicciones”, “prevenciones” e “intervenciones y negociaciones”– permitieron una estimulante discusión centrada en la sexualidad como dispositivo regulador de instituciones, productor de deseos, subjetividades y corporalidades, de dolencias y bienestares.

Un grupo de trabajos presentados en el GT 19 abordó la formación, reproducción y manipulación de identidades sexuales, así como sus contornos ambiguos, contradictorios y las resistencias que sujetos sociales concretos ponen como condición para habitarlas. Tal fue el caso del ethos masculino “reservado” de los activistas gays entrevistados por Guilherme Passamani (UFSM-UFMG) en Porto Alegre, Rosario y Buenos Aires, o la superposición de lógicas administrativas que, por una lado, contemplan las relaciones “homosexuales” de travestis con hombres para comprender su vulnerabilidad ante el VIH, y por otro, según el relato de Silvia Aguião (UNICAMP), las agrupan junto con mujeres lesbianas, por pertenecer al género femenino, al asignar cuotas de representación política en la Conferencia Nacional LGBT brasileña.

Otro conjunto de trabajos hizo referencia al lugar de las sexualidades “disidentes” en trayectorias biográficas individuales y colectivas, así como los marcos normativos emergentes en la administración de formas de deseo renovadamente visibles, destacaron la operación del secreto y su contraparte, la publicidad, como un potente mecanismo regulador del ejercicio de la sexualidad en las sociedades latinoamericanas. En la ponencia presentada por Marcos Melo, la “etiqueta” prescripta por militantes gay para un tránsito exitoso por el mundo de la seducción sexual entre hombres –donde la discreción opera como atributo erótico positivo mientras que el “descaro” de las locas boicotea el acuerdo tácito de silencio que sustenta esos intercambios– permite interrogar la acción paraestatal de agentes la sociedad civil organizada, como intérpretes y administradores de nuevas morales sexuales.

Un tercer bloque de ponencias abordó discursos, prácticas, valores y vivencias relativas a las prevenciones, cuidados, derechos y prohibiciones que emanan del concepto de salud sexual. El eje de discusión fue la evocado de este concepto en indagaciones acerca de las propiedades sociales y subjetivas e instituciones y campos profesionales movilizados en eventos y procesos en torno del control de la fertilidad, de la natalidad, de dolencias sexualmente transmisibles, del perfeccionamiento de la potencia sexual, de la regulación del comercio sexual, e inclusive de intervenciones corporales buscadas por personas transgénero y respuestas médicas a casos de mutilación criminal. Como señaló Adriana Vianna (MN/UFRJ), comentarista del GT, los casos presentados abren el interrogante acerca de qué es lo que se recorta como campo de la salud, qué valores se juegan allí, qué sistemas clasificatorios imperan y qué sujetos son inteligibles o viables en el mismo.

Textos como el de Laura Lowenkron (MN/UFRJ), sobre la red de instituciones involucrada en la producción de discursos acerca de la pedofilia; el de Petracci, Pecheny, Capriati y Mattioli (CEDES y UBA-CONICET, con CLAM), acerca de las vivencias de hombres y mujeres que realizaron abortos en un contexto de ilegalidad; o el de Agustina Cepeda sobre la propia entidad jurídica de ese evento ante la mediación ambigua de las tecnologías médicas y sociales que deben comprobarlo, destacan, en palabras de Rodrigo Parrini (UAM-Xochimilco), “el funcionamiento paradójico de las instituciones” en estos “procesos de [intensa] jurisdiccionalización de la vida social”, en su lugar de “reguladoras, castigadoras, pero ineficaces, inciertas, incapaces muchas veces” en sus capacidades.

Tratándose de sexualidades, salud y justicia, fue significativa la escasa presencia tanto del cuerpo como del género en las elaboraciones teóricas de los trabajos presentados en el GT 19. Según observó Parrini, el cuerpo aparece “por descarte o por insistencia”, pero es útil “tomarlo seriamente como un lugar posible de análisis social y reflexión antropológica; utilizarlo como punto de vista”. La tendencia a dividir subcampos teóricos y empíricos entre antropologías del género por un lado, de la sexualidad por otro, y del cuerpo en tercer lugar, puede generar o reproducir las “piezas ciegas” de un modelo naturalizado por la administración biotécnica y jurídica.

Emoción como campo de estudio


El GT 6, Subjetividad, emociones y saberes, coordinado por Rachel Aisengart Menezes (UERJ-UFRJ, Brasil) y María Epele (UBA-CONICET, Argentina), tuvo como objetivo explorar el lugar de las emociones en los estudios antropológicos. La producción más reciente ha demostrado que la dimensión emotiva se configura como una esfera central en la vida cotidiana de los sujetos, evidenciando los nexos entre las dimensiones biológicas psicológicas y socioculturales. Los focos de interés fueron agrupados en cinco ejes: articulación entre cuerpo y emoción en la experiencia individual y entre las diferentes formas de sufrimiento y de la configuración de la subjetividad; procesos de patologización de las emociones a través de los saberes biomédicos y psicológicos; capacidad micropolítica de las emociones; nexos entre las emociones y las diversas prácticas culturales; y modelos teóricos para el análisis de las emociones.


Fueron presentados trabajos que evidenciaron distintas maneras de encuadramiento de las emociones en diferentes contextos. Aquellos centrados en instituciones biomédicas indicaron los modos en que los saberes que fundamentan las prácticas configuran normas de expresión emocional a partir de determinada lectura en torno de las concepciones de subjetividad, normal/patológico, control de sí, etapas de la vida e identidad de género.

Cada contexto examinado evidenció a las emociones como constitutivas de la noción de persona/sujeto en la sociedad occidental moderna. En ese sentido, los sentimientos asociados a las diferentes situaciones son necesariamente modelados con relación a las variables de género, pertenencia social, generación, etapa de vida y raza/etnia. El género apareció como categoría relevante de análisis en los textos de Maria Cláudia Coelho –sobre victimización y percepciones sobre la violencia urbana en Rio de Janeiro–, Alain Giami –con respecto al rechazo que produce el esperma infértil–, María Jimena Mantilla –analizando trastornos límites de personalidad–, Cláudia Rezende –acerca de los sentimientos de ansiedad y miedo durante el embarazo– y de Sandra Stoll en relación a la comunicación ritual de padres y madres que perdieron hijos jóvenes, con la ayuda de médiums. El examen de las emociones involucradas en estos estudios reveló su capacidad micropolítica, especialmente en la constitución de figuras de vulnerabilidad, ya sea sometidas a las instituciones, o norteadas por desigualdades de género o exclusión social.

Sexualidades, deseos y géneros disidentes


El Grupo de Trabajo 17, “Deseos que confrontan”, coordinado por Jorge Leite Jr. (UFSCAR/SP), María Elvira Díaz-Benítez (CLAM/IMS/UERJ) y Carlos Figari (UBA/CONICET), se propuso como continuación del GT “Cuerpos, deseos placeres y prácticas sexuales disidentes: paradigmas teóricos y etnográficos”, que había tenido lugar en Porto Alegre, durante la VII edición de la RAM, en 2007. La idea guía del GT fue debatir sobre cómo es posible producir conocimiento acerca de deseos y prácticas sexuales y eróticas que desafían los efectos políticos de la repugnancia y la abyección. Los investigadores reunidos en él se preguntaron también sobre las formas de producción y transformaciones de prácticas sexuales y construcciones de género alternativos; cómo alrededor de los mismos se generan sociabilidades y formas rituales de reconocimiento e interacción y cuáles son los discursos que sus agentes usan para legitimarlas en el intento por alejarse del estigma de la perversión y la patología.


La convocatoria del GT 17 recibió 38 propuestas, que se agruparon en cuatro vertientes: “sociabilidades gay y lésbicas”; “cuerpos en tránsito”; “usos y prácticas do sexo-género”, y “sexualidades al margen”. La primera sesión reunió trabajos que presentaron panoramas diversos y complejos alrededor de lugares de encuentro públicos, privados y virtuales, así como estrategias de interacción de personas LGBT. Algunos autores presentaron etnografías sobre dark rooms y salas de chat, anunciando las estrategias de presentación de sí que tiene lugar en éstos. Otros estudios se basaron en las relaciones afectivas intergeneracionales entre hombres; en prácticas sexuales de riesgo; en las figuraciones lésbicas en los primeros discursos de las ciencias sociales, en los recuerdos sobre las sociabilidades “de ambiente” de personas que hoy tienen entre 60 y 70 años. En la segunda sesión tuvieron énfasis las experiencias subjetivas y corporales de personas trans (transexuales, travestis, transformistas y transgéneros). Performances de género, identidades, y sociabilidades fueron los puntos centrales de la discusión. Asimismo, algunas presentaciones debatieron sobre el quehacer antropológico cuando el mismo cuerpo del investigador es el cuerpo trans a partir del cual se entiende e interpreta la experiencia corporal. Fue el caso de Néstor Ricaurte, de la Universidad de Antioquia (Colombia), quien presentó su ponencia incorporada o “montada” en Lilith Natasha, su nombre femenino.

La tercera sesión del GT 17, más ecléctica, trajo a la discusión el tema del mercado del sexo y la prostitución de mujeres y travestis. Los límites corporales alrededor de los cuales las personas que se dedican al trabajo sexual marcan diferencias entre sus vidas y sexualidades domésticas y públicas, así como las relaciones dinero/cuerpo, la producción del self y las expectativas sociales son indispensables para interpretar esos mundos. Se debatió también sobre la normatización de las sexualidades en contextos como presidios y escuelas, la agencia del sexo en los mismos y la producción de diferencias y exclusiones. Finalmente, la cuarta y última sesión abordó prácticas sexuales disidentes y sus condiciones de producción y existencia, a partir de temáticas como pedofilia, BDSM y transgresiones de la sexualidad en general.

En pocas palabras, las conclusiones que se pueden substraer del debate generado en el GT 17, dicen a respecto de, entre otras cuestiones, el consentimiento como eje vertebrador de las prácticas sexuales por sobre cualquier consideración moral; los problemas del sostenimiento de identidades cuando estas a su vez generan nuevas exclusiones; la monstruosidad como metonimia del horror en términos de la fascinación que provoca lo abyecto; el redimensionamento y manutención de la patologización de sexualidades disidentes; el estigma y exclusión de personas trans y homosexuales en todo el territorio latinoamericano y dentro inclusive de sus propias redes, pese a los espacios socio-políticos conseguidos; la importancia del campo estático asociado a la sexualidad, sea en el mercado o en la creación de identidades.

Envejecimiento y población LGBTT


Pensados como “otros modos de vivir y comprender el proceso de envejecimiento en América Latina”, los desafíos del envejecimiento en las poblaciones LGBTT fueron el eje central del GT 18, sobre homosexualidades, travestilidades y transgénero. Tratándose de la primera vez que este tema aparece como propuesta de eje temático en una RAM, fue, en palabras de Iolene Lobato, un desafío frente a la invisibilidad y la escasa discusión que el mismo tiene hasta ahora.


Las activistas travestis Norma Gilardi y Diana Sacayán, involucradas en el proyecto de una cooperativa de trabajo para travestis, hicieron aportes sobre el cambio generacional que supone la integración de viajes a Europa por trabajo en el horizonte de expectativas de travestis más jóvenes. Al respecto, Larissa Pelúcio, una de las organizadoras, agregó que el fenómeno también forma parte de la realidad brasileña, incidiendo directamente en las relaciones de madrinazgo que habitualmente unían a travestis de diferentes generaciones. El viaje le da un giro más mercadológico que afectivo a las relaciones, antes pautadas en la enseñanza y transmisión de experiencias.

El trabajo de María Soledad Cutuli (UBA) tiene como unidad de análisis a la cooperativa de trabajo antes mencionada y como eje de discusión las relaciones entre dos grupos marcados por el corte generacional y con relación al espacio laboral y político. En esta misma línea, Irene Castro y Ricardo Iacub presentaron resultados sobre su investigación en curso sobre la problemática del envejecimiento entre travestis en la sociedad argentina.

Tres trabajos partieron de trayectorias de vida para explicar cambios y particularidades de las prácticas sociales y sexuales de las travestis. Márcia Tavares (UNIT) trajo el relato de tres travestis del estado de Sergipe, donde el glamour cobra importancia como categoría nativa que describe tanto la femineidad alcanzada como el ascenso financiero y una cierta superación del estigma de ser travesti. Mónica Siqueira (UFSC) y Bruno Barbosa (USP) tuvieron a Rio de Janeiro y São Paulo, respectivamente, como campo de investigación, donde entrevistaron a travestis mayores con trayectorias marcadas por su actuación en el show bussiness o en el mercado formal de trabajo. Barbosa llamó la atención acerca de la proliferación de nuevas categorías clasificatorias y su influencia en la constitución de las subjetividades y formas en las travestis de más edad interpretan sus experiencias de vida.

Carlos Henning (PPGAS-UNICAMP), a su vez, analizó la discriminación generacional presente entre hombres gays en la ciudad de Florianópolis. Henning considera que este proceso se desarrolla en “doble mano”, ya que si bien los más jóvenes tienden a descalificar a los más viejos a través de apelaciones despreciativas y la denigración en el mercado erótico, estos jóvenes son acusados de formar parte de una generación “indecorosa”, que no mantiene la discreción con respecto a su orientación sexual. Fernando Pocahy (UFRGS) también se refirió a espacios de socialización con un público de gays de más edad, problematizando la descalificación del cuerpo de estos hombres como “monstruoso”.

Andréa Moraes Alves (UFRJ), comentarista invitada, observó que del total de ponencias (ocho) ninguna se refirió a mujeres lesbianas, siendo sus ejes las experiencias de hombres gays y de personas travestis. Las discusiones suscitadas en el GT 18, organizado por Larissa Pelúcio (PAGU-UNICAMP), Mônica Siqueira (UFSC), Maria Julieta Oddone (FLACSO-UBA-CONICET) y Ricardo Iacub (UBA) evidenciaron la necesidad de complejizar las discusiones sobre aspectos generacionales en intersección con otros marcadores sociales de la diferencia y una incursión teórico-analítica más profunda sobre el envejecimiento entre las sexualidades no normativas.