CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Debate reaberto

La ley de aborto terapéutico, vigente en Chile hasta 1989, podría haber transformado las vidas de Claudia Pizarro y Karen Espíndola, a quienes se les negó el derecho a interrumpir el embarazo por razones de salud. Sus testimonios, así como el más reciente proyecto de ley presentado en el Parlamento, han reabierto el debate en este país.

En el caso de Karen, pese a que al feto se le detectó una grave anomalía en el cerebro y fue desahuciado, se le obligó a continuar con el embarazo. Hoy su hijo afronta una existencia llena de obstáculos que le impiden tener una vida normal. Sufre de tretaplejia, microcefalia, graves problemas hormonales, epilepsia, desnutrición crónica y no come por sí solo. Claudia, cuyo diagnóstico fue el de un feto sin cráneo, tuvo una cesárea de emergencia cuando ya cursaba 8 meses de embarazo. El recién nacido apenas vivió dos horas.

Pese a que Chile firmó y ratificó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), es uno de los pocos países del mundo cuya legislación prohíbe el aborto bajo cualquier circunstancia. En la región sólo comparte ese status con El Salvador, Honduras, la República Dominicana y Nicaragua. En 1931, el artículo 119 del Código Sanitario autorizó el aborto para salvar la vida y garantizar la salud de las mujeres en casos específicos, bajo indicación médica. Sin embargo, en 1989, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, esta práctica pasó a ser penalizada.

A pesar de la prohibición, hoy en Chile se realizan miles de abortos clandestinos en condiciones seguras e inseguras. De acuerdo con la investigación Aborto Clandestino: una Realidad Latinoamericana (1994) del Alan Guttmacher Institute, en 1990 los abortos en Chile asecendían a 159.650, con una proporción de un aborto por cada tres embarazos. En una revisión de estos datos para 2001, la más reciente que existe, Bonnie Shepard y Lidia Casas (2007), expertas en la materia, calcularon 122.000 abortos anuales. En concepto emitido por el Comité de la CEDAW respecto al último informe (2006) del estado de cumplimiento de los compromisos adquiridos por Chile, el órgano de la ONU expresó su preocupación por la penalización total del aborto, ya que representa un obstáculo para garantizar la equidad entre hombres y mujeres.

Durante los últimos años, se han presentado al menos 6 iniciativas legales de despenalización del aborto (véase, El cuerpo, bastión de resistencia), que duermen en el Parlamento. Sin embargo, la esperanza de un cambio legislativo al respecto se reavivó en diciembre pasado, cuando la entonces senadora del partido conservador Unión Demócrata Independiente (UDI) Evelyn Matthei, junto al senador socialista Fulvio Rossi, presentaron un proyecto de ley que busca modificar la actual legislación y restablecer el aborto terapéutico.

Hoy Matthei es ministra de Estado. En su reemplazo, la diputada Karla Rubilar, militante del partido Renovación Nacional, también de derecha, pero de corte más liberal, asumió el impulso de esta iniciativa, y trabajará con el senador Rossi para conseguir el apoyo transversal para la aprobación del proyecto.

En entrevista con el CLAM, Fulvio Rossi señala algunas de las dificultades que enfrenta el proyecto y destaca el rol que puede jugar la ciudadanía para lograr la aprobación de una iniciativa que, en su opinión, busca garantizar la dignidad de la mujer, su derecho a decidir y acabar con un obstáculo para el respeto de los derechos fundamentales de las mujeres.

¿Qué ventaja tiene la presentación de esta moción ante el Senado en lugar de hacerlo ante la Cámara de Diputados?

Hubo aspectos prácticos que motivaron la presentación del proyecto ante el Senado. Por un lado, formo parte de la Comisión de Salud del Senado, que además presidiré durante este año. Por otro, el escenario político en el que se presentó el proyecto era muy propicio, puesto que habíamos conseguido el apoyo de la entonces senadora de la UDI, Evelyn Matthei, quien también integraba la Comisión de Salud. Ella es una persona que escucha y tiene la suficiente flexibilidad para aceptar realidades que incluso pueden chocar con sus creencias, y se dejó convencer respecto a la necesidad de esta ley luego de escuchar los testimonios, los argumentos cientificos y ver la realidad que existe hoy día en Chile y en el mundo.

¿Qué hará para obtener el apoyo de parlamentarios que están en contra del aborto en todas sus formas?

Es necesario empezar por aclarar algunos puntos de la discusión. Muchos dicen que no es necesario recurrir al aborto terapéutico para garantizar la salud de la madre. Sin embargo, en reuniones recientes que sostuvimos la ex senadora Matthei y yo con académicos del hospital Clínico de la Universidad de Chile, ellos admitieron que para actuar oportunamente frente a algunos embarazos riesgosos es necesario contar con el respaldo de una ley que permita el aborto terapéutico. Conocí casos que demuestran la necesidad de legislar al respecto. Esta realidad impide ofrecer la mejor alternativa a muchas mujeres.

También existe una confusión respecto a la definición de embarazo inviable, que en parte se debe a que distintos sectores, entre ellos la Iglesia, han equiparado el aborto con prácticas eugenésicas. Así, han afirmado que el Síndrome de Down podría ser considerado un embarazo inviable y por ello la aprobación de este proyecto de ley significaría permitir la selección de fetos según ciertas características. Esto está totalmente alejado de la realidad de la propuesta. Hay que clarificar aspectos como éste que están presentes en la discusión.

Creo sin embargo, que lo más importante es escuchar los testimonios de las mujeres. Eso es vital y da significado a esta iniciativa. Es preciso que la ciudadanía y los políticos “sientan” el sufrimiento de muchas mujeres que han pasado por esto.

De avanzar en la tramitación legislativa es probable que un grupo de parlamentarios alegue inconstitucionalidad y, como ocurrió con la píldora del día después, el Tribunal Constitucional revierta una decisión parlamentaria representativa.

Creo que el proyecto puede efrentar este problema, sin embargo, contamos con elementos jurídicos contundentes que dan cuenta de que la iniciativa no es inconstitucional. Tengo esa certeza. No obstante, es fundamental la movilización y participación activa de la ciudadanía en este tema. El rol que pueden jugar las organizaciones que promueven los derechos sexuales y reproductivos, las organizaciones feministas y la sociedad en general, es sustantivo.

Creo que la mayor parte de la ciudadanía chilena quiere y está dispuesta a participar en este debate, así como exigir una respuesta legal de parte de quienes deben darla. En todo caso insisto: no me parece que haya elementos de inconstitucionalidad en esta iniciativa.

¿Después de este proyecto de ley estaría dispuesto a abordar este tema en términos del derecho a la autonomía del cuerpo de la mujer, lo que derivaría en la despenalización total del aborto?

Estoy dispuesto a participar de cualquier tipo de debate, respecto de cualquier tema, creo que eso es parte de la democracia. Pienso que este proyecto es insuficiente pero logra generar ciertos consensos que permiten que pueda llegar a convertirse en ley. En general, la sociedad chilena va más rápido que su clase política. Sin embargo, también es su responsabilidad que todos los conservadores que se oponen a leyes como ésta hayan llegado al Congreso, pues lo lograron con sus votos. Es lamentable, pero es así.

¿Qué otros temas sobre la desigualdad de las mujeres están en su agenda?

Presenté un proyecto de ley de cuotas que contó con el patrocinio de la ex Presidenta Bachelet, que buscaba legitimar y aumentar la presencia femenina en el poder. Este proyecto se votó y se perdió. Otro aspecto que debemos cautelar es la cobertura de educación parvularia en los quintiles más pobres, que todavía no supera el 50%. Ese es un punto central para permitir la independencia económica y la autonomía de la mujer. En tercer lugar, está el derecho a la salud sexual y reproductiva y el problema de la violencia intrafamiliar. Estoy sumamente interesado en participar de todos estos temas.

¿Qué cree que pasará en el Parlamento con esta iniciativa?

La sensación que tengo es de un empate. Acá el rol de la Democracia Cristiana va a ser clave. He conversado con el senador de ese partido, Ignacio Walker, y está dispuesto a escuchar los argumentos y a participar del debate. Ese hecho ya es favorable.