En el mundo contemporáneo, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han contribuido a la puesta en marcha de importantes procesos de cambio social que retan los autoritarismos, el monopolio en la producción de la información y que apuntan a la profundización de la democracia. Sin embargo, el desarrollo y masificación de las TIC no hace que las sociedades sean automáticamente más justas. La posibilidad de que dichas herramientas puedan dar un impulso al empoderamiento económico, político y social de las mujeres, y así contribuir a consolidar la igualdad de género en la región, está por verse. Los efectos del uso de las TIC al respecto han sido irregulares. Si bien se han logrado progresos en esta dirección, se mantienen antiguas desigualdades y surgen otras nuevas que ponen en evidencia los altibajos, los bloqueos y la resistencia al cambio. En este contexto, la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, celebrada en Santo Domingo el pasado mes de octubre, discutió la relación entre la autonomía económica y los derechos de las mujeres, especialmente en el marco de la economía digital.
Fue en 2004, durante la novena edición de esta Conferencia, cuando se abordó por primera vez el tema de las TIC. En el Consenso de México, D.F. (2004) se planteó la importancia de “promover el acceso de todas las mujeres a las tecnologías de la información y la comunicación con miras tanto a erradicar la pobreza como a promover el desarrollo”. En 2010, en el Consenso de Brasilia se abordó nuevamente la cuestión.
Las TIC constituyen un soporte imprescindible y transversal del conjunto de la actividad económica, política, cultural y social contemporánea, además de conformar un sector productivo en sí mismo. En abril de 2013, los gobiernos reunidos en la cuarta Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe reafirmaron su compromiso de seguir avanzando en este tema, y reconocieron la necesidad de incorporar las perspectivas de género y de oportunidades con una visión de inclusión que fomente la igualdad y, en particular, la reducción de la brecha digital.
En la XII Conferencia Regional sobre la Mujer, la mayoría de gobiernos reconoció la necesidad de incorporar a las mujeres en áreas estratégicas del conocimiento de las cuales han sido excluidas, entre ellas la tecnología y la innovación. Por ello el Consenso de Santo Domingo, aprobado al finalizar la Cumbre, estableció una serie de medidas relacionadas con el rol de las TIC en la igualdad de género y en la autonomía de las mujeres en distintas dimensiones. También abordó los derechos sexuales y reproductivos, la eliminación de la violencia, la participación política y la toma de decisiones, entre otros temas.
Sonia Montaño, Directora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y responsable de la redacción del documento Mujeres en la economía digital: superar el umbral de la desigualdad elaborado especialmente para la Cumbre, reflexiona sobre diversos frentes para mejorar la calidad de vida de las mujeres a través de las TIC.
¿Qué papel pueden desempeñar las TIC en la lucha contra la pobreza y la desigualdad?
Lo que hemos concluido preliminarmente es que hay dos dimensiones de análisis al respecto que es preciso considerar: la dimensión estratégica y la instrumental. La dimensión estratégica se refiere a una brecha digital muy grande en nuestros países. Por ejemplo, la distancia entre Uruguay y Bolivia o entre Chile y Guatemala, desde el punto de vista del acceso a la banda ancha, a las nuevas tecnologías, a políticas de innovación, a los niveles de inversión que hay para el desarrollo productivo con innovación y tecnologías, son muy grandes.
Esta es una primera gran brecha que separa a América Latina del resto del mundo y que la divide en su interior. Además de ésta, existe también la brecha digital de género. Esto significa que en estas estructuras de producción y empleo generadas por la innovación, se reproducen los mismos rasgos de discriminación que encontramos en el mercado laboral en otros sectores.
Uno supondría que con la introducción de nuevas tecnologías, el mercado laboral habría venido acompañado de mejoras en las condiciones laborales de las mujeres, pero esto todavía no ocurre. Las mujeres que trabajan en sectores como la microelectrónica o los call center, e inclusive las Pymes, están rezagadas por razones como el atraso educativo, pese a que hoy en día las mujeres tienen en general un nivel educativo superior al de los varones.
El desarrollo productivo y los esfuerzos de innovación, si bien son una asignatura global para toda la región, tienen un sesgo de género muy fuerte, porque el mercado laboral que generan es un mercado que reproduce las mismas características de segmentación y discriminación que el mercado laboral como lo es la factura tradicional en la industria. Ahí hay un primer problema.
En la dimensión instrumental se aprecian varios ejemplos sobre cómo las nuevas tecnologías pueden ayudar a que las mujeres establezcan redes de comercialización, de producción, de acceso a materias primas, redes de conocimiento de sus derechos, enlaces con cadenas productivas globales, encontrar nichos de empleo relativamente estables, además de otros aspectos de las TIC que tienen que ver con la salud y educación y no directamente con la economía. Ahí se revela que cuando las mujeres están en empleos remunerados, es decir, que tienen la posibilidad de salir del hogar para trabajar en nuevas tecnologías, lo hacen más intensivamente que los varones.
En varios países de América Latina y el Caribe las mujeres equiparan a los hombres en acceso a Internet, pero están en clara desventaja con respecto a su uso. ¿Qué explica esta desigualdad?
Uno de los elementos que explican estructuralmente esta desigualdad son las jornadas laborales y los tiempos de trabajo. Por ejemplo, en un hogar con conexión a Internet, las tareas domésticas y responsabilidades familiares que recaen sobre las mujeres afectan el uso de esta tecnología por parte de ellas. Por esta razón, cuando las mujeres tienen el acceso por la vía del empleo, hacen un uso más intensivo de las oportunidades digitales. Lo que sigue obstaculizando el desempeño equitativo en las redes y su uso, es en primer lugar el tiempo. Hoy, con los patrones de consumo y la necesidades no satisfechas por miles de motivos, las familias tienden a buscar dos o tres ingresos en el hogar, por lo que las mujeres salen al mercado de trabajo, pero no abandonan sus responsabilidades familiares. Hay un momento en que las demandas que tienen de trabajo doméstico y de cuidado le impiden acceder efectivamente al uso de esas tecnologías que estás disponibles. Esto es una brecha en la demanda. Uno puede tener el cable que pasa en la casa, pero no lo usas porque tienes que lavar pañales, por ejemplo.
¿Cuál fue el diagnóstico en relación con el trabajo y el empleo en tecnologías de la información y las comunicaciones? ¿Se puede encontrar en las TIC una oportunidad para la estructuración de relaciones sociales de género con igualdad?
Creo que sí, en general se puede llegar a la conclusión de que las TIC ofrecen una oportunidad si es que, sobre todo, forman parte de políticas industriales de innovación. Ahora, el beneficio de las TIC para las mujeres va a depender de que formen parte de un desarrollo productivo con mayor o menor intensidad de innovación, con mayor demanda de obra calificada.
Costa Rica, por ejemplo, se plantea como un país de plataforma tecnológica. Ahí la demanda de mujeres para puestos tecnológicos y científicos se ha incrementado, y hay una serie de medidas específicas que su gobierno ha implementado para incorporar mujeres calificadas en el sector de las nuevas tecnologías. En la mayoría de nuestros países hay un número importante de mujeres que estando calificadas, no tienen empleos. Entonces, aún hay una brecha de acceso al mercado laboral que se puede llenar, en comparación con la participación laboral masculina que, en la mayoría de los países, ha llegado a lo que podríamos considerar un tope.
Dicho en otros términos, esa mano de obra disponible, la fuerza laboral femenina, hoy es requerida porque algunos países están invirtiendo en ella. Esto también está ocurriendo en Brasil y Chile. En la minería chilena hay medidas de acción positiva para que mujeres accedan al mundo del trabajo. Pero este tipo de iniciativas todavía implican un porcentaje muy pequeño de mujeres que acceden a ese nicho laboral. Aún la mayoría de mujeres trabajadoras lo hacen en empleos precarios, mal remunerados, y con una baja protección social.
En el mercado laboral, que es muy desregulado y con pocos derechos, se observan dos problemáticas: por un lado, los sindicatos no recogen las demandas de las mujeres, y por otro, las empresas utilizan el “factor femenino” para abaratar los costos del trabajo.
Por ejemplo, en los call center buscan mujeres con más capacidad comunicativa, pacientes, empáticas, pero todas esas cualidades “femeninas” que son consideradas valiosas para trabajar allí, no son remuneradas y reconocidas como valores que sean el resultado de capacidades adquiridas. De modo que buscan mujeres porque se supone que como tales nacen con la sonrisa bajo el brazo y con la escoba lista para barrer. Los empleadores consideran que no tiene por qué remunerarse como lo harían con una persona, generalmente varones, que trabaja en áreas más relacionadas con la matemática o la ciencia.
Finalmente terminas aludiendo al cambio cultural que se necesita, porque inclusive en el caso de las mujeres educadas y bien capacitadas en la ciencia, también se aprecia que su hora punta coincide con su maternidad, y en lugar de ser un beneficio, es una desventaja.
Tanto en los patrones de empleo como en las formas de inserción al mercado laboral, existen sesgos que tienen que ver con cómo se entiende el uso de las TIC para el desarrollo productivo con igualdad.
Con respecto al acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones, ¿qué impacto tiene la falta de participación de las mujeres en la producción de contenidos digitales?
Desde el punto de vista de los derechos, vemos muchos riesgos. Hay un conjunto de riesgos vinculados con la integridad física, con la seguridad de las mujeres. Sobre todo en el mundo del mercado de consumo, claramente en la aplicación de los recursos, la ausencia de las mujeres se nota en la naturalización de los contenidos, en el predominio de las iniciativas que respaldan las demandas “de cierto grupos de varones” que consumen sexo, etc. En la industria de los videojuegos, por ejemplo, es recurrente la representación de mujeres como objetos pasivos y sexuales y de hombres como sujetos activos y violentos.
Segundo, si los contenidos digitales tienden a reproducir los mismos contenidos que encontramos en la escuela y la universidad, ámbitos como el e-learning o las capacitaciones de trabajo a distancia, representan no sólo ventajas sino también motivos para preocuparse.
Por otro lado, se registran una serie de iniciativas muy interesantes con altos niveles de creatividad cuando las mujeres controlan el contenido.
En la Conferencia se examinó la situación de las mujeres rurales e indígenas en el ámbito de las TIC. ¿Cuál es el diagnóstico?
Se suele pensar que la brecha digital de género en el área rural es menor, pero no es así. La supuesta ausencia de brecha en el campo tiene que ver con que los hombres están tan mal como las mujeres. Este es un rasgo interesante porque si se mira a largo plazo y no se modifica, lo que vamos a tener y, de hecho tenemos, son países de primera y de segunda categoría.
Hay especialistas que dicen que el problema es la banda ancha: hay países que tienen y otros que no tienen banda ancha; ahí estamos trazando una gran vara que separa. Desde ahí la pregunta es si es rural o urbano, o para viejos o jóvenes, y ciertamente vamos a tener un conjunto de población donde, otra vez, las mujeres van a estar subrepresentadas entre las que no usan las TIC.
Con relación a los indígenas, no hay encuestas que nos permitan afirmar este tema y sería precipitado establecer algún tipo de diferencia al respecto.
En general, las políticas de acceso a las TIC no incluye acciones específicas para promover la igualdad de género, salvo en países como Ecuador, México y República Dominicana. ¿Qué elementos de estos países buscan promover la igualdad de género en ese ámbito?
Las agendas digitales de los países cada vez más tienen acciones específicas dentro de las políticas que buscan superar los sesgos de género. Incluyen desde programas específicos de capacitación de estímulo y promoción de temáticas, hasta enseñanza de ciencias en niñas y niños. Existen también programas de capacitación para el comercio digital y para el e-gobernance. Por ejemplo, hay iniciativas de pequeñas y medianas empresas de mujeres en El Salvador, que están tratando de buscar un entrenamiento específico y especial para manejar las tecnologías en beneficio de sus pequeños negocios. Hay iniciativas que van en esa dirección, pero aún no están en el corazón de las políticas de innovación.
¿Cuáles son los desafíos y riesgos de las tecnologías de la información y las comunicaciones para la igualdad de género?
Los especialistas nos mostraron que el gran desafío tiene que ver con cambios estructurales en la matriz productiva y cómo las políticas industriales en la región provocan un acelere para llegar a mejorar, no solamente las condiciones de acceso al mercado laboral, sino la forma como funciona el mercado laboral mismo. Ahí hay un gran desafío.
Si esto viene acompañado, como vemos en algunas medidas de igualdad y acción positiva para las mujeres, podemos tener esperanzas de que las niñas de hoy accedan a un mundo más equitativo.
Parte de los riesgos es que sigamos haciendo más de lo mismo y que por lo tanto, si no hacemos cambios estructurales en el uso de las tecnologías, tengamos un mundo más segmentado aún, en el que además se agudicen algunos problemas que se hacen más evidentes con el uso de las tecnologías, como la violencia, el abuso y la vulneración de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, ese potencial solo se alcanzará si las mujeres superan las barreras de acceso y uso de las TIC y se incorporan plenamente a la sociedad de la información y el conocimiento.