CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Perfil de PVVS en encuentro

El papel de las ONGs y de las redes brasileras en la Cooperación Externa de acceso a medicamentos antiretrovirales en América Latina fue el principal foco del Seminario “Cooperación, Movilización Social e Descentralización de las Políticas Públicas en VIH/SIDA en América Latina”, promovido por la Asociación Brasilera Interdisciplinar de SIDA (ABIA) entre los días 7 y 9 de febrero, en Rio de Janeiro.

En este seminario fueron presentadas las primeras versiones de dos Estudios de Caso desarrollados por la ABIA: el acceso a medicamentos en Paraguay y Bolivia. Según el investigador Veriano Terto Júnior, coordinador de la institución, algunas cuestiones fundamentales orientaron los trabajos, entre ellas, cómo la sociedad civil de esos países se ha posicionado respecto a los programas de donación y en relación a la sustentabilidad de esos programas y, principalmente, cuál es el papel de las ONGs en ese proceso y cómo ellas se articulan con los sectores de la salud y lo parlamentar.

“Sabemos que la universalidad en la distribución de los medicamentos antiretrovirales es válida en el Brasil, pero ¿será válida también en países vecinos como Bolivia y Paraguay? Esta fue la cuestión que nos impulsó”, explicó Veriano.

El estudio realizó el perfil social y epidemiológico de los dos países. Los datos de las investigaciones muestran que la pobreza es el más grande obstáculo para la eficacia de programas y políticas públicas. En Paraguay son 2,3 millones de pobres, lo que representa 41,4% de la población. En este país, en 20 años de epidemia, cerca de 15 mil personas están infectadas, 74% entre los hombres y 26% entre las mujeres. “Pero se registra un crecimiento significativo de casos entre las mujeres. La forma de transmisión más frecuente, según la investigación, se da por vía heterosexual. Observamos también una tendencia a la ‘juvenilización’ y ‘ruralización’ de la epidemia”, afirmó la investigadora Ivia Maskud (ABIA).

En Bolivia, la tasa de mortalidad de la enfermedad llegó a un nivel del 46%. “Este índice duró hasta 2003, cuando la tasa se redujo al 9% con el inicio del Programa de Cooperación Internacional (PCI) del gobierno brasilero”, recordó la investigadora Luciana Kamel (ABIA). En este país, hay alrededor de 4.500 personas viviendo con SIDA, concentradas principalmente en las áreas urbanas. Así como en Paraguay, la transmisión se da más frecuentemente entre heterosexuales, 67% de los casos están concentrados en esa población.

El estudio identificó también lagunas y necesidades respecto a los derechos individuales en el acceso a los medicamentos de las personas que viven con SIDA: en ninguno de los dos países, por ejemplo, existe una ley específica para la distribución de medicamentos. En el caso de Bolivia, existe una resolución ministerial del 2004 que garantiza el acceso a medicamentos, pero ésta no es una ley. De la misma manera, a pesar de la pobreza dominante, la salud pública no es gratuita ni en Paraguay ni en Bolivia. Cuestiones como éstas, según los activistas que asistieron al seminario, no deben ser encaradas apenas como de acción gubernamental, sino que también deben ser interés de la sociedad civil.

“Las personas con VIH en el Paraguay no saben que tienen derechos. Este es un aspecto que traemos en nuestra cultura después de años de dictadura”, opinó la teóloga Mirta Ruiz, activista de la Fundación Vencer ­ entidad civil creada en 1998 que tiene como línea de actuación la prevención del VIH y la atención integral a los derechos humanos de personas que viven con el virus.

Según la psicóloga Patricia Aguilar de la institución paraguaya PROMESA ­ Promoción y mejoramiento de la Salud ­ el principal obstáculo en la actuación de los movimientos sociales en el país, es la invisibilidad de la epidemia. Añadió: “Somos un país de población pequeña y el número de infectados es grande para nosotros, pero desafortunadamente no es expresivo para las agencias internacionales de fondos monetarios”. De ahí la importancia de programas como el de la Cooperación Internacional firmado con Brasil. El PCI, implementado en el país en 2004, contempla los medicamentos para el inicio de la terapia. En Paraguay, alrededor de 400 pacientes usan los medicamentos producidos en Brasil que son donados al Sistema de Salud del país vecino. Además, el Programa proporciona la transferencia de tecnología en asistencia y manejo clínico de los pacientes.

La ampliación del acceso a los medicamentos es vista por los activistas como una conquista. “El Programa fortaleció a las organizaciones civiles en la lucha por los derechos humanos de los portadores de VIH”, comenta Patricia.

No obstante, para la activista Aurora Gaona, de la Fundación Equidad, de Paraguay, todavía queda mucho por ser superado. “Uno de nuestros mayores problemas es la discriminación causada por la falta total de información. Trabajar en la educación es una de nuestras prioridades”, afirmó.



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