CLAM – Centro Latino-Americano em Sexualidade e Direitos Humanos

Sexualidades e povos indígenas

Además de ser punto focal en Panamá del Secretariado Internacional de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes frente al VIH, las Sexualidades y los Derechos Humanos, Nandín Solís lleva seis años trabajando con el movimiento lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual (LGBTI). Es orientadora en temas relacionados con infecciones de transmisión sexual (ITS), VIH/sida, derechos humanos y diversidad sexual, con enfoque en pueblos originarios, y actualmente trabaja como facilitadora en la Comisión de Salud Sexual y Salud Reproductiva del Congreso General Kuna, máxima autoridad de la cultura Kuna.

La activista comentó en entrevista para el CLAM que una de sus “grandes metas” es conformar una organización indígena que trabaje en torno a la diversidad sexual, la educación sexual y la prevención de ITS y VIH/sida, no sólo con el colectivo LGBTI y la población de hombres que tienen sexo con hombres (HSH), sino también con la población heterosexual.

¿Cómo fue su inició en el activismo LGBTI?

Como activista me inicié en el liderazgo juvenil y deportivo dentro de las comunidades indígenas de Panamá. A partir del año 2003 empecé a trabajar en defensa de los derechos de las minorías sexuales con un enfoque de trabajo con población indígena. Posteriormente fui invitado a trabajar con la Asociación de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá (AHMNP), con quienes llevé a cabo un proceso de formación, empoderamiento y sensibilización en temas de derechos humanos, diversidad sexual y VIH/sida.

En la actualidad mi principal objetivo es dar a conocer la situación de la población LGBTI indígena de mi país ante realidades como la homofobia, la discriminación por etnia y el VIH/sida; así como visibilizar la diversidad de sexualidades dentro de los pueblos indígenas, con el fin de construir una sociedad inclusiva.

¿Cómo se concibe la diversidad sexual en la comunidad Kuna? ¿Qué estatus tiene la homosexualidad?

La homosexualidad es tolerada por las autoridades kuna, aunque este tema se maneja con discreción para evitar choques con las enseñanzas tradicionales kuna. En nuestra comunidad existe la palabra Omeguit –“como mujer”-, que se emplea como un término despectivo para referirse a los varones homosexuales. Somos educadas por nuestras madres desde muy tierna edad en las labores del hogar y apartados de los trabajos que socialmente se le asignan a los varones heterosexuales. A través de este proceso, los varones homosexuales adquirimos una identidad sexual y social femenina, lo que en nuestra cultura occidental equivale a una persona transgénero. A diferencia de lo anterior, la homosexualidad femenina no es visible, quizá porque la presencia femenina en nuestra cultura es vista como algo sagrado. La homosexualidad femenina va en contra de las creencias kuna sobre lo femenino y no está de acuerdo con el rol de mujer propio de nuestra cosmovisión.

¿Para usted qué implica ser indígena y no ser heterosexual?

Como transgéneros kunas, al ser educados en nuestras casas para realizar actividades domésticas como coser molas, adornos y prendas de vestir tradicionalmente confeccionadas por mujeres kuna. Podemos tener una entrada económica y contribuir así con el sostenimiento de la familia, lo que nos hace miembros útiles de la comunidad. Al ser educadas para ser socialmente mujeres, también se nos inculca de forma indirecta que en nuestras relaciones sexuales desempeñemos el rol receptivo, por lo que muchos jóvenes inician su vida sexual con nosotras. El término correcto para referirse a nosotras en lengua kuna es Wigunduguid, Es el nombre de un Dios Kuna, cuya característica central era tener doble alma. Es así que en la cultura kuna se explica la atracción de un varón hacia otro varón.. La percepción de que somos aceptadas por la mayoría de los miembros de la familia y la comunidad kuna se basa más que nada en que, por ser los kuna un grupo étnico minoritario, todos los miembros debemos ser útiles a la comunidad y contribuir a su subsistencia. El estigma y la discriminación son más frecuentes para las personas que viven con VIH y sida, dado que la comunidad aún no entiende la compleja situación de estas personas ni sus problemáticas.

¿Cuáles son los alcances de la epidemia de VIH/sida en su país? ¿Cuáles son los principales obstáculos para su combate?

Panamá registró sus primeros casos de sida en el año 1984. La epidemia ha crecido concentrada en grupos considerados como “de alta vulnerabilidad” o “vulnerables”: trabajadoras y trabajadores comerciales del sexo (TCS), HSH, personas privadas de la libertad, jóvenes e indígenas, principalmente kunas (aproximadamente un 10% de la población de Panamá es indígena).

Uno de los factores que ha contribuído a la propagación del VIH/sida en el país es su ubicación geográfica como puente que une Centroamérica con Sudamérica. Esta condición convierte a Panamá en el punto de tránsito para poblaciones migrantes, las cuales resultan difíciles de captar, ya sea para proveerles información sobre prevención del VIH/sida, o para suministrarles condones.

La prevalencia de VIH ha crecido en ambos sexos, pero la diferencia entre sexos ha disminuido, aun cuando predominan los casos de varones infectados (75% de los casos notificados en 2005). En el caso de los jóvenes, se ha notificado la prevalencia del virus con igual frecuencia en ambos sexos. Las regiones con mayores tasas de prevalencia en Panamá son los centros urbanos: Colón, la región metropolitana, el distrito de San Miguelito y Panamá Oeste; aunque se han reportado casos de VIH/sida en todas las regiones del país. Por su parte, las zonas fronterizas como Chiriquí y Kuna Yala representan un segundo grupo de zonas con mayor prevalencia, lo cual deja en evidencia que el sida en Panamá es una epidemia que se ha extendido a toda la nación, aunque está concentrada en ciertas poblaciones y áreas.

¿Y en la comunidad Kuna?

Según estimaciones del Sistema de Vigilancia Epidemiológica, el grupo indígena Kuna tiene una prevalencia de personas que viven con VIH que duplica la de la población general. En el año 2005, se realizó un estudio exploratorio en la comarca kuna y poblados periféricos metropolitanos que evidenció que, en general, los kunas carecen de información sobre las ITS y VIH/sida. La mayoría de las mujeres nunca ha utilizado condón y muchos no saben qué es. En promedio, las mujeres kuna inician su actividad sexual entre los 11 y 15 años de edad, los varones lo hacen un poco más tarde y un número importante de ellos tienen sus primeras relaciones sexuales con Omegit.

¿Cómo son tratadas las personas que viven con VIH?

Sobre la relación de la comunidad con las personas que vive con VIH/sida, cabe señalar que existe una gran estigmatización. Al existir altos niveles de desconocimiento acerca de la infección, los kunas no saben cómo relacionarse con personas VIH positivas. Sin embargo, tanto los sáhilas (autoridades comunitarias) como los médicos tradicionales se han mostrado muy receptivos a tener más información referente al VIH/sida.

¿Qué estrategias han desarrollado para conocer la situación de la comunidad frente al VIH/sida?

En los ejercicios de recolección de información sobre estos temas en la comunidad, los y las kunas han colaborado, aunque prefieren que las actividades estén avaladas por los sáhilas. Prefieren que las entrevistas sean realizadas en su idioma (dulegaya) y entre pares. Hay mayor colaboración si el entrevistador es de su misma edad y sexo. La mejor forma de transmitirles la información es utilizando lenguaje oral o audio-visual, factores a tomar en cuenta en futuras intervenciones con esta población.

A pesar de lo difícil que puede resultar para el pueblo kuna comprender las problemáticas relacionadas con el VIH/sida, a la comunidad no le interesa buscar culpables por la presencia de personas con VIH en su interior. Los kunas estamos convencidos que la barrera del idioma, las creencias tradicionales, la discriminación y la estigmatización dificultan la circulación de información sobre este tema, así como la prevención y el tratamiento integral de la epidemia. Por ello, buscamos los mecanismos para informarnos, tratarnos y minimizar la presencia del VIH/sida en nuestros pueblos.

¿Qué perspectivas se abren a partir de ese conocimiento acumulado?

Reconozco que somos parte de la evolución constante del ser humano en todos sus movimientos sociales y la cultura Kuna no escapa de las influencias modernas. Para que las manifestaciones sexuales propias de nuestra cultura se mantengan de manera sana y responsable, debemos fortalecer a la población en temas de salud sexual, que vayan de la mano con la conservación de nuestras tradiciones culturales.

El abordaje entre pares es una herramienta indispensable de prevención, porque con base en mi propia experiencia, como indígena, transgénero y persona viviendo con VIH, esto nos invita a asumir una sexualidad responsable y sana.

El término “sodomía” fue eliminado de la ley penal panameña a finales de 2008. ¿Qué significó este hecho para el colectivo LGBTI de Panamá?

Recientemente, por presiones del movimiento internacional de comunidades de las minorías sexuales, en Panamá se derogó la ley 149 de 1949 que penalizaba la sodomía. Si bien esto es un avance, no atiende las necesidades propias de la población LGBTI ante la realidad de los fundamentalismos sociales, la homofobia social, cultural e institucionalizada. Estos problemas no han permitido a la población con orientación sexual distinta a la heterosexual expresar y ejercer con libertad y responsabilidad sus derechos sexuales.

¿En su país existen estadísticas de crímenes de odio por homofobia?

Hay un total hermetismo sobre el tema. Si bien no se han registrado estadísticas de crímenes de odio, estos son una realidad. Hay constantes violaciones a los derechos humanos, por ejemplo cuando las conductas de personas LGBTI son interpretadas como faltas administrativas a la moral y a las buenas costumbres. Adicionalmente, hay normativas municipales en contra de la población trans, que prohiben la alteración de la fisonomía e imagen impuesta por la sociedad. También se llevan a cabo redadas policiales en contra de las trabajadoras del sexo trans, argumentando que en nuestro país la prostitución es ilegal.

¿Cuáles son las principales demandas que hoy día tienen las personas no heterosexuales en Panamá?

Con la presentación del Anteproyecto de Ley de No Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, iniciativa de la AHMNP, el próximo lunes 17 de mayo, Día Internacional de la Lucha Contra la Homofobia, Panamá se unirá al resto de países de la región latinoamericana que han elaborado propuestas de leyes en contra de la discriminación hacia las personas de la comunidad LGBTI. Cabe destacar que esta iniciativa es respaldada por organizaciones internacionales como la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA), Fundación Triángulo de España y otros organismos internacionales que luchan por la igualdad de los Derechos Humanos. La primera presentación del anteproyecto se realizó el 12 de septiembre del año 2005; pero en aquella ocasión esta propuesta legislativa no prosperó por falta de apoyo político. La propuesta busca prohibir la discriminación y tipificar los crímenes de odio contra las minorías sexuales. El anteproyecto no incluye el reconocimiento de las uniones de personas del mismo sexo, derechos vinculados a parejas, ni las adopciones por parte de personas o parejas homosexuales.

Con el anteproyecto de ley no reclamamos derechos especiales o fueros y privilegios para las personas LGBTI. Queremos que se elimine “practicar el lesbianismo” y “practicar el homosexualismo” como “faltas gravísimas” que conllevan el despido de miembros de la Policía Nacional (Decreto Ejecutivo No 204, 1997, Artículo 133, ordenamiento 11 y 12). Queremos protección contra la discriminación en ámbitos laborales y en los centros educativos; en el acceso a la vivienda, servicios públicos y establecimientos privados, así como una protección contra la agresión física y verbal.