Es un movimiento que se encuentra en plena adolescencia, según afirman sus creadoras. Después de 15 años de existencia, la Marcha Mundial de Mujeres realizó su noveno Encuentro Internacional bajo el lema “¡Feminismo en Marcha para cambiar el Mundo!”. El evento reunió en la ciudad de Sao Paulo a cerca de 1.650 mujeres de diversas regiones del Brasil y del mundo, incluyendo delegadas, observadoras, trabajadoras e invitadas de organizaciones y movimientos aliados.
Las asistentes mantuvieron la apuesta por construir un amplio movimiento de mujeres de base, dispuesto a terminar con la pobreza y eliminar la violencia contra las mujeres. En esta edición, la diversidad generacional y cultural fueron elementos destacados.
El origen de la Marcha se remonta al año 2000 y tiene sus antecedentes en la Marcha de las mujeres contra la pobreza, llevada a cabo en Quebec en 1995. Esa exitosa manifestación aún es recordada por la cantidad de asistentes, cerca de 15 mil personas, y por su duración: fueron 10 días de protestas y reivindicaciones de carácter económico.
En 1998, mujeres representantes de 65 países se reunieron en Montreal para crear el Comité de la Coordinación de la Marcha. El 8 de marzo de 2000 se inauguró el movimiento durante una rueda de prensa en Montreal con enlaces en Nueva York y Ginebra.
En entrevista con el CLAM, Angie Mendoza, fundadora de la Marcha Mundial de Mujeres en Chile en 2006, invitó a repasar las principales conclusiones del encuentro feminista.
¿Cuál es la apuesta política de la Marcha Mundial de Mujeres?
Lo interesante de la Marcha Mundial de Mujeres (MMM) es que no procede de ONGs, ni de mujeres de gobierno, sino que son personas autónomas de organizaciones feministas. Son mujeres que no tienen patrocinio, ni financiamiento gubernamental o estatal. Son mujeres que desde la autonomía y la necesidad de movilizarse abordan temáticas como la violencia y la pobreza con una perspectiva feminista.
En tanto movimiento mundial, visibiliza las problemáticas de las mujeres de todo el planeta, que pese a la diversidad de contextos, son bastante parecidas. En el año 2000 se creó la MMM; pero fue en 2006, en el Sexto Encuentro Internacional realizado en Lima, cuando se articuló un trabajo en torno a campos de acción definidos. En la oportunidad se recolectaron reivindicaciones de distintas organizaciones que se agruparon alrededor de cuatro importantes ejes de acción.
El primero es el “bien común y servicios públicos” que busca luchar contra la privatización de la naturaleza y los servicios públicos. Desde ahí, la soberanía alimentaria pasa a ser una preocupación común a todas las mujeres, así como el derecho a la salud, la educación y al agua potable. Eso incluye también a las mujeres rurales e indígenas.
El segundo eje es el de la “paz y la desmilitarización”, que al abordar las causas de las guerras, pone en evidencia aspectos como el control del cuerpo y la vida de las mujeres, la manipulación de los conflictos étnicos, religiosos y, la situación de las mujeres que sufren violencia por parte de ejércitos y grupos paramilitares. Ellas suelen ser consideradas botín de guerra.
Otro de los ejes es la “autonomía económica de las mujeres”. Desde acá se defiende la economía feminista como un nuevo paradigma que contempla la redefinición del lugar de las mujeres en el sistema económico. Defendemos el acceso de todas las trabajadoras a los derechos de seguridad social, igualdad salarial y un mundo sin discriminaciones en el trabajo. Cuestiones como el acoso sexual y otras problemáticas que viven las mujeres en lugares de trabajo forman parte de este eje.
El último campo de acción es la “violencia hacia las mujeres” que busca hacer explícitas las modalidades de dicha violencia, sus causas y manifiestaciones, así como dar visibilidad a las formas de resistencia de las mujeres frente a la violencia sexista, sobre todo en los lugares donde hay mayores vulneraciones.
¿Cuáles fueron los temas novedosos en este noveno encuentro?
Una de las temáticas nuevas que resultó de este encuentro fue la visibilización lésbica. Se retomó el histórico del debate en el seno del movimiento sobre derechos de las lesbianas. Si bien la Marcha tiene como sujeto a la mujer, no se habían problematizado las relaciones que existen entre mujeres. Hasta el momento, la cuestión lésbica había sido tocada de forma tangencial y la lesbofobia ni siquiera estaba explicitada en el eje de violencia contra las mujeres.
Se abordó la lesbofobia en sus articulaciones con el capitalismo y el patriarcado, algo que es preciso considerar tanto en los análisis sobre violencia contra las mujeres como en la construcción de alternativas a dichas violencias. Se creó un comité para abordar y transversalizar la lesbofobia en todos los campos de acción, así como asumir el compromiso de todas las mujeres a apoyar las demandas de las mujeres lesbianas y en contra de la lesbofobia.
Otro tema que adquirió relevancia durante el encuentro se relaciona con las consecuencias del extractivismo, particularmente el minero, que afecta a diversas mujeres, en especial latinoamericanas. Allí aparecen problemáticas como la apropiación y expropiación de territorios a comunidades por parte de empresas mineras, principalmente a las mujeres que trabajan la tierra. La falta de agua obliga a muchas de ellas a migrar del campo o zonas mineras hacia la ciudad en condiciones muy precarias.
De hecho, durante el encuentro, las participantes fueron sorprendidas por la presencia de un representante de la transnacional brasileña Vale do Rio Doce, que fue invitado a una actividad que no tenía relación con la MMM. La Vale actúa en varios megaproyectos de minería en Brasil y es conocida por las recurrentes violaciones a los derechos de las comunidades y la privatización de la naturaleza. La noticia rápidamente se difundió y las participantes organizaron un gran acto donde ampliaron la denuncia contra la Vale por medio de testimonios de mujeres que viven cotidianamente esas violaciones.
Grandes transnacionales como Barrick Gold, otras suecas y canadienses llevan a cabo sus actividades en las fronteras con Argentina, Perú, Bolivia y están dejando sin agua a casi todos los pueblos limítrofes. El extractivismo afecta sobre todo al Cono Sur, pero fue considerado en el marco de acciones internacionales para denunciar a estas grandes empresas mineras.
Otro aspecto relevante del encuentro son las acciones de 24 horas, que representan un desafío muy atractivo. En un lugar del mundo, a partir de las 12:00 del día, y a esa hora, en otros países, se lleva a cabo una acción coordinada que dura 24 horas. Acciones de este tipo permiten reconocer la riqueza cultural de las mujeres en un contexto de globalización y dar visibilidad a las distintas luchas que se llevan a cabo en distintas partes del mundo. Un reto que plantea esto es cómo coordinar en nuestros países acciones colectivas y locales con una óptica mundial.
La Carta Mundial de las Mujeres para la Humanidad, que se construyó colectivamente, denunció los efectos del neoliberalismo en la vida de las mujeres. ¿Cuáles son algunos de los efectos más evidentes?
La Carta de las Mujeres para la humanidad se formuló en 2004 y su propósito fue denunciar y exigir el fin de la opresión a la que son sometidas las mujeres. También propone construir un mundo donde se respeten la integridad, la diversidad y las libertades de todas y todos. Fue fruto de un largo proceso de consultas, de intercambios y debates con grupos de mujeres de unos 60 países. Esta carta, que pone en evidencia las luchas feministas, es para nosotras una carta de navegación. Es de especial interés posicionar en las luchas de los movimientos sociales el feminismo, por ser una poderosa herramienta política de cambio. Acogimos la consigna “sin feminismo no hay socialismo”.
Durante la MMM, las mujeres sindicalistas de diversos países discutieron la inserción y actuación del movimiento sindical en el movimiento feminista, y las contribuciones del feminismo a la construcción de la agenda de reivindicaciones de la clase trabajadora. Se subrayó la importancia de mantener los derechos que duramente hemos conquistado tras años de lucha y de consolidar los vínculos entre el movimiento sindical y el de mujeres.
La carta nos muestra el lugar al que queremos ir, que conlleva un cambio profundo en las relaciones entre las personas, los Estados, para terminar con las situaciones de poder y dominación entre los pueblos.
Uno de los debates del encuentro versó sobre la mercantilización y medicalización de la sexualidad y el cuerpo de las mujeres. ¿Qué aspectos destaca de dicha discusión?
Hubo variadas reflexiones de expertas que abordaron estos temas. Las organizaciones de Brasil denunciaron la mercantilización del cuerpo que se avecina con la realización del mundial de Fútbol el próximo año. Relataron que varias mujeres se trasladaron hacia las grandes ciudades para practicar el comercio sexual, lo que expone a muchas de ellas al tráfico, abuso y explotación sexual. Es en este contexto donde se puede evidenciar con mayor claridad la intersección entre capitalismo y poder patriarcal, porque no podemos desconocer que son los cuerpos de las mujeres los que son más mercantilizados y apetecidos por los hombres.
Otro tema abordado fue la dificultad de las mujeres para relacionarse con su propia sexualidad y los tabúes que la rodean. La sexualidad y el control sobre el cuerpo de las mujeres en nuestra sociedad son dos de los principales pilares que sustentan el patriarcado. Cada vez más investigaciones y testimonios revelan que muchas mujeres, en sus vidas privadas, encaran el sexo como una cuarta jornada. ¡Adiós al placer, bienvenido el deber!
La medicina ha reforzado cada vez más la idea de que sólo los hombres son capaces de organizar la vida social, mientras que las mujeres pasarían por diversos procesos de desestabilización. La batalla por el control de nuestro cuerpo pasa por las imposiciones relacionadas con la maternidad y se refleja incluso en la violencia contra las mujeres en las salas de parto.
También estuvo presente el tema de los efectos de las cirugías estéticas y la influencia de las empresas trasnacionales farmacéuticas con respecto a la belleza como cumplimiento de ciertos patrones estéticos. Se moldea, tanto el cuerpo de las mujeres, como la personalidad. Muchas mujeres se operan para encarnar el estándar impuesto por la moda. Los cánones estéticos que con fuerza se han asentado en la sociedad actual tratan formas restrictivas de belleza, en desmedro de lo propio y singular de cada uno. Nuestra etnicidad está siendo borrada por el capitalismo, el racismo, el militarismo y el patriarcado. Esta sociedad promueve obsesiones por el culto de la imagen y estar acorde a los estándares del mercado de la belleza.
Cada vez más mujeres consumen medicamentos para controlar su cuerpo y su comportamiento, lo que representa una de las principales fuentes de lucro para la industria farmacéutica. Se hace necesaria la construcción de una red de mujeres feministas de la ciencia y la tecnología para pensar y cuestionar estos procedimientos.
Se habló de un paralelo entre la penalización del aborto y la del uso de ciertas drogas…
Al ampliar el debate sobre la autonomía y el control del cuerpo, aparecen aspectos comunes entre la lucha por la legalización del aborto y la lucha antiprohibicionista. Son criterios morales y socioeconómicos que se relacionan directamente con los intereses del mercado y el Estado.
Las consecuencias de la criminalización del aborto han generado impactos significativos para las mujeres con menos recursos, como el aumento en el encarcelamiento femenino y la violencia. Es un hecho que este tema no está zanjado y, una vez más, se reconoció la presencia de instituciones como la iglesia y el Estado que regulan nuestros cuerpos. Hay mujeres que sólo en espacios como la MMM puede abordar esta temática. Las musulmanas, las de países orientales y las de África aún no pueden hablar de cuerpo y sexualidad, menos exigir algún derecho. Es tabú. Pueden condenar a varios años de cárcel a una mujer que se manifieste públicamente a favor del aborto.
Desde el eje de la autonomía del cuerpo, el aborto es un tema central y se aboga para que las mujeres tengan la libertad de decidir sobre sus propios cuerpos, sin una iglesia ni un Estado interventor. Por supuesto es fundamental que el Estado regularice y desarrolle planes públicos de salud, para que las mujeres puedan acceder libremente a la decisión de abortar.
En el mundo actual, marcado por el neoliberalismo, se ha registrado el aumento de la violencia contra las mujeres, la militarización de los territorios y la privatización de los bienes comunes. ¿Cuáles son las estrategias para resistir y fortalecer las agendas políticas de las mujeres?
Cuando se hace referencia a conflictos bélicos, de inmediato aparece Colombia o la América Latina de los años 80 o 90. Si bien esta realidad continúa en la región, no tiene la misma intensidad de aquellos años. Hoy Siria y Palestina están viviendo una brutal matanza. Además están los últimos ataques de los grupos terroristas en Kenia y Pakistán, con numerosas víctimas, muchas de ellas mujeres y niños.
Parte de la fuerza de la Marcha radica en la necesidad del movimiento de hablar de paz y desarrollar una cultura de la paz más allá del fin de la guerra. Hablar de la paz es una necesidad, pero es mucho mayor hablar de desmilitarización.
Son miles de mujeres y niñas las que son usadas como botín de guerra y acaban siendo víctimas de abusos sexuales. Como movimiento creemos que el tema que es necesario relevar es la paz y la desmilitarización. Es el deseo de salir de esta realidad el que ha llevado a vincular el patriarcado y el capitalismo como mantenedores de situaciones de opresión.
La Tercera Acción Internacional de la Marcha realizada en 2010 en la República Democrática del Congo convirtió a la MMM en un movimiento reconocido en la lucha contra la violencia. Con este reconocimiento queda claro que las mujeres no deben ser excluidas de los procesos de negociación. En el seno de las comunidades, las mujeres siempre estuvieron para fortalecer los lazos de solidaridad entre las familias y los pueblos. Hay que revitalizar ese rol tradicional.