El aborto legal y las posibilidades de acceso al mismo enfrentan un panorama complejo en Colombia. En cuanto la aplicación de las causales legales de aborto no termina de implementarse en el territorio del país, iniciativas para ampliar el alcance de la objeción de conciencia e incluso un proyecto de ley que pretende volver a penalizar el aborto en todos los casos introducen una cuña en dirección al menoscabo del derecho de las mujeres.
A cinco años del fallo de la Corte Constitucional que lo despenalizara parcialmente, cabe indagar cuál ha sido el impacto de esa decisión en las prácticas y los discursos. Es el trabajo que ha emprendido Annika Dalén, que este año sustentó la tesis “El aborto en Colombia. Cambios legales y transformaciones sociales” en la Maestría de Estudios de Género de la Universidad Nacional, en Bogotá.
El texto monográfico, basado en una exhaustiva revisión de prensa, documental, entrevistas con actores claves y análisis de casos específicos, da cuenta del estado actual del debate sobre el aborto en el país. Dialoga con el estudio de Mara Viveros sobre el aborto en la esfera pública colombiana a finales del Siglo XX, publicado en 1999. Desde entonces, la protección jurídica obtenida por la despenalización parcial ha abierto nuevos desafíos, tanto para la garantía del acceso al aborto legal, como en la puja política contra fuerzas que buscan el retroceso de ese marco.
En entrevista con el CLAM, Annika Dalén relata la investigación y destaca sus hallazgos fundamentales. En el marco actual de políticas neoliberales, para la investigadora, la despenalización parcial del aborto ha sido principalmente una conquista simbólica.
¿Qué fuentes utilizó para abordar el debate sobre el aborto en la prensa colombiana?
La revisión de artículos abarcó el período de 2006 a 2009 en los periódicos El Tiempo y El Espectador en las revistas Semana y Cambio. El momento central fue la despenalización parcial del aborto en Colombia. Busqué analizar los discursos en la prensa escrita nacional antes, durante y después de la esa decisión.
Esa muestra sirvió para identificar, tanto cualitativa como cuantitativamente, las transformaciones y las permanencias en las y los actores en el debate nacional, los conceptos utilizados y los enfoques argumentativos.
Para darle profundidad histórica al análisis partí de la investigación ya publicada “El aborto en Colombia: Veinte años de debate en la prensa (1975-1994)” de Mara Viveros (1999). En este estudio la autora revisó el debate sobre el aborto en la prensa nacional desde el año de la presentación del primer proyecto de ley hasta el año de la Conferencia Mundial sobre la Población en el Cairo.
Usted identifica hitos importantes. ¿Cuáles son?
Durante el periodo estudiado, hay principalmente dos momentos en los cuales el aborto esté presente en las agendas de los medios de comunicación. Primero, los meses alrededor de la despenalización parcial en 2006, y segundo, la última mitad del 2009 cuando varios acontecimientos hicieron noticia: la suspensión de la construcción de la Clínica de la Mujer en Medellín; las acciones del Procurador General contra la sentencia de la Corte Constitucional que había ordenado campañas masivas de promoción de los derechos sexuales y reproductivos; y la suspensión provisional de la reglamentación de la sentencia.
En 2007 y 2008, sin embargo, hay un silencio en los medios alrededor del tema, como muestra la distribución de los 294 textos periodísticos analizados: el 53% corresponde a 2006 y el 31% al 2009, mientras que en 2007 y 2008 encontramos el 6% y 10% respectivamente.
En todo caso, aunque la intensidad es variable, el tema nunca desapareció por completo de las páginas de los medios impresos durante el periodo estudiado. Esto coincide con la observación de Gómez en su estudio “La política pública como proceso dialógico: el caso de la despenalización del aborto en Colombia. 1975-2006”, de 2009.
En este trayecto histórico, ¿qué cambios significativos usted detecta en los discursos?
En cuanto a las posiciones frente a la despenalización parcial del aborto, en el conjunto de las publicaciones es notable la transformación desde el periodo estudiado por Viveros (1999) a la actualidad, especialmente en las posturas favorables y desfavorables. La posición mixta sigue siendo la menos representada, lo cual sugiere, tanto para la época estudiada por Viveros como para la actual, que el debate se organiza principalmente en torno a posturas bien definidas. Sin embargo, llama la atención que la posición neutral – es decir aquella que no explicita una posición abierta a favor o en contra – es la predominante en este último periodo.
Por otra parte, un dato indicativo puede ser que el aborto cada vez más se trate como un hecho noticioso en las páginas de información, mientras que antes posiblemente se encontrara principalmente en la sección de opinión.
Desglosando las posturas por sexo del autor o la autora se revela la misma tendencia que en el estudio de Viveros (1999): que las mujeres tienen en mayor grado que los hombres una postura favorable frente a la despenalización. De igual modo, es importante resaltar que hay una importante sobrerrepresentación de hombres entre las y los columnistas.
En el periodo estudiado de las 104 piezas de opinión, el 29% son escritas por autoras, el 57% por autores y el 14% no especifican el sexo (principalmente editoriales). Es decir, que aunque las mujeres columnistas presentan una posición favorable a la despenalización del aborto en mayor grado que sus contrapartes masculinas, su voz se encuentra marginada en el debate público.
Queda claro al revisar los énfasis temáticos del abordaje del aborto que la Iglesia sigue teniendo una influencia importante en el debate. Sin embargo, los argumentos y enfoques ético-religiosos parecen haber perdido importancia relativa: en la investigación de Viveros, en el período 1975-1994 un 50,7% de los textos periodísticos analizados tuvieron ese énfasis, mientras en el periodo 2006-2009 fueron 30,5%.
Más notable aún es el cambio en las posiciones favorables o no: de 12,3% piezas favorables en el periodo 1975-1994 se pasa a 55,7% en el periodo 2006-2009; mientras que las desfavorables pasan de 61,5% a 13,9% y el resto está en posiciones neutrales o mixtas. Los porcentajes pueden sumar más del 100% porque algunas piezas tienen varios énfasis temáticos.
Las piezas cuyo enfoque temático es el médico, fueron las menos representadas en la selección de Viveros (9,5%), mientras que en la actual muestra constituyen el 17%. Las unidades que tienen un énfasis jurídico-político aumentaron del 36,9% al 54,8%.
En general, es notable una tendencia mayor a posiciones favorables a la despenalización total del aborto. En las piezas de abordaje médico las favorables aumentan de 28% a 54,4% y las desfavorables a la despenalización descienden de 34,2% a 0%. En las jurídicas las favorables aumentaron de 20% a 50,7% y las desfavorables descienden de 41% a 4,2%.
Nos comentaba que había seguido los actores identificados por Viveros, pero en la actualidad se identifican nuevos actores. ¿Cuáles son?
Sobre los actores y actoras en juego cabe decir primero que ciertos grupos son los autorizados en el debate, cuyas voces son privilegiadas por los medios. Las voces de las mujeres, que en el tema del aborto se encuentran en el “ojo del huracán”, son excluidas.
Viveros identificó en su trabajo cuatro grupos: la Iglesia Católica, el sector médico, los partidos políticos y los grupos feministas. Aunque estos actores siguen participando, en mayor o menor grado, en el debate actual, he podido identificar dos grupos emergentes: el sector jurídico (es decir las cortes y las y los abogados) y las instituciones del Estado (por ejemplo y en particular la Procuraduría).
¿Qué significado han tenido esas nuevas presencias en el debate?
Quisiera destacar la incorporación de dos nuevos actores al debate público: el sector jurídico – principalmente la Corte Constitucional – y la Procuraduría. Con la presencia en el debate de estas entidades, representantes de las altas esferas del poder institucional del Estado, se produce una reorientación del discurso. Aunque desde lados opuestos del debate, estos dos nuevos actores, la Corte Constitucional y la Procuraduría, son los representantes de este nuevo discurso institucionalizado del género y los derechos de las mujeres, y la sentencia les dio a ellos un nuevo protagonismo.
Esto se evidencia también en el tipo de participación del movimiento de mujeres. Se puede identificar una cooptación e institucionalización de su discurso, que implica una des-radicalización del enfoque de género y de las apuestas feministas.
Dado que la despenalización se logró en la Corte, también se produjo un traslado del ámbito del debate, del Congreso al sistema judicial. Hoy en día la búsqueda de avances se sitúa en este contexto. Es la Corte Constitucional, como salvaguarda de la Constitución Política de 1991, la que simboliza la garantía de los derechos. Por ello, aunque la Constitución establece un Estado Social de Derecho, éste sigue siendo una meta y no un logro en la sociedad actual. Dicho de otra manera, Colombia tiene un desarrollo normativo importante pero la distancia entre la ley y su implementación práctica es grande.
Esta redefinición del debate en cuanto a actores y a escenarios se enmarca en un contexto político de un régimen neoliberal en el cual se le da más importancia al reconocimiento que a la redistribución. Esto explica el hecho de que la despenalización parcial del aborto sea principalmente una conquista simbólica, ya que aunque el Estado neoliberal dé reconocimiento a derechos, este reconocimiento no se traduce en avances concretos de una agenda feminista.
En su trabajo destaca el papel de la Procuraduría General de la Nación ¿Cuál ha sido su actuación en el debate?
La participación de la Procuraduría, entidad estatal encargada de vigilar el cumplimiento de la Constitución y la Ley, y promover la protección de los derechos fundamentales, ha cambiado drásticamente durante el periodo estudiado.
La gestión del Procurador anterior, Edgardo Maya, fue caracterizada por una posición favorable frente a la despenalización parcial del aborto. Todo el panorama cambió cuando asumió el cargo de Procurador General de la Nación Alejandro Ordóñez, en enero de 2009. Como representante de un fundamentalismo cristiano muy conservador frente a los derechos sexuales y reproductivos, ha sido una voz que ha logrado hacer retroceder muchos avances discursivos y sobre todo crear confusiones e ideas erróneas sobre el alcance de la despenalización.
Su presencia en el debate mediático fue más notable durante el periodo estudiado en la segunda mitad del 2009, cuando se desató la polémica alrededor de la sentencia T-388/09 de la Corte Constitucional, que ordenó a la Procuraduría, junto con otras entidades estatales, realizar campañas masivas de promoción de los derechos sexuales y reproductivos para asegurar el libre y efectivo ejercicio de estos derechos. En comunicado de prensa de la Procuraduría, el Procurador Ordóñez se refirió a esta orden como campañas masivas de promoción del aborto, algo que se multiplicó en los medios de comunicación, que difundieron la denominación de la “cátedra del aborto”.
En su trabajo usted analiza los conceptos y el lenguaje utilizado en el debate…
Los argumentos en contra de una despenalización, parcial o total, del aborto giran principalmente alrededor del concepto de “vida”. Al plantear la vida como un hecho desde la concepción se humaniza al feto, otorgándole las características, y por ende los derechos, de una persona humana, a través de expresiones como “bebé”, “hijo no nacido”, “niño por nacer”, etc. A partir de esta terminología se vuelve posible hablar del aborto en términos de asesinato, ya que lo que está en juego en este contexto entonces no es la decisión de continuar o interrumpir un proceso de gestación sino de matar a una persona. Esta línea de argumentación se llena de aún más de carga emocional cuando se aplica el término “madre” a la mujer gestante. La lógica implícita, y muchas veces explícita, en este discurso es entonces que el aborto implica que la madre mata a su propio hijo, culpando así a las mujeres que abortan de lo que culturalmente es concebido como uno de los peores crímenes posibles.
Adicionalmente, esta argumentación anula completamente la mujer y sus derechos de decisión, ya que su cuerpo adquiere la función de una incubadora, sobre la cual no tiene autonomía. La mujer es vista en función de la maternidad. Así también todas las mujeres, incluso las que no están embarazadas, son clasificadas como potenciales madres.
Esto es reforzado con las fotos utilizadas para ilustrar los artículos de prensa sobre el aborto. Muchos de estos artículos van acompañados con fotos de la panza de una mujer embarazada, en lo que por el tamaño de su barriga pareciera ser el séptimo u octavo mes de embarazo, y otros incluso son ilustrados con bebés en los brazos de sus madres, enfatizando así aún más la vinculación con la maternidad y el bebé.
La asociación discursiva de las mujeres gestantes como madres no siempre tiene la intencionalidad tan explícita de cargar la gestación con significados de maternidad. Muchas veces parece ser más bien un uso rutinario sin reflexión cuando los medios hacen referencia a por ejemplo la legalidad del aborto cuando esté en peligro la vida o la salud de “la madre”. Sin embargo termina cementando representaciones que benefician las doctrinas antiabortistas, en vez de desvincular la maternidad de la existencia de un embrión y vincularla con la elección, estableciendo el significado de madre como algo en que la mujer se torna cuando toma la decisión llevar a cabo el embarazo y tener un hijo, no antes.
¿Cómo se relaciona tendencia actual del debate con los otros periodos?
Hay que decir que los derechos de las mujeres ocupan un lugar central en el discurso y en el debate alrededor del aborto en Colombia. Sin embargo, paradójicamente, no se incluyen desde una perspectiva feminista emancipadora, sino como derechos otorgados a las mujeres por el Estado, en los términos en que las instituciones de poder en la sociedad lo plantean.
Un punto que hay que destacar tiene que ver con el lenguaje de derechos cada vez más presente, pero no necesariamente significando una actitud progresista ni un avance feminista. Al mismo tiempo que el debate circula alrededor de los derechos de las mujeres, surge en él otro protagonismo bastante significativo: el de los derechos de los niños, que se ha vuelto una causa importante y ha entrado en competencia con la de las mujeres. Este es el fundamento del discurso de los representantes de las posiciones antiaborto, que impulsan la defensa de “los seres más indefensos”, es decir, los fetos que ellos llaman niños por nacer.
A pesar de que han pasado más de cinco años desde la despenalización parcial del aborto, todavía no es posible identificar una política institucional a nivel nacional que garantice este derecho. Falta una estrategia integral y comprometida de largo plazo. Su ausencia permite reorientar la política rápidamente y desconocer avances legislativos como ha sucedido desde que llegó el Procurador Alejandro Ordóñez, representante de un neoconservadurismo y un fundamentalismo religioso que se diferencia de la tradicional oposición de la Iglesia Católica frente al aborto. Su presencia es una muestra del auge que está tomando una derecha neoconservadora en un régimen político y económico neoliberal, que ha dado pie para proponer otras iniciativas en la misma dirección.
En este clima político, el Partido Conservador de Colombia presentó un proyecto de ley para una reforma constitucional encaminada nuevamente a la prohibición total del aborto en Colombia. A pesar de que el proyecto fue derrotado, queda claro que el debate no se ha agotado, y que nada garantiza que los avances adquiridos permanecerán. Sólo se puede afirmar que hay ganancias desde el fallo de la Corte, pero que en el contexto actual están en riesgo de perderse.