Para el colectivo colombiano de hombres con experiencias trans Entre-Tránsitos, la apuesta por construir masculinidades alternativas, alejadas del patriarcado, del sexismo, la misoginia y la homofobia cobra especial importancia a la luz del tránsito que siguen los jóvenes trans-masculinos. En este proceso, señalan los activistas, los jóvenes se enfrentan a un abanico de masculinidades con los cuales se identifican, “entre las que se cuentan la masculinidad patriarcal y machista que ofrece la cultura hegemónica de género, los referentes de masculinidades asociados a la diversidad sexual, y los que se han construido en las experiencias de grupo de las masculinidades”. La incorporación de uno u otro modelo, afirman, tiene una incidencia personal y social diferenciada. “Quienes se adscriben al modelo tradicional, pueden pasar relativamente desapercibidos, ya que de manera deliberada no confrontan el modelo. Pero quienes buscan referentes alternativos con frecuencia se vinculan al activismo social y desde allí defienden posturas que, lamentablemente, los ponen en riesgo” , agregan.
Estos riesgos se refieren a la invisibilización y al maltrato del cual son objeto en distintos ámbitos. A nivel personal y familiar, “la situación de los jóvenes que transitan hacia las masculinidades es preocupante, pues este proceso está acompañado de experiencias de depresión, autoagresión, aislamiento social y familiar, negación y ocultamiento”, comentan. Por otra parte, en un contexto patriarcal que ha patologizado las experiencias trans, derechos como la salud se ven seriamente vulnerados. Al respecto, los coordinadores del grupo explican que “el sistema de salud, se rige por los parámetros heteronormativos más clásicos y no está preparado para atender las realidades de los jóvenes que desean adelantar procedimientos quirúrgicos y de hormonización” .
Entre-Tránsitos reconoce en la propia experiencia trans la potencialidad de cuestionar los modelos de género hegemónicos y la posibilidad de configurar nuevas masculinidades. Camile Losada, uno de los activistas del grupo, afirma “Somos hombres construyendo una masculinidad a partir de una figura corpórea distinta. Hombres que al nacer fuimos asignados como mujeres, pero con un sentir y expresión de género masculina. Las masculinidades trans se construyen desde muchos lugares, los tránsitos no son lineales, son diversos. No todos tienen como fin último ser hombres como lo dicta la norma. Como hombres con experiencias de vida trans, deconstruimos las categorías de sexo/género y encarnamos distintas posibilidades de existir, de sentir y de pensar. Nacemos cuestionando nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestra realidad. Nacemos desde la frontera, desde el lugar no reconocido. Nos construimos y moldeamos todos los días. Decidimos una identidad sin género, escogemos una distinta, libertaria y decidida, sin normas que obliguen a nuestros cuerpos a ser los esperados por una sociedad donde sólo se pueden tomar dos rutas. Somos las dos y somos ninguna, sin ser un lugar estable, siendo todas las posibilidades” .
Conformado en enero de 2009, este grupo busca reunir, visibilizar y crear lazos fraternos entre hombres con experiencias de vida trans. El año pasado, Entre-Tránsitos, en alianza con el Colectivo de Hombres y Masculinidades –organización no gubernamental que desde 1996 realiza actividades de investigación, capacitación y activismo para la creación de nuevos referentes de masculinidad— y con el apoyo de la Asociación CIVIS Colombia, llevó a cabo el proyecto ‘Masculinidades transgresoras’ con el objetivo de consolidar sus procesos organizativos y su agenda política, dar continuidad a estas reflexiones sobre los aspectos que envuelven la construcción de género de jóvenes trans masculinos y fortalecer liderazgos.
En entrevista con el CLAM, integrantes de Entre-Tránsitos destacan el propósito del proyecto, los temas abordados y las lecciones aprendidas, así como los problemas más frecuentes a los que se enfrentan los hombres trans en materia de salud, en un contexto como el colombiano, caracterizado por la creciente privatización de este servicio.
¿En qué consistió el proyecto ‘Masculinidades transgresoras”?
Responde Simonne “Nikita” Dupuis
Éste no era un proyecto de intervención sino de fortalecimiento y consolidación. Consolidamos una metodología de trabajo propia, fortalecimos lazos de amistad y compañerismo, consolidamos una propuesta política y de quehacer acorde con nuestras expectativas, ánimos, intereses y habilidades. Fortalecimos liderazgos, incitamos a la discusión de temas difíciles, comprendimos la diversidad de las experiencias de construcción de masculinidades y ofrecimos un espacio de encuentro respetuoso de intercambio.
Para ello, llevamos a cabo 10 talleres en los que participaron mayoritariamente hombres jóvenes con alguna experiencia de vida trans, entre otras personas que se cuestionan a sí mismas respecto a sus construcciones identitarias de género, corporales y sexuales. Los temas abordados fueron: el auto-reconocimiento del cuerpo y del nombre, sexualidad y deseo en las experiencias trans, relaciones familiares, militancia y movilización política, modelos de masculinidad, biografías y memoria colectiva, entre otros. La metodología utilizada en gran parte de los talleres partió de la discusión de experiencias personales y corporales vinculadas a determinados contextos sociales, desde un encuentro entre pares. Utilizamos también recursos de expresión y exploración artística.
¿Qué aprendieron con este proyecto?
Responde Camilo Andrés Rojas
Creo que uno de los aprendizajes más significativos fue dejar de hablar de “el tránsito”, en singular, para referirse a las experiencias trans como si hubiese un único camino a seguir y un modo de ser. A lo largo del proyecto fuimos reconociendo y encarnando en nuestro lenguaje “los tránsitos”, en plural, y repensamos tanto los objetivos del proyecto como la vivencia personal de cada uno de los participantes de este espacio. Celebramos así la diversidad de los hombres con experiencias de vida trans.
Una de las experiencias más gratas fue hablar sin tapujos sobre la sexualidad de hombres trans, conocer otras prácticas y experiencias e identificar diferencias, compartiendo entre nosotros mismos lo que nunca antes habíamos podido hablar entre “iguales”.
Uno de los objetivos de este proyecto fue buscar el reconocimiento, aceptación y reconciliación con el cuerpo en tránsito, o la experiencia trans, ya que en muchas ocasiones los primeros en agredir y rechazar nuestro cuerpo somos nosotros mismos. Esto ocurre porque adoptamos un modelo hegemónico de construcción de género y de cuerpo marcado por el sexismo y la heteronormatividad, según el cual sólo se puede ser hombre si se nace con pene. Al reconocer la diversidad vemos que existen variantes que hacen más rica la gama de los tránsitos. Estas diferencias tienen que ver con la educación recibida, la formación proporcionada por el núcleo familiar, la condición socioeconómica, las costumbres o creencias religiosas y factores como el apoyo de la familia en este proceso, que es fundamental.
Cuando recibimos acompañamiento de nuestro núcleo familiar y de nuestro entorno social en la adquisición de consciencia de nosotros mismos, de nuestra realidad y de nuestro tránsito, empieza todo un proceso de metamorfosis en el que dejamos de darle importancia a la presión social y personal por seguir la heteronormatividad. Así comienza la transformación en la que dejamos de pensar en el qué dirán y nos centramos en nosotros, en lo que queremos, en hacer de esta experiencia trans algo que nos haga aprender y crecer. Y así podemos reivindicarnos en nosotros mismos, gozando de nuestro cuerpo en toda su expresión, desgenerizando el sexo y el placer. Aceptando, reconociendo, transgrediendo y transformando lo que la sociedad esperaba de nosotros, para poder ser felices.
¿Qué problemas relacionados con la garantía del derecho a la salud aparecen durante el proceso de tránsito?
Responde Juan Sebastián Cifuentes
La clase social y el sistema de salud trabajan de la mano. En Colombia, especialmente en Bogotá, los hombres transexuales enfrentamos un grave problema de salud pública. Varias de las intervenciones corporales requeridas en los procesos de tránsito son consideradas “intervenciones estéticas” por parte del sistema de salud, por lo que el seguro médico no las cubre.
Adicionalmente, en las instituciones de salud las personas trans son maltratadas por funcionarios y funcionarias de distintas dependencias como la recepción y la droguería, e incluso por los médicos. Con frecuencia, el menoscabo de sus derechos conlleva a que ellos desistan de asistir al médico. Entre las principales agresiones que relatan se encuentran cosas aparentemente sencillas pero complicadas para un hombre trans, como no ser llamado por su nombre social, en el caso de quienes no han tramitado el cambio de nombre en el documento de identidad. Otros manifiestan que cuando asisten a una cita médica sienten vergüenza de que los hagan desnudar para ser auscultados e incluso de la forma en que son examinados sus genitales. También son regañados por usar fajas para esconder los senos.
La remisión a especialistas, por ejemplo a endocrinólogos para que acompañen el proceso de hormonización, también es problemática, pues el paciente debe presentar al médico general un diagnóstico psiquiátrico en el que se declara que padece de ‘disforia de género’. Sólo con este diagnóstico se puede solicitar el cambio de sexo y empezar un proceso de reasignación o de terapia hormonal. Este diagnóstico es complicado y lento. Un psiquiatra puede tardar hasta tres años en emitirlo.
No existen cirujanos ni especialistas en cambio de sexo o en transexualidad en Colombia, por lo que no se garantiza que las cirugías sean exitosas. Para la realización de una mastectomía los médicos sólo operan, quitan las mamas, pero no hacen reconstrucciones. En muchos casos los resultados de estas intervenciones son desastrosos, por lo que es necesario practicarse cirugías para la corrección de esas intervenciones, que son consideradas “estéticas”. En este sentido, en un sistema de salud altamente privatizado como el colombiano, la capacidad de pago de la persona es decisiva para acceder a un proceso exitoso y conducido profesionalmente.