CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Aborto: Utopia de liberdade

Organizado por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, el pasado 24 de febrero de 2010 se efectuó en Bogotá (Colombia) el Foro Latinoamericano de Estrategias para la Despenalización del Aborto, bajo el lema “Las mujeres que están cambiando la historia”.

Acudieron al encuentro activistas por los derechos sexuales y reproductivos de diversos países de América Latina, como Brasil, Colombia, México, Nicaragua, Perú y Uruguay. De acuerdo a la organización, “Estos debates y análisis permitirán comprender riesgos y ventajas de las experiencias puestas en marcha en los distintos contextos sociales y políticos que se están viviendo en América Latina frente al avance de los conservadurismos, los fundamentalismos, las contradicciones de las izquierdas en los gobiernos, la atomización de los movimientos de mujeres o las posibilidades de alianzas con nuevos actores”.

A continuación se presentan algunos aspectos relevantes de las intervenciones inaugurales en el Foro, así como algunos puntos de un debate surgido en torno al lenguaje usado por activistas de los derechos reproductivos de las mujeres.

Logros en riesgo

En representación de la Mesa por la Vida y Salud de las Mujeres, Beatriz Quintero, reconocida líder del movimiento feminista, abrió el Foro, insistiendo en la necesidad de tener espacios que permitan compartir experiencias de incidencia política en distintos contextos. “El objetivo de reunir a algunas activistas de América Latina – dijo – es fortalecer la agenda de las feministas por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos como un principio democrático, y para que en el marco de los derechos humanos logremos autonomía y libertad para las mujeres”.

En un balance de los 4 años de la despenalización parcial del aborto en Colombia, Quintero advirtió sobre la importancia de proteger lo logrado hasta el momento, dados los graves problemas de implementación de las normas que están impidiendo a las mujeres el acceso a servicios seguros de interrupción del embarazo, y la coyuntura política con tendencia conservadora que ha puesto en riesgo de retroceder lo ya alcanzado a través de la demanda constitucional fallada en el año 2006 y el acumulado histórico de otros derechos alcanzados por las mujeres.

Síntesis de una larga lucha

Por su parte, la feminista Florence Thomas hizo una síntesis de lo que han sido 40 años en el proceso de despenalización del aborto en Colombia desde la década del setenta, cuando el senador Iván López Botero presentara, en 1975, el primero de 8 proyectos de Ley debatidos hasta la fecha sobre el tema, y que coincidió con la celebración de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en México.

Thomas señaló las amenazas a ese logro, que provienen no sólo de instituciones religiosas ajenas al Estado, sino también de algunas instituciones públicas que se han empeñado en obstaculizar el acceso de las mujeres a esa posibilidad, a través del pedido de recursos adicionales y el abuso del recurso de la objeción de conciencia. Remarcó la gravedad que reviste a algunas acciones del Estado, destacando la acción parcializada de la Procuraduría General de la Nación en el seguimiento del fallo de la Corte Constitucional, el caso de la Clínica de la Mujer en la ciudad de Medellín y la suspensión provisional – por parte del Consejo de Estado – del Decreto 4444 de 2006 que reglamentaba la interrupción voluntaria del embarazo. Estas circunstancias obligan, según Thomas, “a permanecer en una estrecha vigilancia de derechos ya conquistados, pero siempre susceptibles de volver atrás en un Estado tan poco dispuesto a reconocer su definición de estado social de derecho laico”.

Al referirse a los obstáculos en el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) Thomas expresó que “además de traducirse en costos económicos para el país, significa ante todo un enorme desgaste subjetivo y psicológico para las mujeres que buscan el cumplimiento del derecho”, situación que por añadidura pone a las mujeres en alta vulnerabilidad física, ya que las dilaciones hacen que el embarazo avance, haciendo el proceso más riesgoso.

Thomas insistió en que no puede entenderse la cuestión el aborto por fuera del fuerte contexto de pobreza, de desplazamiento forzado y de violencia en el país, a raíz de las violaciones a los derechos sexuales de las mujeres que se dan en esos contextos. En tal sentido, argumentó que “son tan numerosos los informes e investigaciones de la sociedad civil, de académicas y académicos, de grupos y de organizaciones de mujeres, y los informes de organismos internacionales […] que los resultados y conclusiones de estas investigaciones deberían ser suficientes para justificar plenamente la despenalización total de la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia”.

Herramientas para la protección de los derechos de las mujeres

Por otro lado, Luisa Cabal, Directora del International Legal Program Center for Reproductive Rights (CRR) de New York, presentó un panorama internacional de lo que han sido las estrategias de advocacy en relación con el acceso al aborto, así como las oportunidades que brindan algunos recursos jurídicos que pueden ser utilizados por las organizaciones de mujeres.

Cabal destacó la acción judicial como recurso ante la poca efectividad de los proyectos de ley, insistiendo en la particularidad del caso colombiano, que ofrece la posibilidad de una interacción con las Cortes judiciales que, en otros países de la región, es más limitada.

Hizo énfasis en la importancia de acudir a instancias internacionales de protección de derechos humanos en relación con la despenalización del aborto o con el acceso efectivo al mismo, cuando se haya despenalizado. Cabal insistió también en que el tema del aborto puede ser abordado desde la perspectiva de los derechos humanos y no sólo desde argumentos de salud pública.

“El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ha puesto a consideración el tema de la mortalidad materna por causa de abortos inseguros como una violación del derecho de las mujeres a la vida, ha considerado las leyes restrictivas sobre el aborto como una violación no sólo del derecho a la vida sino a la salud, y ha solicitado a los estados que revisen la legislaciones que prescriben que el aborto es ilegal”, afirmó.

Para Cabal, un mecanismo interesante del sistema internacional de derechos humanos que poco se usa en relación con derechos de las mujeres es el de investigación de los tratados internacionales, como el de la CEDAW, “recurso que sólo fue utilizado una vez ante los homicidios de mujeres en la ciudad Juárez”. En cuanto a cómo podría utilizarse un recurso como ese en la cuestión del aborto, citó el Perú, donde se accionó un recurso similar en el caso de una menor que fue abusada sexualmente y a la que se le impidió abortar. En ese caso “el comité de derechos humanos que nunca había tenido un caso de derechos reproductivos dijo que negarle la posibilidad a una mujer de interrumpir el embarazo en esas condiciones equivale a tratos crueles e inhumanos”, es decir, que fue calificado como tortura.

Aborto o IVE

En el espacio de preguntas e intervenciones de las y los asistentes surgió una discusión que merece ser destacada, en relación con el lenguaje usado sobre el aborto o interrupción voluntaria del embarazo (IVE, sigla usada en Colombia) o interrupción legal del embarazo (ILE, sigla usada en México).

En su intervención, Florence Thomas insistió en que el gran problema por resolver sigue siendo cultural y de allí la importancia de pensar en el lenguaje que se utiliza. Se refirió a la categoría interrupción voluntaria del embarazo, y aunque reconoció la dificultad que ha representado socializar ese término, advirtió que un cambio cualitativo del lenguaje es fundamental para el debate.

En sus palabras, “la expresión yo aborté y la otra, yo interrumpí voluntariamente mi embarazo, si bien denotan y apuntan a lo mismo no implican culturalmente lo mismo: la primera (yo aborté) nos introduce en un ámbito de ilegalidad y de clandestinidad, de médicos sospechosos, de sondas, dolores, infecciones, fiebres y fetos sangrientos; nos lleva a un universo de lo indecible, de lo callado, de mujeres vencidas por la fatalidad. La segunda expresión (yo interrumpí voluntariamente mi embarazo) nos lleva en cambio al campo de la ética, porque nos permite encontrar personas libres y autónomas, responsables y plenamente conscientes de la posición que asumen de ser individuos con derechos. La interrupción voluntaria del embarazo huele a limpio, a condiciones asépticas, a cuidados médicos, pero sobretodo a modernidad, materializa el Estado social de derecho para las mujeres”.

Algunas de las asistentes estuvieron de acuerdo en que el lenguaje estratégico ha sido muy importante para estas luchas y en ciertos contextos. Otras, sin embargo, introdujeron algunos argumentos en relación con la manera de nombrar las cosas, y en ese sentido, nombrar aborto remite a algunos sentidos políticos todavía vigentes.

La abogada Ximena Castilla advirtió sobre los límites de centrarse en la interrupción legal del embarazo:

“A pesar de las tres causales a partir de las cuales se legalizó el aborto en Colombia (por violación, cuando está en peligro la vida de la madre y por malformaciones del feto incompatibles con la existencia) y que la mujeres podamos decidir interrumpir voluntariamente un embarazo, también tenemos derecho a abortar por fuera de las causales. Hemos luchado por despenalización total, pero como no tenemos sino las tres casuales no podemos negarle a las mujeres que aborten por fuera de las causales.”

Por su parte, Juanita Barreto, profesora de Trabajo Social y de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia y reconocida feminista, aportó otros elementos al debate. “No se trata de una simple disquisición semántica y forma parte de algo fundamental que es el derecho a la vida de las mujeres, derecho que aún no es socialmente relevante, porque lo que está en juego en esta discusión es el derecho a la vida de las mujeres. Porque la vida de las mujeres ha sido puesta para satisfacción de necesidades sociales, para las que asumieron la maternidad como un destino salvaje y cruel. Si el aborto es un derecho o es una necesidad estratégica, es una discusión que hay que dar”.

Barreto resaltó que si bien se habla del aborto como un drama y como un evento doloroso, también la maternidad impuesta a las mujeres puede ser contada con el mismo nivel de sufrimiento. Lo que está en juego en la discusión sobre aborto, puntualizó, va más allá de la interrupción de un embarazo; es una discusión sobre la libertad, la autonomía y la igualdad real de las mujeres en la sociedad.