El grupo Lesmadres lanzó en su página web
Lesmadres es un grupo de acción política integrado por familias de lesbianas madres y futuras madres que han decidido tener hijos/as en pareja. Sus reclamos están orientados al reconocimiento político, social, cultural y legal de los derechos de sus niños y niñas, de sus familias y de ellas mismas como lesbianas. Sus integrantes trabajan “para lograr el respeto de todas las diversidades con la intención de promover una sociedad sin desigualdades de género ni de clases”. Como activistas desean “crear familias sin autoritarismos ni violencia desde una concepción política de izquierda que [les] permita imaginar la utopía cercana de construir un mundo en libertad”.
El CLAM conversó con Florencia Gemetro y Gabriela Bacin, ambas investigadoras, doctorandas en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires –UBA- e integrantes de lesmadres.
¿Cómo surgió la idea de realizar este cuadernillo?
Durante la formación de Lesmadres, al empezar a delinear nuestros objetivos, advertimos que la falta de información era un problema común a todas las lesbianas madres al momento de llevar adelante nuestras maternidades. Este, así como los otros cuadernillos en los que estamos trabajando –legales, de salud y educación–, tienen la intención de dar respuesta a ese problema. De esta forma intentamos sistematizar la información, socializarla y compartirla con la intención de hacer más sencillo el camino para todas.
¿Cómo ha sido la recepción del cuadernillo y de la página web? ¿Cómo los han divulgado?
La recepción fue excelente y contribuyó a aumentar la cantidad de asistentes a las reuniones del grupo. Muchas chicas nos escriben y nos comentan sobre las ventajas de iniciar el proceso de maternidad como lesbianas con información y reflexiones más precisas. También fue bien recibido por otras organizaciones, que han contribuido a su difusión a través de sus páginas web. El cuadernillo tuvo éxito entre profesionales de la educación y la salud. Sabemos que hay docentes de niveles terciarios y universitarios que lo incorporaron a sus clases y se está utilizando para difundir información entre algunos sectores de salud pública.
Con respecto a la distribución en este momento es sólo virtual porque no hemos conseguido fondos para hacerlo en formato impreso. Eso limita un poco la llegada a zonas o sectores que no tienen acceso a tecnología. Por otro lado, el cuadernillo tiene “copyleft” y se alienta su reproducción y utilización siempre que no se utilice con fines de lucro.
En sus textos ustedes señalan que si bien ambas integrantes de la pareja pueden ser consideradas madres, hay una diferencia respecto a la que presta su cuerpo para gestar o la que figura legalmente como madre.
A veces es preciso nombrarnos diferenciadamente, en especial, en los procesos de reproducción asistida, embarazo, parto y post-parto. Luego las diferencias reales están dadas por la falta de reconocimiento legal, social y político. Sin embargo, esta diferencia no afecta la capacidad, el deseo y la posibilidad de maternar tanto como lo haría cualquier otra persona dispuesta a hacerlo. Es preciso entonces crear nombres, términos, en fin, es necesario el lenguaje ahí donde sólo hay silencio. A esa tarea nos abocamos últimamente.
¿Cómo se vivencia esa diferencia?
Estas vivencias dependen de cada una y de cada familia. La experiencia compartida, en general, proviene de una realidad de desprotección legal. En Argentina la co-maternidad no tiene correlato legal. Esto también sucede con otros vínculos derivados como tíos/as y abuelos/as. Esto tiene varias consecuencias. En principio, las madres no biológicas no están facultadas para tomar decisiones legales sobre el cuidado, la atención y la manutención de sus hijas e hijos. Tampoco pueden incorporarlos/as a su seguro médico ni solicitar días en el trabajo cuando se enferman ni ser responsables frente a una intervención médica. El vínculo entre madres no biológicas y sus hijos e hijas depende de acuerdos informales, por lo que quedan desprotegidos/as en caso de muerte o incapacidad de la madre biológica. En ningún caso existen derechos patrimoniales o hereditarios. Ante la separación de la pareja la madre biológica no puede solicitar manutención ni participación de la otra madre en la crianza de los niños y niñas. La otra madre no tiene garantizada la continuidad de la relación con sus hijos. No se contempla el derecho a la tenencia compartida. Ni siquiera se encuentra garantizado un régimen de visitas.
En el cuadernillo ustedes explican la particularidad de la inseminación artificial con donante anónimo frente a otras opciones. La describen como “una posibilidad de explicar el nacimiento de una familia alternativa y deseada desde su ‘origen’”. ¿A qué refiere esta expresión?
Nuestra intención no sólo es proveer información. También apuntamos a desnaturalizar prejuicios que a menudo imposibilitan la concreción de una familia no tradicional. Antes de visibilizar y debatir públicamente sobre la falta de reconocimiento de nuestras familias encontramos críticas a nuestras concepciones familiares basadas en la inexistencia de un “origen” familiar o la imposibilidad de establecer un relato sobre el origen. ¿Si no hay padre cuál será su origen? Fueron algunas de las preguntas que nos hicieron. Sorpresivamente estas críticas no sólo provenían de sectores de la derecha sino desde algunos de la izquierda. De esta forma, creímos necesario explicitar que para nosotras la co-maternidad es una ventaja justamente por eso. Por un lado, pensar en la co-maternidad positivamente fue una forma de visibilizar y reivindicar a nuestras familias exclusivamente compuestas por madres lesbianas. Por otro lado, la referencia al “origen” nos permitió reflexionar sobre el carácter construido de cualquier “origen”. Es decir, no hay más que un relato, o varios, del origen. Nosotras proponemos el nuestro y lo connotamos en forma positiva. Así es como también decimos que no hay una forma de ser lesbianas madres sino muchas. Cada posibilidad tiene ventajas y desventajas de acuerdo con cada persona. La elección es personal o de pareja. En suma, lo que nos resultó interesante fue que la co-maternidad visibiliza la noción de familia como un espacio material y vincular, histórico y cultural y brinda un marco para pensar nuevos relatos desde el deseo, la sinceridad y el afecto. Sin embargo, lo planteamos como uno de los tantos caminos posibles.
¿Cómo varía la situación de las maternidades lésbicas en diferentes partes de la Argentina?
La información del cuadernillo es nacional. De hecho, algunas de nosotras somos del Conurbano Bonaerense y de la Provincia de Santa Fe. Además, tenemos contacto con chicas de provincias de las distintas regiones del país. De todas formas, en la mayoría de las provincias el acceso a tratamientos de reproducción asistida es más costoso y restringido, ya que estos servicios suelen concentrarse en la Ciudad de Buenos Aires, y más aún para las lesbianas a quienes muchas veces se nos niega la atención. Otro inconveniente es la menor visibilidad. Algunos contextos son más hostiles a las sexualidades no convencionales y, en consecuencia, a nuestras necesidades o demandas como lesbianas. Esto contribuye a la promoción de situaciones de discriminación y violencia volviéndose ámbitos inseguros para el acceso y la concreción de tecnologías reproductivas. En este marco, muchas mujeres se ven en la obligación de viajar a la Ciudad de Buenos Aires donde existen centros más grandes, con menores costos y con una oferta de servicios dirigida a “mujeres solas”.
¿Cuáles son sus demandas políticas y cómo las articulan con las del movimiento LGTB?
En este momento, la agenda de demandas del movimiento LGTB, en general, está centrada en la obtención del matrimonio. Esto inevitablemente nos atañe pero no centramos nuestras reivindicaciones en esta demanda sino en el reconocimiento del vínculo con nuestros hijos e hijas y de ellos y ellas con nosotras. Esto significaría, por ejemplo, el reconocimiento legal de las madres no biológicas. Que la madre que no se embarazó pueda reconocer directamente a su hija en el registro civil, pero también que luego no existan situaciones de discriminación cotidianas. Nuestros hijos ya están acá, asisten a las escuelas, se atienden en los hospitales públicos y mantienen redes públicas de afectos. No estamos pidiendo permiso ni autorización para formar nuestras familias sino que estamos exigiendo el reconocimiento de nuestros derechos.
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